Alejandro Nadal

Ser Apache en Bagdad

Un perrito callejero se acercó a los soldados del 124 regimiento de infantería de la Guardia Nacional de Florida, en el norte de Irak. Lo adoptaron y le pusieron Apache. Quién sabe por qué le pusieron así. Como indio exterminado. O quizás en honor de los helicópteros de ataque capaces de volar a 300 kilómetros por hora, con sus ametralladoras calibre .50 y cañones de 20 milímetros.

El pobre Apache era un perrito negro, sin problemas de piel, ni displasia de cadera. Su accidentado árbol genealógico le confería una riqueza genética a prueba de todo. Bueno, casi todo.

Las cosas iban bien y hasta algunos soldados pensaban regresar a su nativa Florida con Apache. Hasta que se enteró el alto mando. Las reglas se estaban violando. No se permite guardar mascotas. Había que castigar al culpable.

Los soldados recibieron órdenes de deshacerse de la mascota prohibida. Primero lo echaron a la calle, pero siempre regresaba. Las órdenes tenían que cumplirse, así que lo llevaron a un veterinario para "dormirlo". Por lo menos eran humanitarios; a los iraquíes los matan despiertos. Quizá les quedó el consuelo de que Apache no volvería a pasar hambre o que ya no caería en "manos enemigas". Desde luego, todo esto causó cierto revuelo en las ciudades de Florida de donde venía la compañía que adoptó a Apache. Ustedes pueden leer en Internet todo el drama.

Un perro callejero menos, qué más da. Han muerto más de 13 mil iraquíes desde el inicio de la guerra.

Trece mil muertos, qué importa. Aquí estamos hablando de sumas de dinero realmente importantes: contratos por unos 19 mil millones de dólares. El 9 de diciembre Paul Wolfowitz firmó un memorando anunciando que los contratos primarios para la "reconstrucción" solamente se van a licitar entre empresas de los países que apoyaron la invasión.

Estados Unidos firmó en 1995 el Acuerdo sobre Compras de Gobierno (ACG) de la Organización Mundial de Comercio. Ese acuerdo ha sido un instrumento clave para la Casa Blanca en su afán de abrir mercados. Para los signatarios ese convenio equivale a abandonar el poder de compra del sector público como instrumento de la política industrial.

El preámbulo del ACG establece que las compras de gobierno no deben ser usadas para proporcionar protección a bienes o proveedores nacionales. Tampoco "deben discriminar entre bienes, servicios o proveedores extranjeros". El acuerdo establece que se hará una excepción cuando se trate de asuntos de seguridad nacional.

ƑSe aplica el acuerdo sobre compras de gobierno de la OMC al caso de las obras de reconstrucción en Irak? Es un caso dudoso. Para comenzar, Irak nunca fue miembro de esa organización. Y aunque Estados Unidos sí lo es, no es evidente que sus obligaciones internacionales deban aplicarse a los países que conquista en guerras ilegales. Para enredar más las cosas, la excepción sobre seguridad nacional tampoco parece ser aplicable.

Hace una semana, el canciller Schroeder llamó a Bush para participarle su preocupación por la discriminación en los contratos. Parece que invocó el ACG porque Bush compartió después su respuesta burlona con algunos periodistas: "El derecho internacional, sí claro, voy a buscar a mi abogado".

La arrogancia de Bush sólo es superada por su tontería. El mismo día del memorando de Wolfowitz despachó a James Baker como enviado especial para pedir el perdón o, por lo menos, una restructuración fuerte de la deuda soberana de Irak. Se trata de una deuda de entre 128 y 160 mil millones de dólares, repartida entre Francia, Alemania y Rusia.

No es que Estados Unidos repentinamente haya caído víctima de un ataque de generosidad sin límites y que pronto se perdonará la deuda de los países más pobres. Lo que buscará Baker es reducir el nivel de confrontación con los tres acreedores principales porque el petróleo iraquí no sirve ya para el servicio de esa deuda. De facto, ya existe una moratoria y hay que explicar a los acreedores que será mejor para todos (sobre todo para "calmar el nerviosismo de los mercados") llegar a un acuerdo. Por lo pronto, Rusia ya declaró que no está interesada en perdonar la deuda. Francia y Alemania tendrán que sentarse a negociar, pues su parte en la deuda es mucho mayor.

Esta semana, la captura de Saddam Hussein es un regalo para Bush. Puede jactarse de que la guerra va bien, y muy pocos recuerdan que la invasión es ilegal, que nunca hubo armas de destrucción masiva, o que Irak no era una amenaza para sus vecinos. Con tanta algarabía, la relección parecerá estar al alcance.

Pero la captura de Hussein puede convertirse en el golpe propagandístico de más corta duración en la historia. Podría tener tanta relevancia como la captura de un pobre homeless (sin techo) en cualquier barrio pobre. Quizás hasta compita en los medios con la muerte del pobre Apache.