México D.F. Sábado 24 de enero de 2004
El gobernador tradicional pide ayuda para el
médico que diario atiende a 50 o 60 personas
Sin empleo y sin cultivos, más de 60% de los
jóvenes pame emigra hacia EU
Los padres arrebatan a los niños los 325 pesos
del programa Oportunidades para gastarlo en cervezas, narra el maestro
de primaria; el alcoholismo va en aumento
RENATO DAVALOS /II
Santa Maria Acapulco, SLP., 23 de enero. Santa
María se prepara para las fiestas de la virgen. Por el empinado
trecho que culmina junto a la iglesia, el ronroneo del motor cansado del
camión de la Corona rompe el silencio de la región pame.
La empresa busca "consolidar un mercado cautivo". El método es sencillo:
el distribuidor de cerveza dona para obras 20 mil pesos a la comunidad
a cambio de cierto número de cajas consumidas.
El
aire rezumba en este pueblo sin jóvenes. El maestro Victoriano Hernández
traza en una cifra el panorama; entre 60 y 70 por ciento se ha ido a Estados
Unidos. El hijo de don Rufino López -cantinero y hechicero de la
comunidad- tiene apenas 14 años y ya está en Texas. Su padre
no sabe en qué sitio. "No puedo hacer nada más que esperar",
dice levantando la mirada de la cesta donde desenvaina el frijol.
El cura Javier Hernández Tovar concurre cada dos
meses a la iglesia de Santa María Acapulco para predicar, bautizar
y casar. Es una capilla de piedra derruida, de paredes descarapeladas y
santitos de brazos cercenados.
En la sede eclesiástica de Lagunillas -a 20 kilómetros
de Santa María-, Hernández Tovar dice que tiene que atender
a 30 comunidades, y admitió que los evangélicos tienen una
presencia de 30 por ciento, frente a 70 por ciento de los católicos.
En La Parada, pueblo contiguo, está la capilla evangélica,
cuyos feligreses reprochan al cura: "En el evangelio no dice que Cristo
cobrara por los servicios". Una objeción que hace perder fieles
católicos.
Don Santos Montero Botello, gobernador tradicional pame,
fuma argentinos con ansiedad juvenil. Se acerca a los 70 años de
edad y clama que les ayuden a cambiar el techo de palma de la iglesia,
que no aguantará una temporada más de lluvias. También
exige otro doctor que colabore en la clínica con el médico
que hoy da consulta diariamente a 50 o 60 personas. A veces más.
"Calenturas, diarreas, soponcios...", desmenuza. Todavía se nos
mueren algunos, refiere.
Culto tanático
Los pames tienen un culto especial por la muerte. La víspera
del primer día de noviembre le rezan a San Gregorio. Hay un cráneo
en el interior de la iglesia, al que bañan y sacan a pasear. Redoblan
las campanas, se llama a los muertos, el sacerdote les da la bienvenida.
También a la muerte está consagrada la Danza del Mitote,
dedicada además a las divinidades atmosféricas.
En el altar de la iglesia se conserva la figura borrosa
de la Purísima Concepción y de San Antonio de Padua. "Es
muy milagroso", cuenta don Félix Salvador González, arrodillándose
en el piso de tierra de la capilla.
En la mitad del patio de la escuela, el profesor Victoriano
Hernández detiene el paso para describir la realidad pame. Es un
joven de Tamasopo que llegó hace ocho años. A unos metros,
los niños de cuarto ven con recelo la cámara fotográfica
y se funden en risillas nerviosas.
Hay un desfase de las autoridades educativas estatales
y nacionales, dice Hernández. Los problemas políticos influyen
en el aprendizaje de los niños. El sistema bilingüe no se aplica
como los profesores quisieran. No hay coordinación. En primero y
segundo grados debe existir una enseñanza en lengua materna, la
pame. Pero las autoridades estatales vienen y evalúan la calidad
a partir de su aprendizaje en español y ello no puede ser. El número
de reprobados crece.
Algunos de los padres les arrebatan a los niños
los 325 pesos del programa Oportunidades para gastarlo en cerveza, detalla.
Aquí eso predomina, el aguardiente ya casi no. La escuela quisiera
hacer algo, pero la batalla es desigual. Los distribuidores ofrecen 20
mil pesos para la comunidad y les dicen: "véndame tantas cajas".
"Hay muchos problemas que se derivan del alcoholismo,
la violencia es el principal. Uno como maestro -dice- escucha las pláticas
de los niños. Ellos cuentan que les pegaron o que su mamá
y su papá se pelearon o que su papá anda tomado. Es
algo que afecta mucho a los más grandes, porque un niño de
quinto o sexto empieza a tener la visión de futuro de su padre.
Y el futuro es el alcohol."
Las pocas casas de concreto que se ven por el pueblo,
comenta el profesor, son de la gente que va y viene de Estados Unidos.
Sin empleo, sin cultivos, los jóvenes emigran. Quienes permanecen
en la región se van a Rayón, a la pizca, o a Tamasopo, a
la zafra, a la limpia de la caña. El jornal en San Diego, una de
las comunidades circundantes de Santa María, es de 50 o 60 pesos
por día.
En busca de la lluvia
En la mañana fría, la maestra María
Guadalupe Estrada -imparte el cuarto grado- trata de ordenar la clase.
Falta de alimentación e higiene son los principales problemas de
salud, comenta. Algunos niños vienen con sarna. Quienes terminan
la primaria tienen la opción de seguir en la telesecundaria, que
está en San Pedro, a 20 minutos, caminando.
Martina, una de sus alumnas, escribió en su libro:
"Estoy muy triste porque estoy muy sola. Por eso estoy muy triste y por
eso ya no quiero dar más. Me voy a donde se va mi mamá. No
quiero quedarme sola".
Este año, recuerda la maestra Guadalupe, fue también
de sequía. Los pames ofrecieron un tamal al Dios Trueno para invocar
la lluvia. En Semana Santa hay fiesta y sacan sus diablos. Si muere una
señorita en esos días, los diablos son los encargados de
traerla, pero si muere una señora nadie va por ella, sólo
su familia.
En La Parada, una de las 19 comunidades cercanas de las
que la mitad no tiene energía eléctrica, la autoridad le
puso ya el nombre de "Vicente Fox" a una vereda que conduce a Santa María.
Un tramo del camino ancho lo llamaron "Luis Donaldo Colosio".
Santos
Montero, el gobernador tradicional, tiene dos hijos. Se fueron al otro
lado, pero regresaron. "De chiquillo vivía de arrimado con unos
tíos. Me casé a los 21 y me quise ir, pero no al barbecho
sino al cuidado de animales."
El gobernador tradicional tiene una función religiosa
consagrada a las festividades y danzas. Ordenamos a la gente, describe
pasándose una mano por los cabellos crespos, que haga la faena,
trabajo
comunitario, porque no hay recursos. Cuando la lluvia dificulta el traslado
por el camino, la palma se vende a la mitad.
Montero pareciera que habla con las manos:
-El frijol se cultiva pero no se cosecha porque los años
se ponen difíciles. Vienen las siquías. A veces se siembra
tantito garbanzo. Los que tienen tierra buena, calabazas. Sólo para
comer, no para vender, porque no da producto. Apenas mantener uno. El que
tiene más buen tierra a la mejor cosecha unos 40 juanega -medida
de 70 kilogramos- pero con la familia, aquí se acaba, porque es
poco. El frijol, cuando da, sí se puede vender. El que tiene buena
cosecha tiene 30 o 40 juanegas. La gente come tortilla de maíz.
"La población se enferma de fiebre, tos, aspiraciones
muy juertes. Pero ahorita dicen que azúcar, que quién sabe
qué cosas. Los niños tos y diarrea. ¿Mueren? A los
que no podemos alcanzar midicina sí."
En la comunidad hay una ambulancia que donó el
gobierno del estado. "Siempre nos pide gasolina. Quinientos para comprar
gasolina y con eso gana el chofer. Cuando no tiene dinero se hace difícil.
Esa ambulancia dicen que es para apoyar a la comunidad, pero no hay dinero,
porque el doctor nada más está ganando su trabajo. El que
quiere ir en autobús cuesta 60 pesos a Cárdenas; 120 pesos
por los dos".
Las manos encallecidas de don Rufino López no se
detienen, siguen con el desenvaine del frijol. Tampoco levanta la mirada
cuando preguntamos por su familia. Atiende la cantina -una pequeña
extensión de su casa-, después de las dos de la tarde.
Se cala el sombrero de ala ancha y habla en pame con uno
de sus compadres, según explica después. Su hijo Tomás,
de 14 años, recién se fue a Texas.
-¿Le importa?
-No puedo hacer nada. Nomás Diosito que lo cuide
en Houston o donde ande. No le alcanzaba y quería ganar más
dinero.
-¿Usted iría?
-¿Yo? pos' a qué voy si ya estoy viejo...
La música grupera retumba en las hileras de piedra
y junco de su casa. Los primeros parroquianos han llegado.
Al regreso, el caserío colgante en las serranías
empieza a borrarse en una noche que, camino adentro, permitirá contemplar
la Vía Láctea en el limpio cielo pame.
FALTA DE ALIMENTACION E HIGIENE, REALIDAD DE NIÑOS PAMES Pueblo sin jóvenes y perfilado para ser mercado cautivo de una empresa cervecera, Santa María Acapulco, en San Luis Potosí, es también un ejemplo del azote de la pobreza. El gobernador tradicional del lugar hace un llamado para contar con otro doctor, porque en la clínica sólo hay uno que da 50 o 60 consultas a diario. "Atiende calenturas, diarreas, soponcios... algunos se nos mueren", explica FOTO CRISTINA RODRIGUEZ
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