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México D.F. Miércoles 17 de diciembre de 2003
Contiene datos poco conocidos sobre los inicios en México
Tierra Adentro dedica número doble a la historia de la aviación
JAIME WHALEY
Ahora que se conmemora el centenario de la aviación, la revista Tierra Adentro, en su número doble correspondiente a octubre, noviembre y diciembre de este año, ofrece un espléndido vuelo alusivo a hechos y no hechos, imaginaciones pues, que algo tienen que ver con las máquinas voladoras. Entrevistas, crónicas, remembranzas, poemas y, por supuesto, fotografías históricas, se incluyen en el volumen que comprende 156 páginas. Además, las acostumbradas secciones de la publicación bimensual del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), que en esta entrega lleva por título Horas de vuelo.
En una entrevista con Manuel Ruiz Romero, quien es periodista y de aviación sabe un buen tramo, se da cuenta de varias primicias, como la de que Francisco I. Madero fue el primer mandatario en el mundo en volar en uno de aquellos rústicos aeroplanos, y en días de la Revolución se libró prácticamente el primer combate aéreo cuando Gustavo Salinas Camiña, piloto, desde luego bisoño, y sobrino de Venustiano Carranza, atacó desde las alturas al buque Guerrero del ejercito huertista.
En otra nota se relatan las ascensiones en globo aerostático que ya en el siglo XIX se hacían en ciudades como Monterrey, Guadalajara y Querétaro. En ellas cobró fama el llamado globo de Cantolla, tripulado por Joaquín del mismo apellido, que asombró a los habitantes de la capital mexicana con sus vuelos en su aparato inflado con aire caliente.
En la entonces límpida atmósfera capitalina se elevaron -en 1911- aparatos franceses y estadunidenses para efectuar las novedosas semanas aéreas, con la asistencia de un gran público para presenciar las hazañas de un socialité galo: Roland Garros, años después inmortalizado por un torneo de tenis parisino. Para principios del pasado siglo, Ernesto Pugibet, empresario de la cigarrera El Buen Tono, importó desde Europa unos gigantescos dirigibles en los que se anunciaba su empresa.
El precursor de la aviación nacional en México resultó Alberto Braniff, quien, con su aparato, el Voisin, equipado con un motor de 60 caballos de fuerza, el 8 de enero de 1910 se elevó en los llanos de Balbuena -que eran terrenos de su propiedad- y recorrió unos 25 metros. Y así como John Daniels, con una cámara completamente artesanal, captó para la historia el momento del vuelo de los hermanos Wright, hoy hace exactamente 100 años, uno de los Casasola, tuvo el honor de fotografíar al intrépido Braniff.
El vuelo de Pinocho
Un hecho poco conocido también se relata: la hazaña del michoacano Miguel Carrillo Ayala, excéntrico inventor, quien el 14 de mayo de 1936 sacudió a la apacible población de Zitácuaro de donde despegó para un aventurado vuelo al Distrito Federal a bordo del diminuto Pinocho, aparato con motor Ford, que uno al verlo hace unos años en una magnífica exposición que se montó en la explanada del edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, se preguntaba si eso podría volar.
Beatriz Espejo da amena cuenta de las anécdotas aéreas de Gerardo Murillo, el Dr Atl. Se hace, aparte, una semblanza de Luis M. Cross Barragán, quien, asegura Manuel Ruiz Romero, es el piloto mexicano sobre el que más se ha escrito. El mismo Cross, fallecido hace un año, relata sus primeros vuelos a la selva Lacandona y en nueve gráficas, proporcionadas por el Fideicomiso de los archivos Elías Calles y Torreblanca, aparecen pioneros de los vuelos incluido el famosos Charles Lindbergh.
Elba Macías recuerda que Juan Rulfo fue uno de los que treparon al Popocatépetl, en 1949, para rescatar los restos de la actriz Blanca Estela Pavón y del senador Gabriel Ramos Millán, quienes fallecieron al precipitarse su avión contra el volcán..
Otro hombre de letras, Antoine de Saint-Exupèry, también es citado y es que, se recuerda, el autor de El principito era un piloto más que competente.
Por lo tanto lectores(as), abróchense sus cinturones y dispónganse a disfrutar de este vuelo con o sin escalas.
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