México D.F. Sábado 31 de enero de 2004
TEATRO
Mariana Norandi
Día de campo
SEGUN EL ACTOR David Hevia, "el arte siempre evoluciona
más rápido que la sociedad. Y el teatro, que es un arte rebelde,
propone temas que a la sociedad le cuesta asimilar". México no es
una excepción en esa rebeldía teatral y, en la actualidad,
comienza a colocar sobre el tapete escénico cuestionamientos que
pueden llegar a molestar a muchos espectadores por considerarlos demasiado
atrevidos. Día de campo, obra que protagoniza y dirige David
Hevia, es un excelente ejemplo de ello.
ESCRITA
POR FERNANDO de Ita, e interpretada también por Irela de Villers,
Flor Edwarda Gurrola, José Eduardo Gutiérrez y Janet Ruiz,
es una muestra representativa de ese nuevo teatro mexicano que busca revisar
aquellos anacronismos morales que tenemos petrificados en nuestra formación
cultural y filosófica. Una obra que continuamente descoloca al espectador
de la comodidad del pensamiento conservador y tradicional para sumergirlo
en un mar de cuestionamientos ético-morales.
TODO COMIENZA CON un supuesto feliz día
de campo que se disponen a disfrutar Lucian, un profesor de literatura
(David Hevia), su esposa Beatriz (Irela de Villers) y la hija de ambos
llamada Eva (Flor Edwarda Gurrola). Pero, en un ambiente donde todo indica
que va a reinar la armonía, se libera una profunda tragedia pasional,
debido a que Eva asesina a su madre por el amor de su padre. Este matricidio
e incesto desencadenan toda una revisión religiosa, moral y cultural
de nuestra sociedad occidental, en donde la dramaturgia plantea una búsqueda
vital: la felicidad. Búsqueda vista como un camino doloroso y desgarrador
en la que, según Hevia, "todo se vale" con tal de conseguirla, y
para ello hay que ir rompiendo una serie de tabúes sociales como
la familia, la arraigada concepción judeo-cristiana del pecado o
los límites entre el bien y el mal impuestos por algunas religiones.
"¿QUIEN REALMENTE CREE lo de Adán
y Eva? Es una leyenda que nos sirve, pero que ha perjudicado en nuestras
relaciones sociales y amorosas. Nos ha creado el sentido de culpa y pecado.
Ha hecho del sexo un tabú y una sociedad que vive con una doble
moral. La religión católica no es humanista sino antihumana"
añade Hevia.
DENTRO DE ESTE revisionismo cristiano, la puesta
en escena proyecta una imagen no carente de polémica pero plena
de significado: una piedad inversa, donde el Cristo que yace tiene cuerpo
de mujer y la madona que aparece de varón. "¿Qué
hubiese pasado si Cristo hubiera sido mujer? ¿Cómo hubiera
sido la historia?" se pregunta Hevia.
TODAS ESAS CUESTIONES filosóficas que se
plantea el director, intenta transmitírselas al público porque,
según comenta, "el espectador debe hacerse más preguntas
ante las nuevas temáticas que está proponiendo el teatro".
ENMARCADA EN UNA atmósfera escénica
y narrativa altamente surrealista, recurre a la imagen poética como
elemento liberador. Constantemente se proyectan cuadros poéticos
donde la estética visual busca romper cadenas emocionales.
LAS ACTUACIONES SE acoplan perfectamente a este
ambiente surrealista, el cual se columpia del presente al pasado, de la
muerte a la vida y de la realidad al sueño, de manera casi caricaturesca.
No existen víctimas ni culpables, inocentes ni perversos, dementes
ni cuerdos, todos los personajes son consecuencia de esa búsqueda
de la felicidad atrapada en un amor más allá de la razón.
DIA DE CAMPO Centro Cultural del Bosque (atrás
del Auditorio Nacional) Sala Villarrutia.
Jueves y viernes: 20:00 horas, sábado 19:00
y domingo 18:00 horas. Entrada 150 pesos.
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