México D.F. Martes 6 de enero de 2004
Entusiasmo del restaurador al recibir esa encomienda
para una obra tan relevante
Recrea Tomás Zurián cómo removió
de un mueble el fresco de Orozco
El mural debió ser retirado con rapidez para
evitar perjuicios de la humedad ambiental
Se aplicaron telas y colas para preservarlo y luego
fue enrollado, explica
MERRY MAC MASTERS
Al recibir Tomás Zurián la encomienda de
desprender el mural La primavera, de José Clemente Orozco,
en la casa del médico José Moreno Sánchez, el especialista
estaba más que calificado, pues antes el restaurador ya había
desprendido 100 metros cuadrados de pintura mural de Xavier Guerrero que
se encontraban en la residencia del director de la entonces Escuela de
Agricultura de Chapingo, que sería demolida para construir un auditorio
de mayor capacidad, así como La piedad en el desierto, mural
que Manuel Rodríguez Lozano pintó en Lecumberri durante su
estancia en prisión.
Inclusive
Zurián participó directamente con Leonetto Tintori, cuando
el afamado restaurador italiano vino a desprender siete murales de Diego
Rivera en la Secretaría de Educación Pública. En 1970
Zurián fue becado por el gobierno de Italia para estudiar en ese
país y así pudo participar en muchos desprendimientos -de
la época de Augusto en la casa de su esposa Livia, en el Monte Palatino,
en el Palazzo Piti en Florencia y de pintura manierista con Tintori- y
transporte de pintura mural.
Cuando el hijo del galeno, Jorge Moreno Maure, se puso
en contacto con Zurián, éste se entusiasmó con la
posibilidad de aplicar sus conocimientos en relación con un fresco
''tan relevante" como éste de Orozco. Respecto de esa acción
-su diagnóstico está fechado el 20 de septiembre de 1972-,
Zurián expresa: ''Debí haber hecho una visita para ver las
condiciones del mural que estaba como en un pequeño salón
dentro de la sala. Orozco lo había pintado encima de un mueble.
Por cierto, a un lado había una ventana que le daba una luz extraordinaria
y permitía exhibirlo muy bien.
''Recuerdo que el mural debía ser desprendido con
mucha rapidez, lo que, como restaurador, me enfrentó a un problema
a veces muy severo: un fresco no debe desprenderse en época de lluvias
porque las colas que se adhieren con las telas a la pintura que se va a
desprender asimilan fácilmente humedad del entorno ambiental, lo
que hace que no se sequen. Y, mientras no se sequen, no se puede desprender
el fresco del muro."
El proceso de encolado
Con Moreno Maure se convino en remover sólo la
película de color que había pintado Orozco. No eran de interés
los aplanados de cal y arena. Zurián y su ayudante hicieron los
preparativos: retiraron el mueble, limpiaron el mural, eliminaron las grasas
que pudiera tener, fijaron los colores. Había una pequeña
humedad y en la parte superior izquierda el mural se había lesionado
en una renovación de la casa, pero eran ''problemas menores", apunta
Zurián.
Un día decidieron actuar: ''Se compró el
material, se prepararon las telas y procedimos a cubrir el mural con las
colas que se tienen que aplicar muy calientes, pues el muro es frío,
para que se adhieran muy bien sobre la superficie de la pintura. Primero
se aplicó una película de cola, después una tela de
manta de cielo delgada. Luego una segunda capa de cola, luego una tercera
y una tela gruesa del tamaño del mural y un cuarto y último
encolado".
Todo estaba listo. Al otro día, no obstante, se
soltaron unas lluvias torrenciales, por tanto, las colas no se secaron
y no se podía hacer nada. Entonces ''aislamos con un plástico
grande el área del mural, sellamos perfectamente bien e hicimos
incidir radiaciones infrarrojas, también un poco de calor con parrillas,
para acelerar el secado de las colas. Pero no era suficiente, porque afuera
el ambiente estaba húmedo. Por fortuna, cuando estábamos
más angustiados, una madrugada cesó la lluvia, salió
un sol esplendoroso y con el calor de esa mañana en el entorno ambiental
pudimos desprender en perfectas condiciones el mural.
''Por el reverso se vinieron unos pedazos del aplanado
de cal y arena, pero con unos martillos de goma se eliminaron y sólo
quedó la pura película de color -su espesor es el de un ala
de mariposa- adherida a las telas. Una vez eliminados los excedentes de
cal y arena el mural se pudo enrollar y ser llevado, claro, con un soporte
interior para que no fuera a doblarse."
Ya en el taller del entonces Centro Nacional de Conservación
de Obras Artísticas se hicieron el resto de los procesos consistentes
en dejar totalmente limpia la parte anterior del mural, fijarlo y volver
a hacer el mismo que con el desprendimiento. De nuevo se puso una tela
delgada de manta de cielo en la superficie y después otra manta
gruesa. Lo interesante de este procedimiento, explica Zurián, es
que en esta segunda etapa hay que poner en el reverso un tipo de adhesivo
que sea insoluble en el agua, porque para eliminar las colas con que se
hizo el desprendimiento es necesario usar agua caliente o vapor muy caliente.
Liberado de los colantes iniciales es cuando ya viene
la limpieza, después el resanado de alguna parte faltante y al final
la reintegración de color. En el caso de La primavera fue
mínimo lo que se añadió de color, porque el mural,
salvo esos dos pequeños detalles, se encontraba en bastante buen
estado de conservación. Finalmente, se fabricó por el reverso
un soporte rígido con fibra de vidrio y resinas epóxicas
con refuerzos para que todo el tiempo se mantenga su estabilidad mecánica.
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