México D.F. Domingo 1 de febrero de 2004
La película del director mexicano competirá
en la selección oficial de la Berlinale
La intuición popular no dejará en la
oscuridad la muerte de Digna: Cazals
El cineasta califica de ''afrenta a la inteligencia
de los mexicanos'' la versión oficial del suicidio simulado Señala
que, en el fondo, el filme trata sobre la justicia ''o injusticia'' en
México
BLANCHE PETRICH Y JUAN JOSE OLIVARES
Desde el mundo del cine, Felipe Cazals, director de Digna
hasta el último aliento, disputa de frente la conclusión
oficial de la investigación sobre la muerte de la defensora de derechos
humanos Digna Ochoa como un "suicidio simulado". La considera "una afrenta
a la inteligencia" de los mexicanos.
Película de cine documental, como varias de sus
obras (Canoa, 1975; El apando, 1975, por citar dos clásicas),
esta nueva cinta ilustra, sostiene Cazals, la realidad "de este México
bárbaro donde no se ha alcanzado la justicia social, donde nada
cambia a pesar de la alternancia; un país donde ocurren matanzas
como las de El Charco, Aguas Blancas, Acteal; donde el asesinato de una
abogada como Digna es perfectamente factible".
Es una "verdad cinematográfica" que documenta un
asesinato político, en abierta contradicción con la verdad
judicial. Y esta carga política tiene toda una intención
para un cineasta como Cazals, quien todavía cita a Los condenados
de la tierra, de Franz Fanon, donde el ideólogo de la lucha
anticolonial sostenía, en los no tan lejanos años 60 del
siglo pasado, que también desde el cine se hacen las revoluciones.
"Estoy convencido de que el asunto de Digna Ochoa no permanecerá
en la oscuridad, por más que les duela a quienes quieren que este
caso desaparezca de la faz de México. Y no será gracias a
la película, sino a la intuición popular, en la que creo
profundamente; en ese colectivo que hay en México que, conociendo
la trascendencia de la falta de justicia en este país, se dice a
sí mismo: es verdad, Digna Ochoa no se suicidó."
Digna hasta el último aliento, con la actuación
de Vanessa Bauche, se exhibe en el festival de cine de Berlín, la
Berlinale, del 4 al 7 de febrero, en la sección "Panorama" de esta
prestigiada competición que este año se caracteriza por la
abundancia de películas en español. En marzo participará
en la muestra de Guajalajara. Y de ahí pasará a las salas
de exhibición.
La inquietud de ''hacer algo''
La
idea de Felipe Cazals de realizar esta cinta surgió poco después
del 19 de octubre de 2001, de una conversación con el ex director
de la Academia de Derechos Humanos Oscar González; de la inquietud
de "hacer algo" ante ese crimen ominoso. El rodaje inició en febrero
de 2002.
"Mi punto de partida es la vida de una defensora de derechos
humanos como Digna Ochoa, defensora de trinchera. Al considerar las últimas
actividades que tuvo en su agenda, riesgosas por naturaleza, uno cae en
cuenta que en México nada ha cambiado desde cuando ocurrió
la matanza de San Miguel Canoa, Puebla, en 1968. Estos primeros hallazgos
en la investigación que hicimos no me permitieron dudar, ni un segundo,
de que Digna fue sacrificada."
El método de trabajo fue riguroso. Desde el inicio,
"plantee que era un proyecto que requería de un sólido equipo
de investigación capaz de analizar constantemente en qué
sentido debía yo avanzar. Ni siquiera pensamos si sería cortometraje
o largometraje. Las primeras entrevistas fueron tan devastadoras que me
di cuenta que estábamos ante una materia mucho más delicada
de lo que había pensado al principio".
El rodaje empezó en febrero de 2002, cuando no
se hablaba todavía del hipotético suicidio. Cuando esa tesis
se empezó a sugerir, el equipo de Cazals tenía ya un coro
de voces, un acopio de documentación y material grabado y analizado
que "nos tenía obsesionados por saber quiénes fueron los
asesinos".
-Con una convicción tan fuerte que contradice lo
que hasta ahora es la verdad oficial, ¿por qué cree que las
autoridades se aferran a la tesis del suicidio simulado?
-Para encubrir una situación, a mi juicio. Quiero
aclarar que la verdad cinematográfica no necesariamente tiene que
ser coincidente con la verdad de la procuración de justicia. Esta
película intenta ir más allá de la historia de Digna,
como defensora. El tema de la película es, en el fondo, sobre la
situación de la justicia -o injusticia- en México.
-¿Cómo debe manejar el público una
historia con una verdad opuesta a la conclusión judicial?
-Un Ministerio Público tiene más pericia
que yo para sacar en claro datos periciales, móviles, circunstancias.
Nosotros nos basamos en la franqueza y sinceridad de nuestros testimonios.
El grupo de análisis que trabajó conmigo no aplicó
un modelo de cuestinario para 140 personas, sino que fuimos peinando conforme
fuimos avanzando. Al final nos encontramos con una mujer igual que todas,
con problemas como todas, de mayor intensidad o gravedad, en una situación
extremadamente difícil. Sola, con mentiras en su entorno, pero de
ninguna manera abocada a suicidarse sino al contrario. Una persona de gran
modestia, que no hablaba en nombre propio de sus logros, sino del grupo
con el que trabajaba. Una defensora que se esforzaba hasta los límites
del riesgo.
-¿Cuál de las dos versiones prevalecerá,
la cinematográfica o la de la fiscalía?
-Espero que la de la película, porque si prevalece
la verdad oficial, de que no hay delito que perseguir, nuestro futuro será
desolador. En todos nosotros, intuitivamente, hay esa certeza de que no
es posible un suicidio. No existen las 10 pruebas irrefutables, como las
que nos quiso vender la procuraduría del Distrito Federal. Algo
le falta a ese engranaje que no nos permite creer en la conclusión
oficial. Lo que trato yo ahora es que el público vea diferentes
expresiones -algunas severas, otras terribles- y se dé cuenta de
que no es posible la conclusión del suicidio simulado.
-¿Pensó en algún momento de la realización
de la película hacer ficción, o incorporar elementos de ficción?
-Al cabo del segundo mes de grabación de entrevistas,
me quedó claro que era indispensable. Una película debe apelar
antes al sentimiento, a la emoción y luego a la reflexión.
-Y empezó a buscar una intérprete...
-Una actriz interpreta a un personaje por los gestos.
Yo sabía que la actriz debería tener un tic en el cuello.
La primera persona con la que me senté fue Vanessa Bauche, por su
estatura, su físico. Antes de hacerle alguna propuesta, al cabo
de una hora de conversación, le pedí que si podía
hacer un pequeño tic durante los siguientes 10 minutos y lo hizo
exactamente como lo pedí. No quedó más que decirle
que no se cortara el pelo y que empezara a engordar seis kilos. Eso es
el cine.
El complot jesuítico
-¿Con qué sorpresas se encontró en
el curso de la investigación?
-Entre otras, con lo que podría llamar el complot
jesuítico, un trabajo subterráneo que estaba ensombreciendo
la figura de Digna injustamente. Entre los primeros pasos que dimos, en
febrero de 2002, solicité una entrevista con David Fernández,
que había sido director del Centro de Derechos Humanos Agustín
Pro. El, que había sido jefe de Digna, la conocía bien. Aceptó
un cuestionario en el que no se hablara del final de Digna, sino que sólo
hablaría de su colaboración como abogada. Poco después
supimos que había visos de una tesis del suicidio. Le pedimos una
nueva entrevista, que se llevó a cabo en la sede de la Compañía
de Jesús. Ahí manifestó su escepticismo sobre la existencia
de amenazas con anónimos; criticó la poca seriedad del trabajo
de Digna, las dudas de los demás miembros del Pro sobre las amenazas.
Y al final, su opinión sobre la afición de Digna por los
reflectores.
Cuando me encontré con ese material, una opinión
que afirma que una defensora se dedica a los derechos humanos porque le
gusta el peligro o los reflectores, me pareció que topaba yo con
algo muy grave.
Posteriormente incluimos entrevistas con otros jesuitas,
Jesús Maldonado, quien fue confesor de Digna, y Edgar Cortés,
director del centro Pro, donde está la parte más oscura de
la luna, por decirlo de alguna manera. Ahí encontramos una corriente
de opinión de grupo que se fue extendiendo.
Conforme avanzábamos en la investigación
y documentación, del 19 de octubre de 2001 a agosto de 2003, empezamos
a percibir un cambio de criterios en mucha gente en el entorno de Digna.
Estos empiezan a adoptar la tesis del suicidio sin decir abiertamente porqué.
En ese cambio radical de camiseta, estas personas -cinco o seis- que al
principio decían conocer bien a Digna, después parecían
no reconocerla. Eso nos alarmó: era el indicio de algo.
También empezamos a escuchar opiniones en el sentido
de que íbamos en sentido equivocado. Opiniones muy ríspidas,
por cierto.
-¿Puede decir de parte de quien?
-Digamos que gente de un partido a la izquierda descalificó
totalmente la película.
-¿La película pone en entredicho la procuración
de justicia del Gobierno del DF?
-Pues sí. Pero es más complejo que cuestionar
al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, o al PRD en general.
Hay intereses que trascienden más allá del Distrito Federal
y hubo líneas que indican que probablemente Digna haya pisado un
detonador en Guerrero, afectando intereses muy poderosos. Además,
en este partido las opiniones no son coincidentes: para unos, Digna es
útil como mártir, y para otros, es una monja loca que se
suicidó. La suma y la resta de todo esto está en la película.
Como lo mencionó Rosario Ibarra parafraseando a
Costa-Gavras: los gobiernos se van pero las policías se quedan.
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