De la Peña exigió establecer códigos éticos para regular la actividad científica

Potencias han convertido a la ciencia en herramienta de destrucción: AMC

Juliana González criticó la postura de católicos ante los métodos anticonceptivos

KARINA AVILES

La profesora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juliana González Valenzuela, manifestó que lo más antiético, irracional e inhumano es la miseria que azota a millones de personas en el mundo, situación frente a la cual nadie ha sido capaz de hacer algo real y efectivo, y cuestionó la posición de la Iglesia católica sobre las píldoras anticonceptivas, al señalar que es "un horror de la ignorancia".

Por su parte, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), José Antonio de la Peña, subrayó la necesidad de establecer códigos de ética para regular la actividad científica, ante una situación mundial en la que los instrumentos científico-tecnológicos se utilizan cada vez más con fines de poder y de destrucción que para ayudar a la humanidad.

Durante la presentación del libro El papel de la ética en la investigación científica y la educación superior, en la que también participaron el investigador nacional emérito Ricardo Tapia; el editor de la publicación, Martín Aluja, y el doctor Fidel Ramón Romero, González Valenzuela señaló que en mundo sobrepoblado, en el que la pobreza va en aumento, el señalamiento de la Iglesia católica de "creced y multiplicaos, como si estuviéramos en los tiempos bíblicos, es un horror".

La humanidad y especialmente los países "todopoderosos no tienen la sapiencia ética para superar el hecho de que vivimos con una población mundial de miseria grave, lo cual es lo más irracional, lo más antiético e inhumano que pueda suceder".

La profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM coincidió con José Saramago en que es inmoral que las potencias destinen millonarios recursos a la conquista de Marte, mientras millones de personas mueren de hambre.

Al enfatizar que la ciencia no debe sacrificar sus valores, apuntó que la ética laica es la que debe prevalecer en la investigación. Señaló que la clonación de seres humanos -que por el momento está prohibida con toda razón porque no se tienen las condiciones técnicas y científicas para hacerla- "es irreversible".

Algún día será posible clonar a los seres humanos y frente a esa posibilidad el imperativo de la ética es el que debe prevalecer: "lo único que hay que hacer es regular la vida de los clones y de los progenitores de los clones para evitar que abramos la posibilidad de una forma de esclavitud, de que esos clones sean un instrumento de explotación del hombre por el hombre, y echar atrás todo lo que hemos avanzado en la historia de la humanidad".

En tanto, José Antonio de la Peña manifestó que la ciencia, al ser parte de una actividad humana, es susceptible de errores y "los científicos caen ocasionalmente en las redes del engaño y la mentira".

Por ejemplo, algunos investigadores pueden incurrir en algún tipo de fraude como el de inventar datos o plagiar estudios. Por otro lado, señaló que el interés económico es el que prevalece no sólo sobre la ciencia sino sobre cualquier actividad.

El científico, dijo, es el encargado de generar conocimiento, pero el uso que se haga de éste ya no es su responsabilidad. Sin embargo, forma parte de su compromiso el advertir que ciertos conocimientos pueden ser mal utilizados, por ejemplo, para la construcción de armamentos, añadió.

El libro en mención fue dedicado al científico Hugo Aréchiga Urtuzuástegui, investigador prolífico que en vida tuvo como una de sus principales preocupaciones la ética en la investigación científica.