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México D.F. Domingo 21 de diciembre de 2003
Juan Saldaña
Agonías
Perece un año más. Con los ya muy exiguos tirones que le restan, el 2003, sin embargo, acierta a ofrecernos tibias y espantables versiones de lo que puede venir más adelante. Sí, más adelante, pero muy cerca.
Aceptarlo cual se dio no ha sido tarea fácil. Enfrentamos los mexicanos, durante los últimos meses, la peor etapa quizá de nuestra historia reciente, y el secreto de este espanto ha ido perfilándose por la indefinición sobre los rumbos sociales y políticos del futuro inmediato.
Muy bien. Y ahora, Ƒpara dónde nos vamos? Con la derecha en el poder no tenemos que ir muy lejos para conocer los límites y alcances de lo que el poder desea para nuestro país. Están perfilados con nitidez. Vamos en lo económico a fortalecer nuestras propias dependencias. Diría yo. Vamos a hacerlas cada vez más explícitas y claras. No podemos negarlo. Por un camino o por el otro: transporte y comercio; migración y fronteras; acuerdos bilaterales y ofensas entre hermanos, todo va junto. Toda va por ahí.
Si no fuimos capaces de responder, de manera irracional y monolítica, a la demanda del big brother para apoyar, desde el comienzo, la guerra contra Irak; si así fue, pues con nuestro pan y nuestra angustia habremos de comer. Porque hoy, tras el hallazgo funambulesco de los restos del tirano iraquí, solamente va a haber dos tipos de naciones: las que estuvieron y las que no. Y ya lo veremos.
Fieles a los ideales de nuestra política exterior, nos asomamos tímidamente a nuestras tradiciones liberales. Después de Irak, vamos a pagar, gota a gota de nuestra sangre, la culpable infidencia.
Para nuestra política interior, Ƒqué vamos a decir? ƑCuál va a ser la nota distintiva? ƑEn dónde estamos?
Nunca hasta ahora se habían presentado más dramáticas y evidentes las diferencias que hicieron concierto de un país y hoy amenazan con constituirse en abismos. La Conferencia Nacional de Gobernadores es el gran paso. ƑA dónde irá el gobierno? Si pudiéramos, lo aceptaríamos de mil amores, pero Ƒpodemos creer que el presidente Fox y sus intereses políticos individuales y de grupo acepten la necesidad de dialogar con un cuerpo colegiado y unánime, en lo fundamental, de ejecutivos estatales?, Ƒpodemos creerlo?
Y continuando en este ámbito de la política interna, Ƒqué no se antoja como crítica, o muy cercana a la crítica -signifique esto lo que sea-, la nueva actitud del PRI ante el Presidente de México y sus ad lateres? Porque el acoso a Madrazo goza de explicación y claridades, pero nada de ahí es desprendible hacia un juicio histórico del PRI y los priístas. Porque lo hemos dicho aquí y lo reiteraremos cuantas veces sea necesario: el PRI como órgano político no se agota con los intereses de la profesora Gordillo, como tampoco lo hace con los del diputado Chuayffet. Harinas conceptuales de diversos costales, la desbocada y petardista comunicación política de México nos las entrega, todos los días, encostaladas en la misma arpillera. Falso sobre falso. Señores politólogos y periodistas, pónganse a estudiar.
Tristemente, los capitostes de la política imperante, llámense banqueros o industriales, levantan la mano gordezuela, mano ahíta de fobaproas y complicidades, levantan la manita, digo, y condenan. Nada con el PRI de Madrazo. Para la profesora esperamos instrucciones.
Y volveremos al inicio de las cosas. Efectivamente, concluye un año más y ya no queremos saber nada. Queremos cenar en familia y ver los regalos de los niños, encerrados en nuestro triste aislamiento de pueblo colonial y depauperado. Se va el año que ya se fue. El maestro Fox se nos cae de las piñatas, y lo peor del caso es que no sabemos de qué lado se cae: del lado de los niños o del lado de los guaruras. Todo se pierde en la foto. Rescaten al Presidente de su caída. Hay que rescatarlo para tres años más. La señora Marta se ríe abiertamente en medio de la foto.
Se va el año, sí, y ya se fue. Torpe agonía de una decisión de cambio que nunca llegó y de un propósito de enmienda que ya no interesa a nadie. Es la agonía del año, sí. ƑY de qué más?
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