Presentan hoy su disco para combatir el frío con música

El grupo Tlalixtac se lanza al rescate del son veracruzano

ARTURO CRUZ BARCENAS

Hoy, el sonido del arpa, "uno de los más encantadores de todos los instrumentos", se escuchará al lado del de la jarana para que quien no se entuma baile un son, el de Tierra Blanca. "No importa que haga frío, nosotros les daremos calor con nuestra música, de la región donde el calor llega a 40 grados bajo la sombra", expresaron los integrantes del grupo Tlalixtac, que presentará en vivo y a todo color su segundo disco, titulado Cuenqueños de raza pura (Ediciones Pentagrama).

Tlalixtac significa, en náhuatl, tierra blanca, donde la naturaleza se hace sentir, ver, oír, oler y saborear. "De eso hablan y suenan nuestros sones", expusieron los integrantes de este conjunto formado en 1992: Carlos Barradas, Noel Ramos, Juan Carlos Seba (El Hueso), José Jacinto García y Jorge Márquez, quienes se han dedicado al estudio, conservación y difusión de la tradición de su región, a contracorriente, con escaso apoyo de las radiodifusoras, a veces entre el ninguneo de "los viejos" acerca de su trabajo, y de la cotidiana obligación de llevar "la chuleta" a casa.

Se consideran émulos, tan sólo eso, de los maestros Mario Barradas y Rutilo Marroquín. Han ido a alegrar gente a casi toda la República y allende fronteras: Venezuela, España, Bolivia, Cuba, Canadá, Rumania. Durante dos años han musicalizado la obra teatral Tierra mestiza, protagonizada por Gonzalo Vega. En su nuevo cidí interpretan temas súper tradicionales, de esos que se sabe están en la conciencia colectiva, como El buscapiés, La bamba, El toro zacamandú, El ahualulco y El pájaro carpintero, hasta completar 14 que evocan magia y poesía, el alma jarocha.

Desde chavitos han jaraneado, lo cual les da autoridad para decir que la migración ha dejado a Tierra Blanca sin músicos, por lo que existe el riesgo de que se pierda este género. "Lo que afecta es el predominio de la música comercial, que está hecha para vender, pero que es repetitiva, pobre en sus letras. Nosotros tocamos sones donde no se repite una sola frase en varias horas".

Añadieron que hay malinchismo, consumismo de lo extranjero. "Eso nos absorbe. Cuando nos llegan a contratar la gente no lo hace por el gusto de oír la tradición, La bamba, El jarabe loco, sino como una pieza artesanal. Se vuelve extraño lo que es propio y pasa uno inadvertido durante la comida; no te ponen atención".

Sobre el arpa, dijeron que son ilimitadas sus posibilidades musicales, las cuales marcan la música de Tierra Blanca. "Lo lamentable es que haya niños veracruzanos que no conozcan ese instrumento, y menos lo han oído". Para ellos, el cine de los años 40 creó un estereotipo del jarocho que no corresponde con la realidad. "Aparece alegre, echando dichos y palabrotas, pero no es así. También tiene problemas y retos como cualquier otra persona". Como profesionales del son jarocho, criticaron a los viejos músicos de su región que se oponen al cambio y a las nuevas propuestas sonoras que enriquecen la tradición. "Nos dicen de cosas, pero vamos a seguir adelante".

Para quienes quieran comunicarse con ellos, llamar al 5545-9880 o conectarse a tlalixtac92@latinmail. Si quiere hacer un fandango en casa, ellos, aseguraron, se acomodan al precio.

La cita es hoy, a las 20 horas, en el auditorio del Instituto Mexicano de la Radio (Mayorazgo 83, colonia Xoco, a espaldas de la Cineteca Nacional, la entrada es libre, pero el cupo, limitado.