México D.F. Miércoles 11 de febrero de 2004
Subraya el deteriorado nexo de su hijo con el
ex presidente
Colosio Fernández dirige sospechas contra Salinas
Se pregunta sobre una "conspiración" desde Los
Pinos
CIRO PEREZ SILVA
Dicen
que los ambientes de campaña no matan, que un contexto no asesina,
pero Luis Donaldo Colosio fue ultimado en un clima de profundo deterioro
de sus relaciones con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, y luego
de que el entonces mandatario habilitó constitucionalmente a Manuel
Camacho Solís para abrir, "de forma inédita", la posibilidad
de sustitución del candidato. "Nunca antes se había actuado
así -acusó Luis Colosio Fernández-, pero cada uno
puede tener su conclusión favorita."
Bajo la bóveda del mural de David Alfaro Siqueiros
con sus astronautas, el águila y las estrellas, el padre del ex
candidato presidencial del PRI lamentó que en los actos para recordar
a su hijo se omitan aspectos que pudieran considerarse incómodos
para una historia que aparentemente terminó en el acto de un asesino
solitario.
Pero ayer Colosio Fernández dijo en público
lo que muchas veces ha compartido en privado. Trajo a la memoria la carta
que el entonces responsable de la campaña, Ernesto Zedillo, envió
al candidato priísta, en la que daba cuenta de que en torno del
presidente Salinas "existía una influencia muy tenaz para desacreditar
la capacidad de Colosio", y que a manera de solución recomendaba
"celebrar un pacto político" con el entonces mandatario.
"¿Acaso no fue un reconocimiento de que en el área
cercana de Salinas se conspiraba y se deterioraba el respaldo hacia el
candidato del PRI? ¿Acaso la designación de un comisionado
para la paz ad honorem, en favor de la misma persona que había
sido el principal contendiente de Donaldo por la candidatura del PRI, no
significó de forma inédita abrir la posibilidad de sustitución
del candidato?", interrogó Luis Colosio Fernández.
En las filas exteriores a la mesa donde se instalaron
los invitados, personajes todos ellos cercanos a Colosio o responsables
de los homenajes que se llevarán a cabo por los 10 años de
su muerte, no fueron pocos los que asintieron.
"¡Pregúntele a ellos, a los priístas!"
"¿Quién mató a Colosio? ¿Quién
mató a Colosio? ¡Pregúntele a ellos!", gritó
un hombre al padre del ex candidato, señalando a los priístas,
que se sorprendieron más por el tono que por la pregunta.
El de la voz se identificó como Alfonso Molina
Castro, ex maestro del Colegio de Ciencias y Humanidades y ahora artesano,
universitario del 68 a quien apodan El Ronco, y que abandonó
el foro mientras recordaba que esa misma pregunta se la hizo años
atrás, en ese mismo sitio, a Camacho Solís, y éste
le respondió que él no lo había matado ni sabía
quién lo había hecho. "Pero me dijo también que él
sabía otras cosas."
Adentro Colosio Fernández había retomado
el hilo de su discurso. Dijo que a su hijo le tocó enfrentar las
condiciones más adversas para un candidato del PRI en su etapa de
hegemonía. "Así fue. Se rompieron las reglas. Se mandaron
señales encontradas. Donaldo fue desalentado, en los hechos, a mantener
su candidatura. Pero él quiso remontar adversidades, creía
en el espacio político que para ello aún existía.
Todo terminó en un asesinato."
A su derecha, frente a dos óleos con el rostro
de Luis Donaldo Colosio y Diana Laura Riojas, se sentaron Marcela Colosio,
quien ayudó a sostener en pie a su padre mientras éste leía
el discurso; Francisco Labastida, candidato priísta que en 2000
perdió la carrera presidencial; Alfonso Durazo, hoy vocero de Vicente
Fox y hace 10 años secretario particular de Colosio; Samuel Palma,
ex colaborador del político desaparecido, y Dante Delgado, líder
de Convergencia.
A su izquierda se ubicaron el gobernador de Sonora, Eduardo
Bours; el dirigente nacional del PRI, Roberto Madrazo; el ex mandatario
sonorense y responsable del videodestape de Zedillo, Manlio Fabio
Beltrones; el jefe del Ejecutivo de Hidalgo, Manuel Angel Núñez
Soto, y los ex colaboradores de Colosio, Guillermo Hopkins y José
Luis Soberanes.
Frente a ellos, el gobernador del estado de México,
Arturo Montiel Rojas, y a uno de los costados el perredista Ramón
Sosamontes, junto con senadores, diputados y ex legisladores del Revolucionario
Institucional, como Beatriz Paredes, quienes al término de la ceremonia
cruzaron abrazos, más breves y apresurados que los ofrecidos antes
de iniciar el acto, bajo la bóveda del Polyforum Cultural Siqueiros,
donde se escuchaban todavía las preguntas de Luis Colosio Fernández:
"¿Cuál es la verdad? ¿A quién creerle?"
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