México D.F. Martes 17 de febrero de 2004
Vigilar riquezas naturales, una meta de la militarización:
Paulina Fernández Christlieb
Documentada, la protección oficial a los intereses
de trasnacionales en Chiapas
Desgastar en forma lenta y constante la resistencia
de los pueblos indios, otro objetivo
BLANCHE PETRICH
Hace una década, con la irrupción del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas -entidad rica
en recursos naturales y de "hiperdiversidad" biológica, convertida
en objetivo estratégico de corporaciones trasnacionales para su
apropiación y explotación- la Secretaría de la Defensa
(Sedena) hizo suyo el principio contrainsurgente basado en una famosa cita
de Mao Tse Tung: "El pueblo a la guerrilla es como el agua al pez".
Según un manual militar publicado en 1995, la estrategia
del ejército no intentaría quitar directamente el líquido
al pez sino "hacerle imposible la vida al pez en el agua, agitándola,
introduciendo elementos perjudiciales a su subsistencia, o peces más
bravos (contraguerrilleros) que lo ataquen, lo persigan o lo obliguen
a desaparecer".
Otro documento militar, el Plan de campaña Chiapas
94, de la Sedena para la séptima Región Militar en Tuxtla
Gutiérrez, establece el objetivo estratégico de "destruir
la voluntad de combatir" de los zapatistas, mientras la meta táctica
fue "destruir y o desorganizar la estructura política militar del
EZLN".
Un estudio de largo aliento de Paulina Fernández
Christlieb, académica del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), titulado
El EZLN y la guerra de baja intensidad en Chiapas, demuestra cómo
el Estado mexicano, a lo largo de tres sexenios (los de Carlos Salinas
de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y Vicente Fox Quesada)
ha aplicado puntual y minuciosamente esta estrategia en Chiapas. ¿Con
qué fin?
La investigadora, que también es profesora del
Programa de Postgrado en Ciencias Políticas y Sociales, advierte
que, entre las causas de la guerra en Chiapas, predomina el interés
de las trasnacionales expropiadoras de las riquezas naturales de ese territorio,
no sólo de los recursos tradicionales, sino también, cada
vez más, de la abundante biodiversidad, apetecida por empresas innovadoras
en tecnología de ingeniería genética.
Mientras el gobierno y el Ejército Mexicano despliegan
estrategias de control para facilitar la apropiación de las riquezas
naturales por estas empresas, amparadas por el esquema del Tratado de Libre
Comercio, los campesinos e indígenas de la zona, algunos zapatistas
y otros no, se resisten a esta imposición, añade en el estudio
reciente El EZLN y la guerra de baja intensidad en Chiapas: derechos
indígenas contra corporaciones transnacionales. El texto completo
se publicará en la Revista Mexicana de Ciencias Políticas
y Sociales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de
la UNAM.
Se busca expulsar a la población
Para
los estrategas neoliberales y privatizadores, sostiene Fernández
Christlieb, Chiapas representa un objetivo. En esa perspectiva de interés
económico, el estado debe ser objeto de un arduo trabajo de explotación
petrolera, minera, biológica e hídrica. Para ello se requiere
expulsar a la población ahí asentada.
El despliegue de núcleos militares, policiacos
y paramilitares documentado a lo largo de la última década
responde a este diseño, en el que las poblaciones zapatistas son
un objetivo, no el único.
Lo anterior explica por qué la mayor concentración
castrense y de paramilitares en el estado ocurre en los Altos y el Norte,
con gran densidad de población tzeltal, tzotzil y chol, así
como en la selvática reserva de la biosfera de Montes Azules, con
escasa población, pero con hiperdiversidad biológica -el
mayor número de especies animales y vegetales- además de
yacimientos petroleros.
A lo largo de la investigación, la politóloga
constata cómo a lo largo de una década de conflicto los sucesivos
gobiernos han aplicado puntualmente el plan, generando la paramilitarización
de las zonas en disputa, la sucesión de diversos episodios violentos
que marcaron con matanzas las regiones del Norte y los Altos, principalmente.
Acteal, en diciembre de 1997, es un hito en ese proceso.
Además, describe el desarrollo de procesos de desplazamiento de
población en la Selva, el Norte y los Altos, que en su momento más
crítico alcanzó la cifra de 20 mil indígenas refugiados
internos.
"La opción de la guerra de baja intensidad escogida
por el gobierno de Salinas de Gortari -indica en las conclusiones-, profundizada
y extendida por Zedillo y mantenida por Vicente Fox, es un recurso para
mantener militarizado el estado de Chiapas, con la doble finalidad de desgastar
lenta y constantemente la resistencia y la articulación social de
las comunidades indígenas, al mismo tiempo que vigilar las riquezas
naturales estratégicas, petróleo, minerales, agua, biodiversidad,
turismo, que son del interés creciente de los capitales privados
representados por las grandes corporaciones trasnacionales."
Sobre el gobierno federal, el estudio señala que
Fox, a pesar de haber sido postulado por el Partido Acción Nacional,
asumió la situación como quien recibe una herencia. "Su máximo
gesto de distinción fue entregar al Senado la mal llamada ley
Cocopa, que modifica esencialmente lo acordado en San Andrés",
para "desentenderse del asunto".
Al desnaturalizar el espíritu y la letra de los
acuerdos de San Andrés originales, el gobierno impuso un principio
de autoridad institucional, apunta.
Cita a varios especialistas para recordar que lo que plasmaba
la propuesta de la Cocopa era "el derecho constitucional de aprovechar
los recursos naturales según el criterio y mandato de los pueblos
indígenas, limitando así las ambiciones de los inversionistas
nacionales y extranjeros para adueñarse de los recursos".
Al desconocer lo anterior, el gobierno puso el territorio
nacional, sus riquezas naturales y sus habitantes "a disposición
de los capitales privados".
Para la universitaria, lo que hoy se llama Plan Puebla-Panamá
(PPP) es en el fondo lo que plantea el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte, o en Sudamérica el Plan Colombia, o lo que en el pasado
se bautizó Proyecto Paseo Pantera o Corredor Biológico Mesoamericano,
o antes la Doctrina Monroe. Y en el futuro puede llamarse Acuerdo de Libre
Comercio para las Américas.
En un párrafo, esta investigación sintetiza:
"Con el Plan Puebla Panamá los gobiernos mantienen celosamente reservado
todo el corredor mesoamericano para los capitales privados de cualquier
parte del mundo que se vayan decidiendo a invertir en el área. Tal
parece que en la mente de los gobernantes priva la idea de que en la región
hay demasiadas riquezas naturales y potenciales como para dejarlas en manos
de los pueblos indígenas".
Destaca las dificultades que todo investigador enfrenta
para obtener información veraz y de fondo sobre el PPP, lo que "refuerza
las suspicacias cuando se observa la realización de obras y la ejecución
de decisiones de gobierno que aparecen como acciones independientes, siendo
en realidad piezas articuladas de un plan cuyos alcances se ocultan a la
población".
Fernández Christlieb recuerda el desenlace de todo
el esfuerzo invertido en las negociaciones de San Andrés, la Marcha
del color de la tierra y las sesiones parlamentarias, reducido todo
a la aprobación de una ley indígena mutilada.
Rebatida por protestas y demandas de pueblos indígenas
de 11 estados que presentaron 330 controversias constitucionales, esa contrarreforma
también recibió el espaldarazo de la Suprema Corte, expresa.
Frente al diseño gubernamental para la zona zapatista,
Paulina Fernández describe los procesos de resistencia en las comunidades
zapatistas. Primero los municipios autónomos, luego la construcción
y organización en los periodos de aparente silencio e inactividad
del EZLN, lapsos en los que se han creado soluciones propias, al margen
de las instituciones oficiales, haciendo frente al reto de poner en práctica
un concepto distinto de democracia, una relación diferente entre
gobernantes y gobernados.
Así, en las zonas rebeldes se ha llegado a la formación
de las juntas de buen gobierno y los caracoles, esquemas en los
que la estructura militar zapatista se ha hecho a un lado. A esto se añade
un nuevo desarrollo, la concepción del Plan La Realidad-Tijuana,
proyecto que pretende vincular a toda la gente que resiste el despojo que
representa el PPP.
Por último, apunta la investigadora, "así
como el PPP se oculta, la guerra en Chiapas se niega". Y con este juego
de cortinas de humo, el EZLN consolida su existencia y su proyecto.
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