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México D.F. Miércoles 11 de febrero de 2004
José Steinsleger
Amores perros
La historia de la humanidad vista a través de los ojos de la mujer debería ser otro modo de aprender y aprehender al mundo. No lo digo en el sentido "feminista" (o "masculinista") pueril, sino desde los esfuerzos que en el siglo pasado sistematizaron, multifacéticamente, ricas experiencias, estudios y testimonios acerca del tema.
Sin que el orden de los factores altere el producto, un par de elementos subyacen en el núcleo duro de la causa emancipadora de la mujer: la religión (sustrato irracional) y la política (sustrato racional). Por un instante dudé: Ƒ"fe" y "poder"? Creo que así está bien. Hombres y mujeres anhelan tener fe (no necesariamente religiosa, pero que es, subjetivamente, constricción) y poder (no necesariamente político o económico, pero que es, objetivamente, teatro). El "para qué" es cosa aparte.
En algún lugar hemos apuntado que la emancipación integral del hombre depende de la salud física, económica y emocional de la mujer, requisito ineludible de la desenajenación de la especie humana como tal. Pero si en el afán de ventilar lo público y lo privado la caridad "bien entendida" sólo empezase "por casa", el morbo canalla sabrá obtener los dividendos que, desde los tiempos de Eva, hacen del mundo un valle de lágrimas con ganadores y perdedoras.
La mitología griega, espejo retrospectivo de Occidente, ha hecho de los juegos de la seducción y de la pasión la quintaesencia del poderío señorial. Y todo sistema de poder produce, en principio, efectos comparables a las ilusiones que suscita la tramoya teatral, con decorados que se levantan sobre la pobreza y la indigencia intelectual de las mayorías. En este sentido, uno de los errores más extendidos consiste en soñar con un amor sin conflictos ni problemas. Los que sueñan con el amor perfecto estarían condenados a vivir amores imperfectos.
Tribuna de desocupados, los reality shows han sustituido el fraude de una democracia indiferente al drama del desempleo, uno de los tantos factores de la puñalada número 113. Por otro lado, cierto comedimiento seudopedagógico cree posar de listo cuando observa que el revolucionario John Lennon le pegaba a Yoko Ono, que el pacifista León Tolstoi insultaba a su esposa si cometía errores en la transcripción de La guerra y la paz y que 13 de las mujeres de Pablo Picasso coincidieron, en distintas ocasiones, en que su admiración por el genio les permitía aguantar, entre lienzos y pinceles, las golpizas recibidas.
ƑLa vida es así? Sin duda, un malentendido. Pero tuvieron que pasar mil años de la tragedia para admitir que Isolda no fue "la señora" de Tristán. El amor occidental arrancó con la sublimación platónica-agustiniana y acabó en el desastre social (18, cariñosa, sensual, 5 mil, llame ahora). ƑEl amor oriental sería más sabio? En su novela La casa de las bellas durmientes, Yasunari Kawabata describe "la técnica erótica de las pruebas": el hombre debe dormir cuarenta días a los pies del lecho de la mujer que ama, cuarenta días en su lecho sobre el costado izquierdo, cuarenta días sobre el costado derecho y cuarenta días sobre ella, sin tocarla. ƑQuién se apunta?
La sicóloga argentina Graciela Ferreira, autora de un par de libros indispensables (La mujer maltratada, Sudamericana, Buenos Aires, 1989 y Hombres violentos, mujeres maltratadas, ídem, 1992), afirma: "El hombre no es violento las 24 horas del día. Después de todo, ella se enamoró de algunas cualidades de este hombre. El hombre golpeador tampoco responde al estereotipo del matón de película, sino que ejerce una conducta que está apoyada en una ideología: la creencia de que el hombre es superior a la mujer y que, por tanto, tiene derecho a controlar su vida, o a dominarla".
Feminista con cabeza, Ferreira recomienda a las mujeres que las autoridades deben asumir sus funciones ante la agresión física que contra ellas y sus hijos cometen esposos, padres, novios, hermanos y amantes. No dice que el drama universal, masivo y cotidiano de la violencia doméstica sea ventilado en los altares de lo público, ni mucho menos a través de medios de comunicación que de la "libertad de expresión" han hecho modelos de corrupción, degradación y abyección moral sin más. Sugiere, eso sí, que se cuiden de la Iglesia y que al "...al Estado y a los gobiernos les corresponde desarrollar una política integral de preservación, así como a los maestros enseñar algo más que la lectura y la escritura".
En Hijo de Albatros, Anäis Nin escribe: "ƑDe qué se alimentan los niños que su piel tiene esa transparencia, y qué comen después que provoque esa opacidad? Las madres que los besan comen luz. Hay una fosforescencia que proviene del mundo mágico de la infancia. ƑAdónde va a parar luego esa iluminación? ƑEs la sustancia de la fe lo que reluce desde sus cuerpos, como la fosforescencia del albatros, y qué es lo que los mata?"
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