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México D.F. Miércoles 10 de diciembre de 2003
Javier Aranda Luna
El negocio de la cultura
Frente al mercado los bienes culturales son poca cosa. No son fácilmente intercambiables ni vendibles. Tampoco se puede medir con certidumbre cuáles son sus costos de producción. ƑCuánto costó en pesos y centavos la construcción de esa estupenda catedral sonora llamada Blanco? ƑCuánto Pedro Páramo o El águila y la serpiente? ƑCuánto Nuevo catecismo para indios remisos? Imposible saberlo.
Blanco fue y sigue siendo uno de los mayores trabajos poéticos de Octavio Paz. Para armarlo el autor abrevó durante mucho tiempo en otras tradiciones, viajó, compró libros, visitó bibliotecas. Insomne también buscó la palabra exacta y el sonido justo para construir imágenes, ambientes para llevarnos a lo que llamó ''la otra orilla". Pero a pesar del esfuerzo, ese poema no resolvió las finanzas del poeta. Tampoco Carlos Monsiváis ha equilibrado sus finanzas personales con su Nuevo catecismo para indios remisos. Para hacerse de ingresos dicta conferencias, escribe artículos y ensayos para la prensa y revistas especializadas. Y nadie le financió su prolongada incursión en el Siglo de Oro español que nutrió las páginas de ese espléndido libro.
Los casos de Pedro Páramo y El águila y la serpiente no dejan de asombrarme: son dos obras maestras cuyo destino resulta de lo más desigual. Mientras que la novela de Rulfo es un best-seller y un libro de texto en México y el mundo, la de Martín Luis Guzmán circula poco en el país, prácticamente es desconocida en España y no ha sido traducida al inglés. ƑFalta de visión de los editores? ƑDe los críticos?
Recientemente fue publicado en inglés el libro Los demasiados libros, de Gabriel Zaid, con el título So many books. Se agotó en unas semanas luego de haber sido saludado por publicaciones especializadas de bibliotecarios y editores y publicaciones generales como The New Yorker. Este libro clásico de Zaid tardó más de 30 años en traducirse a otra lengua. ƑQué producto de mercado se elabora pensando en exportarlo tres décadas después?
Y así como en general no son negocio los libros de valía; tampoco lo son el buen teatro, la danza, la ópera (salvo cuando los grandes del género cantan boleros), cierto cine experimental, determinada pintura. Me corrijo: la pintura junto a la escultura quizá sean los objetos artísticos más ''apropiados" para el mercado, pues quien invierte en ellas nunca verá devaluado su capital. Es fácil ver que, salvo el caso antes mencionado, el valor de cambio de los bienes culturales es prácticamente inexistente.
Paradójicamente aunque los bienes culturales no representan rendimiento alguno en términos mercantiles, ninguna sociedad puede entenderse sin ellos. Los migrantes mexicanos en Estados Unidos todos los días construyen su Aztlán imaginario; los japoneses declaran a sus artesanos patrimonio de la nación y sólo consumen arroz cultivado en su país, aunque se encuentren a miles de kilómetros de él, y los daneses rinden culto a una sirena imaginada por Hans Christian Andersen. El negocio de la cultura es, en realidad, otro negocio: ayuda a mejorar la calidad de vida de sus consumidores pero, a diferencia de las tiendas departamentales, no nos provee de un suéter o de un aparato de sonido. El bienestar que ofrece la cultura es intangible aunque todos sepamos que lo recibimos cuando así ocurre. Un poema no nos ayuda a ver en la oscuridad como una lámpara, pero nos hace mirar cosas que nunca habíamos visto.
El pasado jueves, en una entrevista exclusiva transmitida por Ventana 22, el presidente Vicente Fox dijo que la apuesta cultural de Canal 22 es una palanca para la democracia. Tiene razón: sin la cultura que fomenta la imaginación, la crítica, la memoria y la diversidad, el tránsito a la democracia sería impensable. Señalar esto a mitad de su mandato resulta significativo. Es un reconocimiento a que todo subsidio en materia cultural es, a final de cuentas, un subsidio al público, a las personas comunes, a los ciudadanos que ensanchan día con día el camino de la democracia. Es claro que el negocio de la cultura está en otra parte más allá de tasas de interés y rendimientos, ganancias en pesos y centavos. Todo freno a la cultura es, también, un antídoto contra la democracia. ƑCómo cotizar eso?
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