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México D.F. Sábado 24 de enero de 2004

Carlos Montemayor

Fox y Kirchner

Cada vez más, por no decir a cada hora, el gabinete del presidente Fox insiste en demostrar la incapacidad que padece. Incongruencias, incompetencia, declaraciones contradictorias, desinformación, manipulación de datos, cinismo, van desmoronando irreversiblemente los contornos de la administración federal foxista. Por desgracia hay dos constantes que quieren continuar hasta el último minuto de la administración: una, la desmesurada obediencia a las empresas trasnacionales; la sumisión, no al servicio público, sino a los negocios privados; otra, la primero vacilante y ahora abierta obediencia al gobierno caprichoso de George W. Bush.

Tales sumisiones, sin embargo, no han producido los buenos resultados que desean los miembros del gabinete, los inversionistas trasnacionales y el presidente estadunidense mismo. Acaso Vicente Fox y sus colaboradores no han tenido lo suficientemente claro el tipo de sometimiento que el gobierno de Bush espera y exige del gobierno mexicano, y se confunden con la docilidad ciega, de forma y fondo, en diplomacia, economía, recursos naturales, cultura, vigilancia en aeropuertos, cinematografía, agua. Inclusive en varios momentos el presidente Fox ha confundido, en aras del servilismo, las funciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores no sólo por los errores cometidos con Cuba y Venezuela, también por la función de las "cumbres" celebradas en territorio mexicano.

El primer encuentro internacional organizado por la administración Fox fue con naciones de las costas del Pacífico, en Baja California. La reunión se descompuso por el celo antiterrorista de Bush, más preocupado entonces por invadir Afganistán que por alcanzar acuerdos económicos nuevos; más interesado en buscar aliados para la guerra que en facilitarle a México otras rutas de intercambio económico. Posteriormente, la reunión de la Organización Mundial de Comercio celebrada en Cancún fue un fracaso quizás insuperable y un gran desperdicio de oportunidades políticas para la proyección internacional de la administración Fox.

En esa reunión de Cancún, la diplomacia que condujo la toma de acuerdos mínimos estuvo a cargo de los ministros de Estados Unidos y de Brasil, no del representante de México, no del autoproclamado puente entre Latinoamérica y el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Las dos cumbres de Monterrey, por su parte, han evidenciado el apresuramiento, la torpeza y el servilismo de la administración Fox a los ojos de todo el continente. En otras palabras, el gabinete de Vicente Fox no está haciendo bien su trabajo de genuflexión ante los grandes consorcios trasnacionales; tampoco en la diplomacia. Esto puede verse al menos en el caso de los negocios claros, porque en los turbios avanzan los contratos de servicios múltiples a buen paso. Digo turbios, porque ahora quieren legalizar estos procedimientos de privatización con reformas a leyes secundarias a fin de "dar seguridad y certidumbre" a los inversionistas que han entrado por esa puerta provisional al jugoso negocio de los energéticos mexicanos.

Pero en la llamada Cumbre Extraordinaria de las Américas celebrada recientemente en Monterrey destacaron varios aspectos que la administración Fox no esperaba ni deseaba. Una, el rechazo a que se le considerara a Vicente Fox lacayo del presidente Bush (rechazo a estas alturas totalmente inútil). Otra, que no es posible incluir a todos los presidentes del continente en un dócil rebaño. Otra más, y esto es quizás lo más importante, que ahora no todos los gobiernos de Latinoamérica quieren retroceder en la misma dirección que el gobierno de Vicente Fox. El ejemplo más notable es el del presidente argentino Néstor Kirchner.

En efecto, el presidente Kirchner está dispuesto a reconocer 25 centavos por cada dólar de la deuda externa, pues de otra manera afirma que se afectará irreversiblemente el desarrollo de Argentina. No es fácil asumir una decisión así, sobre todo con la presión del Fondo Monetario Internacional y del gobierno de Bush en los corredores mismos de la Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey.

Nuestros países han estado sometidos a un tratamiento injusto en la deuda externa. Hace poco recordábamos a los lectores de La Jornada que México ha pagado en los pasados 10 años al menos dos veces el monto de su deuda externa sin que el saldo disminuya. Entre pagos de intereses y de capital, en la última década México erogó por compromisos de la deuda externa 288 mil millones de dólares, más de dos veces la totalidad de la deuda que hace 10 años era de 117 mil 600 millones. Esta considerable suma, 288 mil millones de dólares, equivale casi al doble del total del gasto público que ejerce el gobierno en un año y también equivale a 45 por ciento del valor del producto interno bruto (PIB).

Recordábamos también al lector que al término de la Segunda Guerra Mundial el monto de las reparaciones que debía pagar Alemania a los aliados ascendía a 5 por ciento del PIB y que el adeudo fue cancelado por los países acreedores, ya que lo consideraron excesivo para la descapitalización de la economía alemana. ƑPor qué México y otros países latinoamericanos no han recibido un tratamiento semejante al de Alemania como enemigo de guerra? Porque acaso ahora no hay guerra fría y consideran que es posible explotar indefinidamente a nuestros países.

Néstor Kirchner está dispuesto a reconocer 25 centavos por cada dólar de la deuda argentina, aunque Bush considera que esto no es ser amable con los deudores internacionales. Pero Kirchner está planteando no una renegociación de la deuda para pagar más en más tiempo, sino establecer un nivel de justicia con el país y una posibilidad real de liquidar la deuda. No es la primera vez que las reducciones o condonaciones de la deuda externa constituyen un tema de negociación. El gobierno de Bush, ahora como parte interesada, por ejemplo, gestionando la condonación o la significativa reducción de la deuda externa de Irak. Es curioso que, en cambio, exija que nuestros países sean "amables" con sus deudores y paguen varias veces el monto de la deuda.

La decisión de Kirchner está a la vista. ƑCuál es, por su parte, la decisión de Fox? Despedir a 50 mil trabajadores al servicio del Estado para ahorrar una considerable suma de dinero que sirva para pagar la deuda con los bancos, para pagar los estragos del robo más descarado e injustificado de toda la historia de México.

Claro que esta medida de Fox va más allá de lo anecdótico. El despido permanente de trabajadores al servicio del Estado corre paralelo a la reducción del Estado mismo. El propósito de esta reducción no es el ahorro, tampoco lograr un Estado más eficiente. La liquidación, fusión, desincorporación o extinción de organismos y empresas públicas y la liquidación de trabajadores tiene como propósito eliminar los obstáculos para los negocios de empresas trasnacionales en numerosos campos de la economía, los energéticos, los recursos naturales, la educación y la tecnología. Ceder el país a los conocimientos técnicos de las multinacionales constituye un paso más en el proceso de conversión de un Estado moderno y soberano en una gerencia regional al servicio de los consorcios trasnacionales y al servicio del tributo llamado hoy deuda externa.

La Cumbre Extraordinaria de las Américas fue útil, pues, para evidenciar que México ha empezado a rezagarse en múltiples sentidos políticos y económicos. Para evidenciar también que en estas condiciones y en el particular momento que viven algunos de nuestros países latinoamericanos, México no podrá servir como puente, sino sólo como un inexperto observador.

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