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México D.F. Sábado 27 de diciembre de 2003

Compilador de la correspondencia inédita entre ese matrimonio, publicada por el FCE

Ratz busca desmitificar la leyenda negra de Carlota y Maximiliano

''Ella era seria, de humor sarcástico; él muy afable y gustaba de hablar con las personas''
La figura del archiduque debe revalorarse en Europa y México, considera el historiador

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

La historia de Carlota y Maximiliano se ha convertido, con el paso de las décadas, en una suma de mitos que se refieren sobre todo a sus problemas como matrimonio o los hijos ilegítimos del archiduque austriaco.

''Hasta ahora se ha creído que era una relación distanciada, inclusive desavenida", pero sus cartas demuestran todo lo contrario, expresa el historiador Konrad Ratz, compilador de Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota, que publica el Fondo de Cultura Económica (FCE).

conrad  ratz  no2_OKEsta relación entre quienes fueron los emperadores de México del 10 de abril de 1864 al 15 de mayo de 1867, ''hoy parece una telenovela, pero antes era una aventura para dos personas muy bien preparadas para gobernar, en el sentido de que recibieron una educación estupenda con maestros experimentados. Tenían un amplio bagaje intelectual europeo y la voluntad de adaptarlo a las condiciones mexicanas", señala Ratz (Viena, 1931), autor de varios libros acerca del archiduque, como Maximilian in Querétaro y Maximilian und Juárez.

Los documentos originales se encuentran en el Harry Ransom Institute de la Universidad de Texas. El archivo está integrado por 34 telegramas y 311 cartas que Maximiliano envió a su esposa entre 1856 y 1867, así como 89 cartas enviadas por Carlota al emperador entre 1864 y 1867.

Dependencia emocional

La correspondencia y otros documentos de estos personajes llegaron al castillo de Miramar en 1867 y después de declararse la enfermedad mental de Carlota fueron resguardados por Adrian Goffinet, administrador de la fortuna de la emperatriz.

En la década de los 70 la corte belga incorporó gran parte de esa documentación al Archivo Real, pero la correspondencia entre Carlota y Maximiliano ''pasó a manos de anticuarios belgas que la vendieron al doctor Ransom. Desde 1975 esos documentos son accesibles a los investigadores en el Ransom Humanities Research Center", explica en la primera parte del libro el investigador austriaco, quien llegó a México por primera vez en 1969 y, después de una visita al Castillo de Chapultepec y de tener acceso a los documentos del proceso de Maximiliano, se adentró en la investigación de este personaje.

Lo más importante de estas cartas, añade, ''no son las ideas políticas, tampoco las descripciones de los viajes, porque eso se puede leer en otros documentos. Lo más relevante es que arrojan nueva luz sobre la relación matrimonial. Maximiliano siempre le dice cosas cariñosas, que algunos interpretarán como cuestión de estilo, pero tras la separación definitiva -cuando ella viaja a Europa- las cartas son desgarradoras; él manda telegrama tras telegrama, esto es lo que prueba que dependían uno del otro. Se puede decir que era amor o que era una dependencia emocional, como se dice ahora".

La historia de esa pareja es cautivadora, porque ''para México eran personajes exóticos. Como si Benito Juárez hubiera ido a Austria, lo habrían considerado exótico. Maximiliano tenía una barba rubia y larga que en México casi no se veía. Carlota era una dama, una verdadera princesa".

Personas aventureras

Maximiliano y Carlota, explica Ratz, ''fueron personas un poco aventureras, porque ningún príncipe de Europa tenía mucho interés en aceptar la corona de Moctezuma. El hecho de que él aceptara demuestra que eran personas de mucha iniciativa y también aventureras. En eso se parecían, la diferencia estaba en sus caracteres. Carlota era bastante seria, de humor sarcástico, mientras Maximiliano era como un papalote, muy afable y le gustaba hablar con la gente".

De esa correspondencia se extraen además datos de cómo era México, sus problemas y su población. Maximiliano gustaba de contarle a su esposa lo que veía o lo que hacía.

Ratz considera que esos viajes no eran ''turismo de lujo, sino de información. Quería darse a conocer a los mexicanos, informarse sobre la marcha de cuáles eran los problemas más graves. Su correspondencia es como un diario de viaje, las partes que desconocemos se pueden obtener de la prensa de la época".

La figura del archiduque, hermano del emperador de Austria, Francisco José, debe revalorarse tanto en Europa como en México, subraya Konrad Ratz.

''Es necesario ver sus intenciones y que no gobernó solo, que sus ministros eran mexicanos; los extranjeros estaban en su gabinete de consejeros. Tuvo un ministro de Hacienda francés, pero no había otros con algún puesto importante."

La misión de Maximiliano de Habsburgo en México fracasó porque ''era imposible. Era muy difícil gobernar a un país que había estado en guerra durante 50 años. Carlota le dijo una vez: 'tú puedes ser liberal, pero nunca tan liberal como Juárez. Puedes tener ideas democráticas, pero los verdaderos demócratas están del otro lado. Además, tú no naciste en México'".

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