Juan Arturo Brennan

Chávez de cámara

Hace algunos años, escuché este comentario: ''Lo que pasa es que el medio musical mexicano sigue dominado por los chavistas, por lo que es imposible difundir y promover la música de otro compositor que no sea Chávez".

Más recientemente, alguien me dijo: ''Ya hace algún tiempo que no se hace nada por Chávez, y ya es hora que se sepa algo de él".

El contraste evidente entre tales afirmaciones (hechas por personajes muy cercanos al corazón de nuestro medio musical) es un indicio de la capacidad que la figura de Carlos Chávez (1899-1978) sigue teniendo para generar polémica. Estas visiones, así como otras apreciaciones más extremas que han sido expresadas respecto al notable compositor mexicano parecen reafirmar el hecho de que el ámbito cultural sigue siendo proclive a funcionar con base en camarillas, sean poéticas, literarias, plásticas, teatrales, dancísticas, cinematográficas o musicales.

Sea como fuere, el caso es que más allá de las consideraciones que puedan ser hechas respecto de Chávez, como educador, administrador y figura pública en el ámbito de la política cultural, el estudio, promoción y difusión de su música son labores indispensables a las que, en efecto, se ha puesto menos atención de la debida; en este sentido, las acciones más destacadas las realizó sin duda Eduardo Mata (1942-1995), el alumno más notable de Chávez y su más convencido promotor.

Como muestra de lo mucho que falta por hacer sobre la música de Carlos Chávez en México, doy noticia aquí de la aparición muy reciente del primer volumen (de cuatro en total) de la grabación integral de su música de cámara... producida y realizada en Estados Unidos.

Se trata de una producción del ensamble de cámara Southwest Chamber Music, fundado en 1987 y asentado en Pasadena, California. Como soporte institucional de este proyecto se ha formado un Comité Chávez, encabezado por Ana Chávez, hija del compositor, e integrado por un grupo de personas asociadas a diversas instituciones culturales californianas, grupo en el que hay un solo músico, William Kraft, y en el que brillan por su ausencia los músicos mexicanos.

Además de las grabaciones de la obra camerística de Chávez, el proyecto considera actividades musicales y educativas complementarias. La selección de obras que conforman el primer disco permite un buen acercamiento a dos facetas distintas del pensamiento musical de Chávez.

Por una parte, se han grabado aquí las tres Invenciones (piano, trío de cuerdas y arpa, respectivamente), quizá las muestras más notables del severo pensamiento no repetitivo del compositor. Por otra, este cd contiene también la Suite para doble cuarteto, basada en la música de su ballet La hija de Cólquide, en la que aflora el Chávez lírico y expresivo.

La audición de esa Suite permite hallar algunos puntos de contacto entre algunas de sus páginas y la música de Aaron Copland (1900-1990), colega y amigo cercano de Chávez. Por tanto, no está de más recordar que en 1942 ambos recibieron encargos simultáneos para crear sendos ballets dedicados a la gran coreógrafa y bailarina Martha Graham.

Después de muchas peripecias, Chávez produjo La hija de Cólquide y Copland entregó la partitura de Appalachian spring. La última pieza grabada en este disco es el austero, contemplativo y hasta cierto punto arcaizante solo de oboe titulado Upingos, creado en 1957 por encargo de Salvador Novo, para acompañar una puesta en escena del Hipólito, de Eurípides.

Las interpretaciones y la grabación de estas obras de Chávez son de muy buen nivel; las notas que acompañan al disco (firmadas por Jeff von der Schmidt) son completas en sus referencias históricas y certeras en sus apuntes estrictamente musicológicos, y a pesar de que hay en ellas un par de observaciones un tanto condescendientes sobre aspectos de la cultura mexicana, resultan buen complemento para la audición de la música.

Por cierto, se menciona en ese disco que se trata de la primera grabación de las Invenciones II y III, lo cual en rigor no es así, pues existe una antigua versión de la Invención III grabada por la arpista mexicana Lidia Tamayo.

Se trata sin duda de un proyecto discográfico importante al que bien vale la pena dar seguimiento. Ojalá que la aparición de esos compactos motive a nuestras instituciones a prestar más atención a la grabación de la obra de un compositor tan relevante como Carlos Chávez.