México D.F. Sábado 17 de enero de 2004
Basado en convenios internacionales el gobierno
justifica la presencia de agentes de EU
"Debía cumplirse" el operativo de la
FBI en aeropuertos, dice Cerisola
Ojalá el foxismo defendiera igual acuerdos firmados
en derechos humanos, dice diputada a Creel
MIREYA CUELLAR Y RENATO DAVALOS
Si el gobierno no hubiera aceptado las revisiones y medidas
de seguridad aeroportuaria que Estados Unidos le "notificó" que
"deberían cumplirse" -y que causaron molestia a quienes en diciembre
pasado visitaron ese país-, "simple y sencillamente" los aviones
mexicanos no habrían tenido permiso de aterrizar "en suelo estadunidense".
Así explicó ayer el secretario de Comunicaciones y Transportes
(SCT), Pedro Cerisola, la reciente presencia de agentes estadunidenses
en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Informó que fueron 15 los agentes acreditados por
Estados Unidos para el "intercambio de información": verificaban
pasaportes cuando, por ejemplo, había sospecha de que fueran falsos.
Cerisola no pudo recordar con precisión la fecha en que los agentes
concluyeron actividades en la terminal aérea. Dijo que llegaron
el 23 de diciembre y se fueron el 2 o 3 de enero.
En una comparecencia conjunta de tres secretarios, el
de la SCT, el de Gobernación, Santiago Creel, y el de Seguridad
Pública, Alejandro Gertz Manero, el gobierno federal dio ayer al
Congreso una explicación -"extemporánea" para la oposición-
sobre la actuación de agentes de la Oficina Federal de Investigaciones
el fin de año pasado en aeropuertos mexicanos.
Comunicaciones
Cerisola
describió con algunos detalles cómo se sucedieron las cosas.
El día 21 de diciembre se comunicó con él su homólogo
estadunidense para decirle que ese país entraba en "alerta naranja",
y le notificó la serie de medidas de seguridad que "deberían
cumplirse" para que las aeronaves mexicanas pudieran entrar en Estados
Unidos. Posteriormente la cancillería recibió un comunicado
oficial y después hubo una llamada de Washington a Santiago Creel.
Confirmó que en una ocasión el vuelo 490
de Aeroméxico -México-Los Angeles- tuvo que regresar y que
fue particularmente atendido porque Estados Unidos "nos informó
que tenían reportes de inteligencia de que una aeronave mexicana
podría ser utilizada para cometer actos terroristas; una nave que
iba a Los Angeles y era de Aeroméxico".
Intentó aclarar que los extranjeros nunca revisaron
directamente a los pasajeros nacionales, pero dijo que cuando los primeros
sospechaban alguna irregularidad, lo comunicaban al personal mexicano para
que actuara.
Aclaró que si algún ciudadano decidía
no someterse a las revisiones, estaba en su derecho de no aceptarlas y,
por tanto, no viajar. Como gobierno, precisó, México sólo
hubiera tenido la alternativa de cancelar todos los vuelos.
El saldo del operativo de esos días fue:
dos maletas (abandonadas) que dieron prueba positiva con explosivos; una
en Acapulco y otra en Tijuana. Se decomisó un paquete de juegos
pirotécnicos en un equipaje de mano en Guadalajara y 32 cartuchos
de arma de fuego en Mérida, en un vuelo a Houston.
La información del secretario de Comunicaciones
echó abajo el discurso político de Creel, quien en todo momento
pretendió hacer creer a los legisladores que la decisión
de declarar la "alerta naranja" había sido tomada por el Comité
Nacional de Seguridad Aeroportuaria, en el que participan dependencias
federales como Gobernación, SCT, Defensa y la Procuraduría
General de la República.
Cerisola reconoció -cuando le requirieron la versión
estenográfica de la reunión en que se tomó la supuesta
decisión- que en realidad no hubo tal reunión, pues ante
la llamada de los estadunidenses sólo hubo comunicación telefónica
entre los secretarios.
Los diputados y senadores de PRI, PVEM, PT y PRD quisieron
acorralar a Creel. Le pidieron que dijera "la verdad" sobre quién
había ordenado los detalles del operativo. Como su respuesta
fue que dicho comité "sesionó y resolvió precisamente
sobre la alerta número tres", la diputada Ileana García Laguna
mostró al pleno una copia de la orden emitida por el Departamento
de Seguridad Interna de Estados Unidos, con fecha 28 de diciembre, "donde
se establecen todas las acciones que ustedes permitieron que agentes de
Estados Unidos hicieran en nuestro territorio. Aquí está
el documento, señor secretario".
Le recriminó: "prometimos conducirnos con la verdad
y no lo ha hecho usted así".
Creel refutó las acusaciones sobre violaciones
a la Constitución o a la soberanía. Fue más allá:
dijo que México tenía "la obligación ineludible" de
aceptar la presencia de los agentes estadunidenses y de cumplir las "garantías
específicas" solicitadas por ese país, porque hay dos tratados
firmados y un convenio internacional que lo obligan.
Justificaciones
La justificación jurídica de los funcionarios
giró en torno a lo mismo: dos tratados ratificados por el Senado,
uno firmado hace 60 años (1944) y otro de 1973, donde se establece
que "cada Estado contratante asegurará que se cumplan, en la medida
de lo posible, las demandas de controles especiales de seguridad, formuladas
por otros estados con respecto a un determinado vuelo o vuelos".
El Convenio sobre Aviación Civil Internacional,
suscrito por 188 países (1944) y ratificado por el Senado (1946),
dice en su anexo 17 que "cada Estado contratante compartirá, en
la medida de lo posible, con otros estados contratantes la información
sobre amenazas que se relacione con los intereses de seguridad de la aviación
de dichos estados", pero que los firmantes "considerarán las solicitudes
formuladas por cualquier otro Estado, para permitir que personal armado
pueda viajar a bordo de aeronaves".
Otro convenio, el de la Represión de Actos Ilícitos
contra la Seguridad de la Aviación Civil, ratificado por los senadores
(1974), fue puesto sobre la mesa por el equipo foxista. Y otro más,
el del 3 de julio de 1992, emitido por Gobernación, Relaciones Exteriores
y PGR, en el que se estipula la normatividad "que regula la estancia temporal
de agentes extranjeros y técnicos especializados en México".
"En él -dijo- se establece con claridad que dichos
agentes pueden realizar tareas de observación, enlace e intercambio
de información en el territorio nacional".
Así que el gobierno en funciones, expresó
Creel, lo único que hizo fue "acatar en sus términos" los
convenios y acuerdos internacionales que, ratificados por el Senado, son
"ley suprema de toda la Unión". Esta aclaración sería
usada por la diputada perredista Ileana García Laguna para decir
con sarcasmo que ojalá el foxismo defendiera con la misma intensidad
la aplicación de otros convenios internacionales firmados por México,
sobre todo los relacionados con los derechos humanos.
La comparecencia se desarrolló durante largo rato
en un tono comedido. Tanto, que los asesores de Creel se daban tiempo para
bostezar. La decisión de la diputada García Laguna de llevar
hasta el asiento del secretario un ejemplar de la Constitución del
país dieron paso a las risas y espantaron el tedio. La diputada
le marcaba en la Carta Magna los artículos 16, 21, 39, 41 y 123,
"que se violentaron" este fin de año.
¡Cuánta ignorancia!
Iban a dar las 3 de la tarde -la comparecencia inició
a las 11 de la mañana- cuando Creel resbaló. Molesto porque
el senador priísta de Morelos, David Jiménez, le dijo que
si fuera su alumno en la Facultad de Derecho lo reprobaría -por
aquello de asumir en la práctica la supremacía de acuerdos
internacionales sobre la Constitución-, el titular de Gobernación
(que es abogado) se quiso desquitar y exhibirlo como poco conocedor del
tema al señalar que en 1919 "no había aviones", como respuesta
a la mención que el priísta hizo de un acuerdo internacional
de aviación de ese año.
-Perdóneme... ¡cuánta ignorancia,
señor secretario! -dijo a Creel con tal tono de pena ajena el senador,
que en el salón Verde de San Lázaro hubo un largo silencio
coronado con el rojo intenso que inundó el rostro del funcionario.
Irritado, Creel soltó a manera de conclusión
que "las molestias a los pasajeros en tránsito en el aeropuerto
son fundadas y motivadas, por tanto permitidas, por tanto constitucionales
y por tanto no pueden ser violaciones a los derechos humanos".
Pedro Cerisola completó el encuentro con un comentario
que, por el lugar donde fue dicho, levantó un rumor de estupor:
"Más allá de tratados y de la Constitución, está
la seguridad de los pasajeros".
Así concluyó una rendición de cuentas
"extemporánea", durante la cual los panistas no encontraron mejor
argumento para defender la actitud de su gobierno que descalificar las
críticas llamando a los priístas "nacionalistas trasnochados"
por apoyar en los gobiernos anteriores la apertura al exterior "sin querer
asumir los riesgos".
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