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México D.F. Miércoles 17 de diciembre de 2003
LA TERQUEDAD FISCAL
El
gobierno del presidente Vicente Fox ha llevado demasiado lejos su empecinamiento
en hacer aprobar por el Congreso de la Unión una reforma fiscal
impopular y lesiva para los intereses de las mayorías; tan lejos,
que el episodio empieza a desvirtuar las pretensiones democráticas
del actual régimen.
En efecto, movido por ese afán, el grupo en el
poder no sólo ha infiltrado y fracturado a un partido de oposición,
sino que ha denostado de manera impropia, por decir lo menos, a la mayoría
parlamentaria que hace unos días rechazó la propuesta recaudatoria;
ayer, la bancada panista anunció que volverá a presentarla,
con algunos retoques, y el titular del Ejecutivo federal arengó
?es el verbo adecuado? durante todo el día a los legisladores blanquiazules
y a sus aliados del PRI para que reviertan al precio que sea el rechazo
a la iniciativa. El mandatario manifestó, asimismo, su rechazo frontal,
absoluto e irreconciliable a las propuestas alternativas elaboradas por
la oposición para distribuir en forma menos inequitativa la carga
fiscal, a las que cubrió de epítetos poco honrosos.
Si en política la forma es fondo, el extravío
de las maneras por parte de la Presidencia de la República ?el menosprecio
a las mayorías, la vergonzosa campaña mediática orientada
a presentar casi como traidores a la patria a los opositores a sus propuestas,
la terquedad de imponer al Legislativo la voluntad del Ejecutivo? denota
una rápida e inopinada pérdida de contenidos democráticos,
republicanos e institucionales por parte del foxismo en el poder.
Desde otra perspectiva, el fondo propiamente fiscal y
presupuestal de la iniciativa oficialista resulta incongruente con los
supuestos propósitos de disciplina administrativa y justicia social
tan machacados por el gobierno. Baste, para evidenciar tal incongruencia,
con cotejar la cifra solicitada para los gastos de la Presidencia de la
República con lo que se piensa recaudar por el gravamen a alimentos
y medicinas, y ver que la primera es significativamente mayor que la segunda:
¿Realmente es tan crucial e irrenunciable un impuesto que lesionaría
gravemente los bolsillos de las mayorías, pero que ni siquiera alcanzaría
para cubrir los abultadísimos gastos de Los Pinos? ¿En verdad
no encuentra la Presidencia de la República otra forma de "salir
de la mediocridad"?
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