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México D.F. Sábado 28 de febrero de 2004
Semblanza del investigador estrella de
la policía secreta del Estado represor
Miguel Nazar Haro, la guerra sucia y la obediencia
debida
Ahora, el antiguo interrogador es quien debe
responder a quién culpa por su violencia
CARLOS FAZIO/I
Miguel Nazar Haro, investigador estrella de los servicios
secretos del antiguo Estado autoritario priísta y hombre de confianza
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en México, ya no se
jacta. El creador del grupo de operaciones clandestinas C-047 y de la paramilitar
Brigada Blanca, quien se hacía llamar capitán Martínez
en sus primeros tiempos de torturador, ha dejado atrás sus técnicas
freudianas de interrogatorio ("Platíqueme de su infancia. ¿Cuáles
fueron sus deseos infantiles? ¿A quién culpó de no
lograr lo que quiso en su juventud?", Gustavo Castillo, La Jornada,
5.II.04), que combinaba con la picana eléctrica para arrancar confesiones
a sus víctimas. Es él, ahora, detenido en el penal de Topo
Chico, quien debería platicar de sus "deseos" juveniles reprimidos
y "a quién culpó" antes de decidirse a descargar su furia
homicida sobre prisioneros inermes y desarmados en los años de la
guerra sucia.
Nazar, el experto en contrainsurgencia con cursos en Panamá
y Estados Unidos, quien desde la Dirección Federal de Seguridad
(DFS) coordinaba los servicios de inteligencia del régimen -pequeño
símil, en su época, del coronel Manuel Contreras, el todopoderoso
jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional chilena durante la
dictadura pinochetista, actualmente preso-, perdió aplomo. El sacrificado
defensor de la patria, la familia y la propiedad privada (ver "Sí,
hijos míos, fui policía", carta a sus descendientes); el
nocturno vengador anónimo de Eugenio Garza Sada y del Grupo Monterrey,
el asesino bueno, el "institucional hasta la muerte", poco a poco va perdiendo
su oficio.
Todavía no ha dicho quién o quiénes,
en la cadena de mando (los directores de la DFS Fernando Gutiérrez
Barrios/Luis de la Barreda/Javier García Paniagua-los secretarios
de Gobernación Luis Echeverría/Mario Moya Palencia/Jesús
Reyes Heroles-los presidentes de la República Gustavo Díaz
Ordaz/Luis Echeverría/José López Portillo), le autorizaron
llevar a cabo el espionaje telefónico y fotográfico sobre
el personal diplomático de los países socialistas acreditados
ante Tlatelolco, en los años 60, en estrecha colaboración
con la estación de la CIA y del attaché del Federal
Bureau of Investigation (FBI) en México. Ni por órdenes de
quién creó el Grupo de Investigaciones Especiales C-047,
en noviembre de 1965, para infiltrar y aniquilar a los "grupos subversivos",
luego de pasar un semestre en Washington. O quién aprobó
la formación de un comando especial (la Brigada Blanca),
réplica de los escuadrones de la muerte centro y sudamericanos,
que practicó la tortura como método y ejecutó y desapareció
de manera forzosa a prisioneros y tuvo derecho a botín de guerra.
El
19 de febrero, en su declaración preparatoria ante un juez de distrito
en Monterrey, menguada la protección que le daba la Agencia Central
de Inteligencia -en 1981 Nazar fue acusado formalmente en San Diego, California,
de ser el jefe de una banda de robo y contrabando de automóviles
de lujo; la embajada de Estados Unidos aquí envió un cable
donde calificaba al entonces titular de la DFS como "contacto esencial
para la CIA en México" (The Washington Post, 17.VII.1990),
por lo que la Corte Suprema de EU ordenó brindarle impunidad-, Nazar,
el nacionalista, reconoció que diario enviaba al secretario de Gobernación
y al Presidente de la República en turno la información sobre
las acciones policiacas y militares en todo el país.
La semana pasada, el arzobispo de Guadalajara, cardenal
Juan Sandoval Iñiguez, pidió "perdón para los verdugos"
de la guerra sucia. Pero agregó que "el país necesita
justicia". Enfermo, casi octogenario ("regresó al DF porque no quería
morir solo" y lo atraparon, declaró su hija Arlette a La Jornada),
la justicia parece estar alcanzando a Nazar Haro a 30 años de sus
ordalías genocidas. Como ocurrió en 1994, cuando Argentina
extraditó al criminal de guerra nazi Erich Priebke, quien medio
siglo antes había participado en la matanza de las Fosas Ardeatinas,
en las afueras de Roma. Así aconteció, también, en
1983, cuando Bolivia extraditó a Klaus Barbie, El carnicero de
Lyon en Francia bajo la ocupación alemana, condenado a reclusión
perpetua por una corte de Ródano que lo encontró culpable,
en 1987, de crímenes contra la humanidad.
Una brigada de elite
Envuelto en la bandera del patriotismo, la seguridad y
el orden, Nazar apela ahora a la obediencia debida ("el Presidente sabía
todo") y se declara inocente de cualquier crimen. Pero reduce el papel
de la DFS y la Brigada Blanca a simples funciones de información
e investigación. Ha rechazado cualquier vínculo con los militares
de la época. Falso. Máxime en boca de quien entró
a la DFS sin grado militar y fue nombrado teniente coronel en 1980, por
el presidente López Portillo.
El 29 de octubre de 2002, en el contexto del Consejo de
Guerra contra los generales Francisco Quirós Hermosillo y Arturo
Acosta Chaparro en el Campo Militar Número Uno, la Procuraduría
General de Justicia Militar sostuvo que la Brigada Blanca, fuerza
especial de soldados y policías que desarticuló a la guerrilla
en los años 70, fue un grupo "carente de sustento legal, cuyas tácticas
eran completamente ilegales".
En la acusación por homicidio contra ambos ex militares
-en noviembre de 2002 fueron degradados y condenados por el delito de fomento
al narcotráfico-, la procuraduría castrense sostuvo que la
Brigada Blanca "utilizó una táctica que consistía
en detenciones, interrogatorios, cateos y reclusiones ilegales", incluso
en instalaciones militares habilitadas para "operaciones encubiertas".
Por ejemplo, las del Segundo Batallón de Policía Militar,
ubicadas en el Campo Militar Número Uno A.
Si bien fichas del Centro de Investigación y Seguridad
Nacional (Cisen), desclasificadas en 2001, daban cuenta de la existencia
de una brigada (especial o Blanca), cuyos comandantes en el periodo
de la guerra sucia fueron el capitán Luis de la Barreda;
Javier García Paniagua y el teniente coronel (asimilado) Miguel
Nazar Haro, la acusación de la procuraduría militar, contenida
en el expediente, es el primer documento oficial de una dependencia del
gabinete de Seguridad Nacional donde se admite, de manera pública,
la existencia de ese cuerpo paramilitar.
Entre las corporaciones que aportaron personal a la Brigada
Blanca figuraban, además de la DFS, la Policía Judicial
Federal, bajo las órdenes del procurador general de la República,
Oscar Flores Sánchez; el Segundo Batallón de la Policía
Militar (luego Brigada), al mando del entonces coronel Francisco Quirós
Hermosillo; la Policía Judicial Federal Militar; las policías
judiciales del Distrito Federal y del estado de México y la Dirección
de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD),
a cargo de Francisco Sahagún Baca. Se trataba, pues, de un grupo
de elite contrainsurgente compuesto por militares y policías.
El 11 de mayo de 1998, Quirós Hermosillo, quien
fue ayudante del ex secretario de la Defensa general Marcelino García
Barragán y recibió cursos sobre seguridad en Corea del Sur
e Israel (del Mossad), reconoció haber sido comandante operativo
de la Brigada Blanca hasta su promoción como jefe del Estado
Mayor de la 34 Zona Militar, con sede en Chetumal. A su vez, Acosta Chaparro
declaró el 3 de mayo de 2000 que en 1970 el entonces secretario
de la Defensa Hermenegildo Cuenca Díaz lo envió como asesor
a la DFS, tras recibir adiestramiento del Pentágono sobre "subversión"
y "contraguerrilla" (fue entrenado en paracaidismo en Fort Benning, Georgia,
y recibió un curso de Fuerzas Especiales, los famosos Boinas
Verdes, en Fort Bragg, Carolina del Norte).
Según declaró el procurador militar, general
Jaime López Portillo a La Jornada (28.IX.2002), la justicia
castrense les inició a Acosta y Quirós un proceso penal por
el delito de homicidio calificado en contra de 143 presuntos guerrilleros,
quienes habrían sido ejecutados y arrojados al mar desde un avión
Arava IAI-201, de fabricación israelí, en las costas de Oaxaca,
en los años de la guerra sucia. En el juicio están
involucrados el general de ala Roberto Huicochea y otros cinco oficiales
de la Fuerza Aérea Mexicana. Los "vuelos de la muerte" se iniciaron
en 1975, dos años antes de que fueran puestos en práctica
por la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, en Argentina.
La mayoría de las víctimas fueron levantadas en Guerrero,
pero para otras la "ruta de la muerte" se inició en el Segundo Batallón
de Policía Militar (Campo Militar Número Uno), desde donde
fueron trasladadas en camiones tipo frigorífico a la Base Aérea
Militar Número Siete, en Pie de la Cuesta, Acapulco, adscrita a
la 27 Zona Militar, cuya comandancia ocuparon los generales Enrique Cervantes
Aguirre y Eliseo Jiménez Ruiz.
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