México D.F. Lunes 16 de febrero de 2004
Contrabajo y piano entablaron un diálogo
socrático en la sala Silvestre Revueltas
La belleza en carne y hueso en el concierto de Charlie
Haden y Gonzalo Rubalcaba
PABLO ESPINOSA
El maestro Charlie Haden y el alumno consagrado Gonzalo
Rubalcaba entablaron un diálogo socrático con piano y contrabajo.
Más que un discurso sobre la belleza fue la belleza en sí
misma la que pusieron en carne y hueso. Un destello de luz que se depositó
como lenguas de fuego cálidas sobre las cabezas de famas, esperanzas
y cronopios convertidos todos inmortales.
El tiempo se detuvo la noche del sábado en el sur
de la ciudad más grande del planeta Tierra. Y fue la manera más
bella de celebrar a nuestro maestro Julio Cortázar, porque fue él
quien nos enseñó a escuchar música, a escribir sobre
música, el maestro que nos dio la lección en la más
profunda piel: compartir. Vivir.
Pocos conciertos en una vida pueden recibir el calificativo
supremo: hermoso, sumamente hermoso fue el recital de música de
cámara de Charlie Haden y Gonzalo Rubalcaba de la noche del 14 de
febrero de 2004 en la Sala de Conciertos Silvestre Revueltas de la ciudad
de México.
La
presencia de una leyenda de la cultura jazz, el maestro Charlie Haden,
y del joven maravilla Gonzalo Rubalcaba, convocó a la flora y fauna
consabida de los conciertos de jazz, ese mundillo tan lleno de arrogancia
y esnobismo entremezclado con verdaderos amantes de la belleza.
Entre otros resultados más espectaculares todavía,
al terminar el concierto el arte de Haden-Rubalcaba había convertido
al más maligno en una buena persona. Lo puso así, en palabras,
emocionado Haden a través del micrófono: "Ustedes son sencillamente
hermosos. Me recuerdan una situación que viví hace un mes
en un museo: me conmovió tanto el gesto humano de la gente apreciando
la belleza de los cuadros de Van Gogh que quise decirles, como a ustedes
les digo ahora: si tan sólo pudiera yo multiplicarlos a ustedes
por miles y miles, el mundo sería distinto. Imaginen a tal cantidad
de seres apreciando y disfrutando la belleza. Otro mundo viviríamos,
por eso Gonzalo y yo queremos dedicar el concierto de esta noche al anhelo
de la paz del mundo".
El gesto humano de la belleza. Lo prodigaron Rubalcaba
y Haden en un discurso terso, sin aspavientos, sencillo como la contundencia
de la belleza verdadera. Un repertorio de profundidades escondidas (hidden)
en el arte del maestro Haden enseñando el camino al paraíso
al alumno Rubalcaba que se revolcaba en el arte amatorio de la contención,
de alargar el placer sin alargar las notas, de hacer estallar todos los
volcanes en el intersticio exacto de las notas breves, repetidas suavemente
con la rapidez pasmosa del coito suave y lento, suave y tierno, suave y
candoroso.
Un repertorio armado con pocas concesiones, si concesión
se puede llamar el arte de amar la melodía escandida en las canciones
de José Sabre Marroquín, Osvaldo Farrés, César
Portillo de la Luz (Licht, mehr Licht, en las palabras luminosas
de Johann Wolfgang von Goethe) mediante el arte amatorio de Haden pulsando
las caderas de su contrabajo. El track listing de Nocturne,
el disco de esta pareja formidable que prepara otra grabación, que
saldrá en septiembre, con más canciones de Lara y de Sabre
con sabor a invención melódica pura, jazzística.
Con el sabor olímpico de la poesía pura,
de la idea consagrada del griego Platón, con el hallazgo y puesta
en vida de lo bello, lo bueno, lo verdadero, elevado por Kant a la enésima
potencia. Pulsaciones en el contrabajo, pulsiones en el piano. Progresiones
armónicas, entreveramiento de cadencias, notas entrepiernadas, un
poco de swing, la dosis infinitesimal necesaria y suficiente para hacer
hervir el aire, para hacer henchir el alma, hundir el cosmos en un oleaje
calmo.
Una potencia formidable, la del beso del hada depositada
sobre la frente cortazareana de los famas, esperanzas y cronopios convertidos
todos en cronopios a fuerza de tanta, tantísima belleza decantada
en su más sutil, concentradísima pureza, en su más
profunda piel.
Ensimismamiento de las notas percutidas sobre teclas,
respuesta, anhelo y llamado entre las caderas del contrabajo, esa mujer
desnuda que llena de luz el escenario.
Un concierto hermoso, profundamente hermoso. La utopía
de la vida volcada realidad. La belleza en estado puro. La acepción
más austera de la palabra sublime.
Larga vida al maestro Charlie Haden y a su joven alumno
consagrado don Gonzalo Rubalcaba.
Loor. Gloria in excelsis.
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