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México D.F. Sábado 24 de enero de 2004
Antiguo bastión de Paz y Justicia, alberga
a sus principales derivaciones
Tras Ocosingo y Chenalhó, Tila es el municipio
más militarizado de Chiapas
"La organización trabaja a la par" del gobierno
de Salazar Mendiguchía, escribe diario local
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Tila, Chis., 23 de enero. Este municipio de la
zona norte, en su mayoría habitado por choles, padece un estado
agudo de militarización, que en nueve años no ha logrado
volverse crónico. Es el más militarizado, después
de Ocosingo y Chenalhó, y donde más directa ha sido la relación
entre el Ejército federal y las organizaciones civiles priístas
que jugaron (y algunas todavía lo hacen) un papel paramilitar.
Fue el bastión de Desarrollo, Paz y Justicia en
sus años de apogeo (1997-2000), y lo es aún de sus principales
derivaciones, como Unión de Comunidades Indígenas Agropecuarias
y Forestales (Uciaf). Los gobiernos municipales pertenecen al espectro
de Paz y Justicia, mientras las posiciones militares fijas, muy fijas,
han permanecido sensiblemente activas en la cabecera municipal de Tila,
en Limar, Nuevo Limar, Melchor Ocampo y Emiliano Zapata. La "cuenca madre"
de Paz y Justicia.
Los tiempos han cambiado. Algunos miembros de dicha organización,
originada y animada desde el gremio magisterial, han pasado cortas temporadas
en la cárcel. Porciones importantes de sus bases se han deslindado
de las acciones violentas en partes de la zona norte. Sin dejar el PRI,
se han vuelto partidarias del gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía.
El dirigente de Paz y Justicia en Palenque, Sebastián Espinosa Martínez,
reconoció el "apoyo" del gobernador, "así como su sistema
de gobierno". De acuerdo con el Diario de Chiapas en su edición
de hoy, "la organización se encuentra trabajando a la par de este
gobierno, enfocados siempre al desarrollo social, donde los indígenas
más vulnerables son la prioridad".
Por
su parte, la cercanía entre Paz y Justicia y el Ejército
federal no es un secreto. Los mandos de la Séptima Región
Militar, cabeza de todas las zonas militares de Chiapas, poseen un contacto
directo con estos campesinos. En 1997, el general Mario Renán Castillo,
comandante del Ejército en la zona de conflicto, fue testigo de
honor en la entrega de recursos gubernamentales a la organización.
La semana pasada, antes de ser relevado en el cargo, el
general Mario Juárez Navarrete, comandante de la Séptima
Región Militar, acudió personalmente al ejido Emiliano Zapata
para intentar disuadir, amenazando incluso a los indígenas que exigen
la salida de la base castrense instalada en la comunidad.
Por tanto, no resulta sorprendente que el general Juan
Morales Fuentes, con menos de una semana al frente de la Séptima
Región Militar, fuera ayer el interlocutor de los ejidatarios de
Emiliano Zapata que exigen que se vayan las tropas federales.
Las bases de operaciones del Ejército federal en
Tila pertenecen a la 39 Zona Militar de Toniná, que ha sido de hecho
la plataforma de lanzamiento de la muy integral estrategia contrainsurgente
aplicada en la zona norte: Chilón, Yajalón, Tila, Sabanilla,
Tumbalá. Pero su importancia es tal que en ocasiones reclaman la
presencia de comandante de la Séptima Región Militar, que
incluye las zonas 39, 31, 38 y 36. Ese es el nivel de interlocución
con Paz y Justicia, y el nivel de importancia de las posiciones militares
en territorio chol.
Escena de la zona norte
Tardé en comprender que no se trataba de un juego
pueril, aunque no eran otra cosa que niños. En algún punto
entre la desviación a las cascadas de Agua Azul y la base militar
en Xh'anil, sobre la carretera Palenque-Ocosingo, un endeble lazo de liana
estaba cruzado. Un extremo de la liana hacía un nudo a los matorrales;
en el otro extremo, un niño como de ocho años la sostenía
con sus deditos. A mitad del carril, desafiante, un niño de 10 años
blandía un machete reluciente. Me marcó el alto. Un tercer
niño, mayor, quizá de 12 años, era el encargado de
negociar, y se acercó a la ventanilla del carro.
"Dinero", dijo con la mano extendida.
"¿Y por qué?", pregunté, no viendo
Guadalupana o Niño Dios con cuyas fiestas cooperar.
El del machete percibió que había problemas
y tomó el asunto en sus manos. Era el jefe. ¿Tzeltal o chol?
Con una resortera (tiradora le dicen acá) en torno al cuello,
y mirada fiera, se aproximó y dijo: "Tienes que darnos dinero porque
no hay paso". Resistí: "¿Y por qué no hay paso?".
Su respuesta: "Porque no has dado dinero. O si no..."
Dio un paso atrás, alzó el machete y me
miró bien fiero. Seguía pareciéndome un juego. Revisé
al aguerrido chavito de arriba abajo, casi con la ternura y condescendencia
que uno otorga a los niños. Error de mi parte. La amenaza iba en
serio. Y bueno, también Billy The Kid empezó desde
pequeño. Si en vez de machete el niño ha traído una
pistola, hubiera respondido a mi mirada condescendiente y mamona con un
tiro, supongo.
No hay que subestimar la mocedad criminal. El primer mexicano
que subestimó al niño aquel en una cantina del Viejo Oeste,
allí murió de bala. Billy The Kid se había
"formado" en las pandillas de Nueva York; las mismas de la película
de Martin Scorcese. (Tanto para dichas pandillas, como para el caso de
Billy The Kid, se recomienda consultar Historia universal de
la infamia, de Jorge Luis Borges.)
Creyendo cubierto el peaje, me disponía a arrancar,
y el chavito me gritó, golpeando la portezuela: "Todavía
no. Falta el dinero para ese niñito", y señaló al
sostenedor izquierdo de la liana sobre la cinta asfáltica. Todavía
me reí, y agregué otra moneda como quien deja propina. No
fue sino hasta que vi la indignación en los ojos del chavito que
caí en la cuenta de que había sido un asalto en serio, no
una travesura.
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