México D.F. Miércoles 10 de diciembre de 2003
René Drucker Colín
Señores legisladores: retroceder cuesta caro
Desde hace 30 años los científicos siempre hemos parecido mendigos, pasando la charola para ver si alguien suelta algunas migajas y el trabajo de investigación puede continuar haciéndose. Desde hace mucho tiempo, pero creo que más que nunca en años recientes, hemos tratado de convencer de que la ciencia es el motor del desarrollo de las naciones y que no es un juego de diversión para aquellos que se dedican a esta actividad, como parece que piensan algunos. No quisiera repetir por milésima vez que la inversión en ciencia, con base en una política de Estado, representaría la diferencia entre poder tener un país con futuro o tener un futuro sin país. En este sexenio parecen apostar más hacia esto último que hacia lo primero.
Veamos: el presidente Fox ha señalado en varias ocasiones que pretendía llegar a uno por ciento del PIB para la ciencia al final de su sexenio. Sin embargo, el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2004 plantea que para el próximo año el gasto total del sector público federal en ciencia y tecnología será de 26 mil 498 millones de pesos. Con relación al año anterior, ello significa una caída en términos reales de 6.2 por ciento y un descenso respecto al PIB de 0.42 a 0.37 por ciento.
Si se considera que la meta comprometida por el gobierno federal, en el Programa Especial de Ciencia y Tecnología 2001-2006, establece destinar recursos federales de uno por ciento del PIB, la propuesta del Ejecutivo para 2004 se aleja cada vez más de dicho compromiso.
Para alcanzar la meta comprometida (uno por ciento del PIB) se requiere que en los próximos tres años el gasto total del sector público federal en ciencia y tecnología (a precios constantes de 2004) se incremente de 28 mil 249 millones de pesos a 67 mil 937 millones de pesos.
Tal esfuerzo equivaldría a incrementar, en términos reales, en los próximos tres años (2004-2006) los recursos para ciencia y tecnología en un monto equivalente a 39 mil 688 millones de pesos. Dicho de otra manera, ello significa aumentar cada año en 13 mil 229 millones de pesos, en términos reales, el presupuesto público federal para ciencia y tecnología. En contraste, la propuesta del Ejecutivo federal para 2004 implica una reducción de los recursos para ciencia y tecnología en mil 751 millones de pesos.
En caso de que la Cámara de Diputados decida no incrementar los recursos federales para ciencia y tecnología, las necesidades de recursos para cumplir la meta gubernamental en 2006 serían de casi 20 mil millones de pesos por año en 2005 y 2006, lo cual resulta prácticamente imposible si se considera que el subsidio ordinario federal asignado a universidades públicas estatales asciende a sólo 18 mil millones de pesos.
Las cosas son aún más preocupantes, pues dentro de esa disminución de 6.2 por ciento está incluida una reducción de 672 millones de pesos al gasto en ciencia y tecnología asignado al Conacyt y los centros públicos de investigación, y dentro de eso se prevé una reducción de 394 millones al presupuesto asignado al Conacyt dependiente del Ejecutivo federal.
La famosa Ley de Ciencia y Tecnología que desconcentró al Conacyt de la Secretaría de Educación Pública para que dependiera del Ejecutivo, y éste le otorgara más presupuesto, logró el efecto contrario. Señores legisladores: por favor no aprueben estas reducciones, sería catastrófico, y auméntenle a la ciencia, sobre todo si su meta como diputados es sacar al país adelante. Si no le apuestan a la ciencia, le va a costar mucho más caro al país, pues estamos cancelando nuestro futuro.
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