México D.F. Martes 17 de febrero de 2004
Impune contaminación cubre a El Salto,
Jalisco
Cien mil personas padecen la descarga de desechos industriales
en ríos y presas
ANGELICA ENCISO L. /I ENVIADA
El Salto, Jal. Las ventanas
de las casas permanecen cerradas la mayor parte del día para evitar
la entrada del aire sucio y las nubes de moscos que se elevan sobre el
río Santiago, las presas y los canales que rodean y atraviesan este
municipio. Los peatones cuando pasan cerca del cauce se apresuran, aguantan
la respiración y con las manos tratan de disipar el desagradable
olor.
Cada
día, desde hace al menos 30 años, alrededor de 100 mil personas
de este municipio y de Juanacatlán respiran el aire contaminado
por los gases que se elevan de cada uno de los afluentes de agua que contienen
las descargas residuales de 370 industrias y pueblos circunvecinos.
Esta zona, cuarta entre las más contaminadas de
México, forma parte de la principal cuenca del centro del país,
que al mismo tiempo es la más industrializada: la Lerma-Santiago-Pacífico
-que empieza en el estado de México y termina en el puerto de San
Blas, Nayarit-, y en la que en total viven 18.5 millones de personas.
Aquí los pobladores han tratado de adaptarse a
la contaminación, no tienen otra opción. Pese al calor seco
que asuela las calles polvosas y penetra por las paredes de adobe de las
viviendas, la gente no permite la entrada del aire enrarecido, se encierra
a piedra y lodo. Es la forma que tienen de protegerse de la invasión
de industrias en la región, que comenzó hace 50 años,
y que se refleja en el agua pestilente que ha ocasionado daños a
la salud: problemas de dermatitis, incremento de las enfermedades respiratorias,
casos de cáncer y leucemia.
Esto ocurre a tan sólo 50 minutos de Guadalajara,
en la cabecera municipal de El Salto, pero el corredor y el parque industrial
empiezan desde el sur de Tlaquepaque y el norte de este municipio. Ahí
también comienzan los daños ambientales.
Desechos peligrosos sin control
Intercalados en una de las principales zonas industriales
de Jalisco existen 47 poblados de El Salto y Juanacatlán, que coexisten
en 42 kilómetros cuadrados con las empresas del corredor industrial
y que producen cloro, metales, cromados, aceites, partes de automóviles,
pesticidas y productos químicos. Entre 1992 y 1996 la entidad tuvo
el tercer lugar en cuanto a accidentes químicos, según estudio
de las investigadoras Susana Marceleña y Guadalupe Garibay.
En el trayecto de Guadalajara a El Salto, los autobuses
se van llenando de trabajadores y jóvenes que vuelven a sus localidades.
Desde la vía se ve el canal Las Pintas, paralelo a la carretera,
que conduce las aguas residuales de Zapopan, Tlaquepaque y Guadalajara;
a ellas se suman las del aeropuerto y las que provienen de cada comunidad
que el conducto atraviesa hasta que llega a la presa El Ahogado, la cual
se ha ''convertido en el vertedero de aguas negras de toda la región",
indica Ruben del Río, director de Agua Potable del ayuntamiento.
En este lugar la mayoría de las plantas industriales
vacían sus aguas residuales a canales a cielo abierto, ya que de
ellas sólo 50 por ciento tiene instalaciones de tratamiento de aguas
residuales, y de éstas sólo la mitad opera, lo cual hace
que la contaminación aumente constantemente, según reporta
el diputado Armando Chávez.
Las empresas que están sobre la carretera tienen
sus tuberías en los canales localizados en la lateral de la vía,
a cielo abierto; sobre sus desechos sólidos peligrosos tampoco hay
control. El mal manejo de ellos se refleja en la existencia de siete tiraderos
y cinco incineradores clandestinos, además de confinamientos provisionales
que carecen de advertencia alguna, explica del Río.
En la colonia El Chocolate, antes de la cabecera municipal,
el sendero de terracería que conduce a lo que fue el vaso regulador
San Lorenzo -ahora destruido y convertido en ladrillera- también
corre en la misma línea de un canal que en temporada de lluvias
se desborda e inunda las viviendas.
Junto al número 230 de la calle Rubén Martínez
de esa colonia, hay una centena de tambos abandonados con desechos de grasa
de rastros y de cárcamos de autobaños; a su alrededor, animales
muertos, botellas de plástico y basura. Manejar adecuadamente cada
uno de esos contenedores cuesta mil 500 pesos, porque los residuos se deben
limpiar e incinerar, mientras que botarlos ahí puede representar
una erogación de apenas 20 pesos, explica Rodrigo Saldaña,
del Instituto Vida.
En
unas semanas, cuando empiece la temporada de lluvias, esos desperdicios
se verterán sobre la vereda y se sumarán al agua infectada
que anegará la comunidad, como ocurre cada año.
Al final toda esa agua irá a dar al río
Santiago, que comienza con cierto grado de contaminación en el lago
de Chapala y en su trayecto -hasta llegar a las playas de Nayarit- "recibe
la contaminación de industrias como Ciba Geigy, que tiene una planta
de tratamiento, pero en los recorridos se ha visto que manda agua con color
al río. El caudal también acoge los líquidos infectados
del tiradero de Matatlán, que inclusive pueden llegar a los mantos
freáticos", señala Héctor Salgado, rector del Centro
de Ciencias Exactas de la Universidad de Guadalajara.
Ante la falta de vigilancia sobre las plantas industriales,
éstas almacenan en sus patios los desechos peligrosos sólidos
en tambos; cuando llueve, el agua los arrastra a los desagües y al
suelo, por lo que la contaminación de los mantos freáticos
no se descarta. Además, todas las sustancias dañinas que
ahí se encuentran irremediablemente llegan a los cuerpos de agua.
Por ejemplo, se presume que hay industrias que han enterrado
cianuro en sus patios y esa sustancia ya habría llegado al subsuelo,
pero a raíz de una denuncia que se hizo en Radio Universidad de
Guadalajara aparentemente ya lo sacaron del lugar, indica Del Río.
Otro caso es el confinamiento localizado sobre la carretera
La Capilla, municipio de Tlajomulco, ubicado al norte de El Salto, donde
pobladores creen que hay desperdicios peligrosos, como tierras de fundición
de siderúrgicas y fundidoras de Guadalajara. Esto es una suposición,
porque el sitio está cercado y únicamente hay señalamientos
de peligro, pero no existe ninguna información sobre lo que está
enterrado en las fosas cubiertas con tierra y rodeadas de pequeños
conductos que son insuficientes para capturar el agua pluvial, por lo que
los tóxicos llegarán a los mantos freáticos, explicaron
especialistas.
La delegación de la Procuraduría Federal
de Protección al Ambiente (Profepa) no pudo informar si se han practicado
inspecciones a las industrias y que resultado han tenido, pero precisó
que sobre la contaminación de agua sólo podría actuar
a petición del ayuntamiento, el cual tendría que presentar
una querella, a pesar de que habitantes del municipio ya hicieron dos denuncias
populares, una de las condiciones para que el organismo intervenga.
Hasta ahora la única respuesta que sobre la contaminación
han dado las autoridades, en este caso la Comisión Nacional del
Agua (Conagua), fue que "se realiza un monitoreo permanente de la calidad
de las aguas de los ríos Lerma y Santiago, así como del lago
de Chapala. La contaminación es generada por empresas, poblados
y ciudades, campos de cultivo y terrenos ganaderos" y en un oficio indica
que existe compromiso de los gobiernos de los estados para construir plantas
de tratamiento de aguas residuales. La Conagua tiene tan sólo seis
inspectores para toda la cuenca.
Hace 30 años los habitantes comenzaron a percibir
la contaminación una madrugada en que el hedor los obligó
a levantarse de la cama para cerrar las ventanas. Desde entonces no las
han vuelto a abrir.
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