|
Crean
fundación en apoyo a Centro de Investigación del INER
Mario Reyes
Dentro de un mes iniciará sus funciones
el Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI),
considerado el más avanzado de su tipo en América Latina,
dependiente del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Entre otras labores, el Centro analizará las mutaciones del VIH
para determinar a cuáles antirretrovirales es resistente o sensible,
lo que se conoce como genotipificación. Contará con tres
laboratorios de investigación con infraestructura y equipos de tecnología
de punta. El primero, con temperatura y humedad constantes, y cuya característica
principal es la presión negativa en su interior, permitirá
el trabajo con cepas de VIH altamente patogénicas y virulentas de
mycobacterium tuberculosis. El segundo es de diagnóstico,
inmunogenética y biología molecular, donde se efectuarán
estudios de genotipo y fenotipo del VIH para determinar las combinaciones
de fármacos requeridos para un mejor y mayor control del virus,
en tanto que en el último se realizará la determinación
de las subpoblaciones de células T CD4+
y CD8+ en todos los pacientes del INER y público
en general infectados por VIH.
Pese a que se trata de un proyecto de la Secretaría
de Salud, los recursos federales son insuficientes, por lo que para garantizar
su óptima operación se creó la Fundación Unidos
por un México Vivo, cuya principal tarea será recabar fondos
para el CIENI. Miguel Ortiz Monasterio, presidente de la fundación,
comentó a Letra S que la meta de este año es reunir
dos millones y medio de pesos a través de diversos eventos. A la
fecha, el costo de la construcción del CIENI ha rebasado los 20
millones de pesos, de los cuales 60 por ciento ha sido aportado por el
gobierno federal y el resto por diversas organizaciones filantrópicas
nacionales e internacionales. Su adscripción al INER se debe a que
las enfermedades respiratorias están entre las más frecuentes
en los portadores del VIH. De hecho, la tuberculosis y la neumonía
son dos de las principales causas de fallecimiento entre las personas seropositivas.
De 40 años de edad, Ortiz Monasterio, empresario
del ramo editorial, se dice plenamente convencido de que en la lucha contra
el VIH deben participar todos los sectores de la sociedad. "Hay que echarle
montón", afirma categórico. Recientemente constituida como
asociación civil y en trámites con la Secretaría de
Hacienda para que las donaciones que reciba sean deducibles de impuestos,
la fundación tiene planeado destinar 90 por ciento de lo recaudado
a los proyectos de investigación del CIENI y el 10 por ciento restante
a su propia manutención, pues a decir del editor, "en la medida
en que la organización tenga recursos para sobrevivir, tendrá
un mejor desarrollo".
Los antecedentes
En 1985, Charlie Cordero Hernández, publirrelacionista
de profesión, atestiguó el rechazo del que fue objeto su
pareja por ser portador del VIH. Familiares, amigos, compañeros
de trabajo e incluso el personal médico le dieron la espalda. No
pudo con el peso de la estigmatización y se suicidó. Diez
años después, Charlie fue diagnosticado seropositivo. La
anterior experiencia, junto con el deficiente trato médico que recibió,
lo sumió en una profunda depresión. Aconsejado por sus amistades
acudió al INER, donde conoció al doctor Gustavo Reyes Terán,
quien lo atendió médicamente "y me devolvió las ganas
de vivir".
Surgió entonces en Cordero la iniciativa de formar
una red de apoyo a la investigación de enfermedades infecciosas,
que el pasado 1 de diciembre se convirtió en la Fundación
Unidos por un México Vivo, del cual Charlie es tesorero. "Inicialmente
rehusé el puesto, pues no quería manejar dinero, pero ante
la insistencia de los demás integrantes del Comité Ejecutivo,
acepté", recuerda.
Miguel Ortiz Monasterio, por su parte, se dice sensibilizado
porque ha visto morir de sida a muchos de sus amigos. Cuando fue invitado
a pláticas de información sobre el CIENI, no dudó
en acudir. Debido al interés que mostró en el proyecto y
a que tenía experiencia en cuestiones de labor social --fue miembro
del patronato del Museo Rufino Tamayo--, el editor fue propuesto por Gustavo
Reyes Terán, director del CIENI, y por Fernando Cano Valle, director
del INER, para ocupar la presidencia de la fundación, cargo que
aceptó y que ahora constituye una de sus más grandes prioridades.
Gracias al medio en el que se desenvuelve, Ortiz Monasterio
convocó y logró el apoyo de personalidades de diversos ámbitos.
Cantantes, comunicadores, empresarios, escultores y diseñadores
de moda, entre otros, participan en el proyecto. "Se trata de gente consciente
y fuertemente comprometida con la causa y con el país", señala
el empresario.
La fundación recién formada tendrá
un Comité Ejecutivo conformado por los ya mencionados Ortiz Monasterio
y Charlie Cordero, así como por Rodrigo Moeno, vicepresidente, y
Guadalupe Ramos Cárdenas de Creel, Arlette Barres, Virgilio Caballero
y Gustavo Reyes como vocales, mismos que entregarán reportes trimestrales
a un Comité de Honor, integrado por personal del INER. |