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México D.F. Lunes 15 de diciembre de 2003
APRENDER A MORIR
Hernán González G.
Cristeros y muerte digna
TANTO PARA QUIENES se interesan en la literatura, es decir, en las elucubraciones en torno a la vida y la muerte, como para quienes sólo se preocupan por éstas, el libro editado este año por la Universidad Autónoma Metropolitana, La cristera, una literatura negada (1928-1992), del escritor, investigador, biógrafo y crítico Alvaro Ruiz Abreu (Sánchez Magallanes, Tabasco, 1947), es aportación invaluable.
CON LA ACUCIOSIDAD que lo caracteriza, el autor recupera un capítulo de la realidad mexicana gratuitamente desdeñado por la academia, y ofrece al lector un panorama exhaustivo de la literatura que generó la cristiada, aquella confrontación inútil de agosto de 1926 a junio de 1929 entre la Iglesia católica y los afanes modernizadores del presidente Calles.
"EN EL LAICISMO de los años veinte -señala Ruiz Abreu- el sentir religioso y el papel de la fe se exacerban, al tiempo que la posrevolución, con su carga liberal, encuentra en la religión un chivo expiatorio al cual responsabilizar de cuantos obstáculos enfrentan los gobiernos revolucionarios.
"DESDE LA OPTICA de la mística revolucionaria -añade el también biógrafo de José Revueltas y de José Carlos Becerra-, el enemigo a vencer es la Iglesia, entendida como lastre de la sociedad mexicana desde la Colonia. Al tiempo que la revolución necesitaba construir sus propios dioses laicos, el sentido de vida para muchos creyentes se encuentra en la defensa de su religión y de las instituciones eclesiásticas. Reacciona entonces como un cruzado para el que su vida sólo tiene sentido en función de 'la otra' vida.
"LA MISION DEL cristero, militante o simpatizante, es vencer al enemigo, al moro revolucionario, en un enfrentamiento a muerte, mientras que para el bando contrario la consigna es eliminar a los retardatarios y oscurantistas, a los mochos. Este sentido fundamentalista de ambas posturas impedirá cualquier posibilidad de diálogo, pues las respectivas visiones del mundo son excluyentes de origen, una en el aquí y el ahora hacia el futuro, y otra en el pasado supuestamente civilizador y en el rechazo al cambio.
"EL CRISTERO SE asume como soldado de Cristo Rey y va a la lucha sin temor a la muerte, ya que su causa está bendecida por el cielo. Hasta un humilde machete cobra en la noche un brillo extraño por esa bendición celestial que acompaña y justifica su rebeldía.
"EN ESTE CONFLICTO armado no se lucha por la justicia social y por la libertad, sino por la fe y la defensa de la religión 'verdadera', por sus símbolos y sus templos, en contraposición al espíritu de la Constitución del 17. Una guerra religiosa es aún más cruel, si cabe, que las otras, ya que no sólo se mata al contrario sino a un enemigo de la divinidad y, en el bando opuesto, no sólo se aniquila al adversario sino a una idea de Dios. Preocupa que las causas de la rebelión cristera sean un fantasma no erradicado del todo en la sociedad mexicana", concluye Alvaro Ruiz Abreu. [email protected]
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