La CDHDF apoya la ley de sociedades de convivencia, "parte de un Estado democrático"

La diversión infantil desborda la feria de derechos humanos realizada en el Zócalo

SUSANA GONZALEZ G.

En medio del sonido de los huehuetl (tambores) de los concheros, las carpas y tiendas de campaña del plantón nacional en rechazo a la privatización de la energía eléctrica, una obra de teatro popular contra la dipu-tada Elba Esther Gordillo; de una protesta de trabajadoras sexuales independientes, de los puestos de tatuajes y trencitas para jóvenes, y a unos metros del módulo provisional que Banamex instaló para las donaciones al Teletón, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) llevó a cabo su segunda Feria por los Derechos Humanos en el Zócalo capitalino, con el lema Yo no discrimino.

Sin embargo, la celebración por el décimo aniversario de la fundación de la CDHDF y el 55 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, motivo de la feria, pasó desapercibida para la mayoría de los asistentes, quienes no rebasaban el metro y medio de estatura y los diez años de edad, pero que en cambio hicieron valer su derecho a divertirse.

El presidente de la CDHDF, Emilio Alvarez Icaza, inauguró oficialmente la feria dos horas y media después de iniciada, con la presencia del secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard; el secretario de Gobierno, Alejandro Encinas, y los diputados locales René Bejarano y Julio César Moreno, entre otros funcionarios capitalinos. El ombudsman local hizo un llamado a la tolerancia y la construcción de una cultura de respeto a los derechos humanos, pero también se refirió a la iniciativa de ley de sociedades de convivencia, pues dijo que "es un instrumento mínimo de un Estado democrático" y recordó que en este año la comisión impulsó una campaña por la no discriminación. Pero mientras él hablaba, un grupo de trabajadoras sexuales se quejó de haber sido discriminadas por la CDHDF debido al cierre de un centro de atención en La Merced, y literalmente cercaron a Marcelo Ebrard a su llegada al Zócalo para denunciar la constante extorsión, maltratos y abusos de que son objeto por la policía.

Exitosa convocatoria

La convocatoria del organismo tuvo más éxito que el año pasado, pues gracias a los anuncios difundidos por radio y televisión decenas de familias atiborraron los puestos que tanto la comisión como 14 dependencias del gobierno capitalino y 60 organizaciones civiles colocaron desde las 10 de la mañana bajo 10 carpas en el extremo norte de Plaza de la Constitución para repartir información sobre las garantías individuales pero sobre todo, organizar juegos, concursos y talleres de manualidades para niños, quienes a cambio de su participación ganaban un boleto para cualquiera de los tres juegos mecánicos contratados. "Es que si no les hago un dibujo, no me puedo subir a la rueda", decía apurado Manuel, de 8 años, mientras escogía una crayola roja.

Los hijos de las mujeres indígenas que venden tlayudas con nopales afuera de la estación Zócalo del Metro, estudiantes de secundaria que llegaron en grupos pequeños por encargo de sus maestros, niños que viven en el centro de la ciudad o aquellos que iban de paso con sus padres para las compras de fin de año, hicieron piñatas o dinosaurios con los conos de cartón donde se transporta el huevo; dibujaron con crayolas, plumones o acuarelas; jugaron a la lotería, memorama y serpientes o escaleras; inclusive escribieron notas periodísticas y pintaron con aerosol la parte exterior de las carpas, a manera de graffiti. En el extremo poniente del Zócalo se concentraron los adolescentes y jóvenes frente al escenario montado por el Instituto de Cultura del DF, donde grupos de rock y blues tocaron a mediodía.

La espera más larga y a merced del sol fue para subir a la rueda de la fortuna: a cambio de media hora de hacer fila, cuatro niños y adultos podrían ocupar durante unos cinco minutos una de las 12 canastillas para girar y elevarse por encima de los demás, observar detalles de las torres de la Catedral Metropolitana o tener la vista panorámica del Zócalo, ocupado en su tercera parte por la feria. A la una y media de la tarde, por ejemplo, 120 personas esperaban turno en la rueda de la fortuna, mientras para los caballitos eran 35 niños de menos de 10 años, acompañados por sus respectivos padres. "Es lo mismo que tenemos que esperar en los parques como Divertido o Six Flags, pero aquí es gratis", comen- tó resignada Mirta Ramírez. La feria duró hasta las seis de la tarde.