.. |
México D.F. Jueves 19 de febrero de 2004
Otto Minera la lleva a escena en el Salón
México
Las nictálopes, de Tomás Espinosa,
toca hondo la indiferencia y la intolerancia
ARTURO CRUZ BARCENAS
La intolerancia y la indiferencia cunden, merodean y marcan
el diario devenir. Esas nociones son el acento, el tono, de la obra de
teatro Las nictálopes, escrita por Tomás Espinosa
que, bajo la dirección del regiomontano Otto Minera y las actuaciones
protagónicas de Margarita Sanz y Angeles Marín, será
estrenada el 26 de febrero en el Salón México.
Nictalopia
es la enfermedad que padecen personas y animales que pueden ver mejor de
noche que de día. El texto de Espinosa (1947-1992) adquiere en la
creatividad de Minera gran actualidad. El director estudió actuación
en Nueva York; entre sus puestas se encuentran ¡Ay, Carmela!,
Sueños y Cómo aprendí a manejar.
La coreografía es de José Rivera, fundador
del grupo La Cebra; la escenografía es de Mónica Raya. Jacobo
Lieberman dirigirá la parte musical. Minera ha incluido actos circenses,
que estarán manejados por Eduardo Barajas. Ayer se colocaron arneses
que serán usados para girar en el aire.
Habrá algunos efectos especiales (creados por Felipe
Lara) y, como añadido, quienes se animen podrán bailar una
cumbia, como Juana La Cubana. Un cuarteto interpretará 12
piezas de rompe y rasga antes del inicio de Las nictálopes,
que, aparte de su experiencia telenovelera, ha hecho teatro de categoría,
como La señora Kevin, La Marquesa de Sade, Ginecomaquia,
además de su paso por el cine, en Frida y El callejón
de los milagros.
La otra bella que ve de noche es Angeles Marín,
quien ha intervenido en más de 50 puestas, entre otras, escritas
por Hugo Argüelles, Emilio Carballido y Víctor Hugo Rascón
Banda. Por citar dos: Macbeth y Otelo. En cine: Lolo
y Amores perros, por citar otras dos. Completan el elenco Ramón
Barragán, Eligio Meléndez, Angeles Cruz, Marina Vera, Juana
María Garza, Guillermo Iván y Héctor Jiménez,
más ocho bailarines y seis acróbatas.
La historia comienza cuando las hermanas Serafina y Refugio
(Sanz y Marín) son encomendadas por un ángel a salvar la
Tierra del pecado mortal. Tendrán la difícil misión
de llevar la paz, un rayito de luz y buenos actos a las almas pecaminosas
tentadas por Lucifer, con quien tendrán que pelear, en el Hotel
Garage Afrodita. Para no revelar la trama y guardar el misterio, baste
decir que el tal querubín aconseja a la mujer aplastar el mal, pero
por medio del rezo en las calles. Se auxilian de velas, agua bendita y
tres huevos.
Para enfrentar el tema desarrollado por el autor, Minera
subraya el tono fársico y de comedia. Espinosa es autor de piezas
de gran tensión dramatúrgica, como Santísima la
Nauyaca y Hacer la calle. Para quien no conoce su obra, esta
es una buena oportunidad para acercarse a un teatro agudo y puntiagudo.
Ayer, entre carpinteros y meseros, que sirvieron a los
periodistas refrescos y tacos, Minera caminaba aprisa. Así habla,
comiéndose sílabas. Su mente va a un ritmo y lo que sale
de su boca es apenas un murmullo. Son muchas sus ideas, y entre ellas expresó:
"Las cosas están muy difíciles y en la obra se escuchará
una canción titulada A mí qué, que tocará
los múltiples motivos de risa, de burla, de dolor, por la ineficacia
política, por la indiferencia y la intolerancia.
"Decía Miguel Nieto, quien junto con OCESA produce
esta puesta en escena, que esta obra alude a esos dos temas. Emilio Carballido
escribió un obituario para Tomás, y decía que Las
nictálopes era una de las piezas que más le gustaban.
El encaminó a Espinosa en la escritura de teatro. Carballido llama
a esta obra Pesadilla sobre la intolerancia. Es una luz sobre la
ambigüedad de las revelaciones trascendentes en la religión,
en la política, en el hogar. Todos dicen cómo debemos vivir,
lo mismo el PAN, el PRI o el PRD. Cuando alguien dijo: 'yo sé',
en ese momento comenzó la intolerancia."
Para el maestro, la farsa es "retazos, sentimientos, revelaciones,
la fuerza, los brochazos, que no son simplificación. Hay que hablar
en todos los tonos para referirnos a lo que nos importa. El teatro es hablar
de lo que sí pasa".
-¿Qué es para usted trabajar ahora con OCESA?
-Una experiencia nueva y, hasta ahorita, una maravilla.
Hice una propuesta y estamos en esto. Se trata de que la gente salga de
noche y baile y se ría. La idea es apostar y apostar. El gobierno
no está invirtiendo en teatro. Hay que buscar alternativas.
|