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México D.F. Domingo 1 de febrero de 2004
En Italia identifican a la escritora como amiga
de los zapatistas y crítica de Fox
Elena Poniatowska, ''verdadero monumento nacional en
México''
Aunque por su estilo coloquial es intraducible, sus
obras ''logran sobrevivir'' allende el Atlántico
FRANCESCA LAZZARATO /IL MANIFIESTO
El subcomandante Marcos la llama Dulcinea; Octavio
Paz la definió como "el pajarito de la literatura mexicana"; para
Carlos Fuentes es La Poni, y para todos los otros, doña
Elena o la principessa rossa (o sea la princesa roja, en tanto desciende
de la última casa reinante de Polonia). Hoy, sin embargo, Elena
Poniatowska se ha vuelto simplemente Elenísima, gracias a
Michael Schuessler, profesor en la Universidad de Columbia, quien le ha
dedicado una biografía-ensayo tan apasionante como una novela.
La obra de Schuessler, que fue presentada en la reciente
Feria del Libro de Guadalajara y que ya entró en la lista de los
libros más vendidos en México, se titula justamente Elenísima.
Ingenio y figura de Elena Poniatowska (editorial Diana, 215 pesos),
y se presenta como un inteligente y exhaustivo análisis de la vida
y obra de la más importante escritora mexicana contemporánea.
Periodista combativa y cáustica, Elena ha estado
desde el principio en sintonía con el movimiento zapatista y es
una acérrima opositora del presidente Vicente Fox, quien en la reciente
Cumbre de las Americas se distinguió como el valet más
servicial que George W. Bush pudiera desear.
En esa Elenísima los lectores reconocerán
en seguida una alusión al título de la obra de Poniatowska
más conocida en Italia: Tinísima (traducida en 1997
por Ediciones Frassinelli), una bella biografía de la fotógrafa
y revolucionaria italiana Tina Modotti, quien vivió por largo tiempo
en México.
Y
es verdad que el superlativo que designa a la magnífica Tina se
aplica perfectamente a la misma Elena, nacida en París en 1932,
hija del príncipe Jean -cuya familia se estableció en Francia
en la época napoleónica- y de Paula Amor -aristócrata
mexicana en el exilio, quien en 1944 decidió regresar para siempre
a su país de origen junto con sus hijas. Dos progenitores sin duda
excepcionales los Poniatowski, miembros activos de la resistencia francesa
y combatientes tan obstinados como orgullosos, que la hija ha recordado
con emoción en la ceremonia de entrega de la Legión de Honor
francesa, que se le otorgó el año pasado, acercándolos
en el recuerdo a su antepasado Josef Poniatowski, mariscal de Francia bajo
Napoleón, quien prefirió lanzarse con su caballo al río
Elster antes que rendirse al ejército ruso.
En efecto, combatividad, obstinación y orgullo
son características fundamentales del carácter de Elenísima,
una mujer diminuta y frágil que desde 1953 -año de su debut
en el periodismo- hasta la fecha, ha defendido con tenacidad los derechos
civiles y la causa de las mujeres; ha denunciado la política del
PRI y del cocacolero Fox y, sobre todo, ha narrado en sus libros
un México paupérrimo, ofendido, marginado y, sin embargo,
militante: el México de las soldaderas, de los campesinos de Chiapas,
de los estudiantes de Tlatelolco y de las muertas de Ciudad Juárez.
El escritor Alfonso Reyes tenía razón cuando
decía: "Elena nació como Minerva, perfectamente armada",
pero debió agregar que se trata de una Minerva dotada de un grandísimo
sentido del humor, de una fresca insolencia, de una capacidad para expresarse
en una prosa brillante e incisiva que nos restituye el sonido y el ritmo
de la lengua ''de la calle'', rica en modismos, expresiones coloquiales,
palabras indígenas. Es un ''estilo folclórico'' que, según
Carlos Fuentes, nació para expresar el asombro y la alegría
de una muchachita francesa frente a un México que debió parecerle
como un inmenso y colorido país de las maravillas (aquel descrito
en su primer libro, Lilus Kikus, de 1954), y que luego se volvió
"la más importante arma cultural para apoyar a los oprimidos e indefensos
que la prosa mexicana haya producido en la segunda mitad del siglo XX''.
Tal vez sea este idioma musical y "hablado" la causa de
la relativa intraducibilidad de los libros de Poniatowska, los cuales,
sin embargo, son publicados en 10 países: novelas como Todo empezó
el domingo (1963), Hasta no verte Jesús mío (1969)
-titulado en italiano Fino al giorno del giudizio, Hasta el día
del juicio, editado en 1993 por Giunti-, La noche de Tlatelolco
(1970) o La piel del cielo (Premio Alfaguara 2001) logran, sin embargo,
sobrevivir a traducciones que inevitablemente les quitan sabor y expresan
plenamente la convicción de la autora acerca de la necesidad de
alejarse del realismo mágico para privilegiar una literatura testimonial
y de denuncia, cuyo mejor instrumento es la risa y la sátira "agrias
como un limón verde."
'''La literatura testimonial nace de la vida de todos
los días -dice Poniatowska-, de la voz y de la plática, de
los campesinos que se juntan alrededor del fuego (...) Los sin voz, los
que no tienen a nadie a quién dictar su autobiografía, son
aquellos que en realidad poseen la voz más poderosa, aunque desconocida."
No hay que creer, sin embargo, que los escritos de Poniatowska
son panfletarios y menos aún frutos tardíos del difunto realismo
socialista. Como la gran escritora que es Elenísima nunca ha caído
en esa trampa y siempre ha logrado transformar la experiencia colectiva
en auténtica literatura, adentrándose en pleno en la forma
de la novela-crónica, a la cual han adherido, con estilos diferentes
pero con resultados igualmente logradísimos, otros grandes autores
latinoamericanos, como los argentinos Tomás Eloy Martínez
y Rodolfo Walsh, también provenientes del periodismo militante,
así como Eduardo Galeano.
Tal extraordinaria capacidad de escribir historias que
detrás de la aparente espontaneidad esconden un largo trabajo y
un magnífico artificio literario, regresa también en el más
reciente libro de Poniatowska, salido de forma paralela con la biografía
de Schuessler y titulado Tlapalería (Ediciones Era).
Se trata de ocho cuentos reunidos en un librito que la
autora quiso pequeño para que estuviera al alcance de todos (recientemente
en México ha estallado una furibunda discusión sobre la imposición
del IVA a los libros, denunciada por algunos escritores como una forma
de volver aún más difícil el acceso a la cultura para
las clases más necesitadas).
Cada una de las ocho historias tiene como protagonista
una mujer aparentemente común, incapaz de sustraerse al encierro
sofocante de la banalidad cotidiana: la joven drogadicta encerrada en una
sórdida comunidad, la madre que considera con horror a su propia
familia reunida en la mesa alrededor de un plato de alcachofas, las amas
de casa que intercambian voces y chismes en una mísera tienda de
herramientas, la maestra que pasea por un museo a un grupo de escolares
que parece una manada de bufalitos. Un libro sobre la desilusión,
en fin; amargo y al mismo tiempo irónico, que difícilmente
veremos traducido al italiano.
Considerada un verdadero monumento nacional en México,
donde están por salir sus obras completas en el Fondo de Cultura
Económica, la escritora Elena Poniatowska Amor sigue siendo poco
famosa en Italia (aunque su compromiso político sea muy bien conocido
por los lectores del Il manifesto o Carta). Lástima,
porque vale seguramente la pena leer a una autora que dice de sí
misma: "Es desde 1953 que sigo haciendo preguntas que quedan sin respuesta.
Y creo que moriré con un punto de interrogación impreso bajo
los párpados".
Traducción de Giovanni Proiettis
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