México D.F. Martes 27 de enero de 2004
Mañana cumplirá 75 años el último representante vivo del pop art
El arte es político-erótico-místico, asume Oldenburg
DPA
Nueva York, 26 de enero. Si el artista Claes Oldenburg hubiera podido realizar todas sus ideas, Seattle tendría hoy una catedral en forma de grifo. Y sobre el Central Park de Nueva York volaría un enorme oso de peluche.
Nacido en Suecia, pero naturalizado estadunidense, Oldenburg cumplirá este miércoles 75 años. Es considerado el último gran representante del pop art, después de la muerte de sus colegas Andy Warhol y Roy Lichtenstein.
Sus esculturas monumentales pusieron el mundo al revés con gestos lúdicos. En Colonia, Alemania, por ejemplo, hay un cucurucho de helado que, caído como casualmente del cielo, se posa sobre un techo del centro de la ciudad.
En San Francisco, siguiendo el lema de la ''ciudad del amor", Oldenburg clavó en el suelo una gigantesca flecha de Cupido.
''Estoy en favor de un arte que es político-erótico-místico, que hace otra cosa que sólo descansar en un museo", explicó el artista alguna vez.
En Friburgo creó una manguera de jardín curvada, una escultura de 125 metros de largo y once de alto.
Para Chicago, Oldenburg diseñó un bat de beisbol del tamaño de una casa. Para Filadelfia, un broche de ropa.
Nacido en Estocolmo el 28 de enero de 1929, Oldenburg llegó a Chicago con su padre, diplomático de carrera. Estudió en la Universidad de Yale y el Instituto de Arte de Chicago antes de trasladarse al desolado barrio de Lower East Side de Nueva York.
Allí surgió en 1961 su primer proyecto a gran escala, Store, una caricatura de la furia consumista con tartas gigantescas de papel maché, tapas de Pepsi y camisas de hombre.
Mágica capacidad para transformar cosas
Con un lápiz labial de siete metros de altura sobre una oruga, Oldenburg protestó contra la guerra de Vietnam. Junto con su segunda esposa, la historiadora de arte holandesa Coosje van Bruggen, creó un gigantesco lápiz destrozado para la Universidad de El Salvador, símbolo de la supervivencia del espíritu a pesar de la brutal represión política.
''Su capacidad mágica de transformar objetos de la vida cotidiana modifica de una vez por todas nuestra confortable visión del mundo", resumió el director de la National Gallery en Washington, DC, Earl Powell, en 1995, al comentar una exposición de las esculturas, los collages y los dibujos más importantes de Oldenburg.
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