México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004
Joseph S. Nye*
Para reducir el riesgo nuclear
En 1977, cuando trabajé en el Departamento de Estado del presidente Jimmy Carter, me enviaron a India para disuadir a los dirigentes de ese país de su intención de fabricar una bomba nuclear. Mis anfitriones respondieron que necesitaban hacerlo para no quedar rezagados respecto de China. Yo dije que Pakistán seguiría su ejemplo inevitablemente y el mundo pasaría a ser menos seguro.
India prometió no exportar su tecnología armamentista. Por lo que sabemos, sus dirigentes han mantenido su promesa, pero las revelaciones sobre la red de contrabando de armas nucleares organizada por A. Q. Jan, padre de la bomba de Pakistán, confirman el peligro que predije. Algunos llaman a la red de Jan una operación para propagar una "bomba islámica", pero, en vista de que Corea del Norte figuraba en la lista de receptores junto con Libia e Irán, sería mejor denominarla bomba corrupta.
Como ejemplifican los acontecimientos en Pakistán, la propagación de la tecnología nuclear no amplía la estabilidad inherente a la disuasión mutua. Más bien aumenta las posibilidades de filtraciones corruptas que pueden brindar a grupos terroristas el acceso a las armas nucleares. Con eso todo el mundo resulta menos seguro. Cualquier grupo patológico de extremistas podría destruir Nueva Delhi, Tokio, París o cualquier ciudad que eligiera.
Ahora la atención se centra en Irán, uno de los receptores de tecnología paquistaní, como el país más deseoso, al parecer, de crear su arsenal nuclear propio. Según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), ese país comenzó en agosto pasado a enriquecer uranio en una instalación centrifugadora y está construyendo mayores instalaciones subterráneas de enriquecimiento.
Irán proclama que sus programas son para la generación pacífica de energía nuclear, pero los inspectores ya han encontrado rastros de uranio muy enriquecido para fines armamentistas.
En octubre pasado, Mohamed El Baradei, director de la AIEA, anunció que Irán había aceptado procedimientos de inspección más rigurosos. Además, después de las visitas de los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Gran Bretaña y Alemania, Irán anunció una suspensión temporal de su programa de enriquecimiento. Ahora insinúa que puede reanudarlo y recientes informes de prensa sobre las importaciones procedentes de Pakistán indican que Irán no enseñó todo a la AIEA.
Afirma que como miembro del Tratado de No Proliferación (TNP) tiene derecho a enriquecer uranio para fines pacíficos. Es cierto, porque dicho tratado nació con una laguna. Aunque un país acepte inspecciones en gran escala de la AIEA, puede acumular legalmente uranio enriquecido (o plutonio reprocesado) bajo la cubierta de un programa de energía pacífica y después declarar de repente que las circunstancias han cambiado y retirarse del TNP... con la capacidad para producir armas nucleares a corto plazo.
Si así lo hiciera, no sólo aumentaría los peligros en una región inestable, sino además iniciaría probablemente un proceso de desmantelamiento del régimen de no proliferación a escala mundial. Irán puede preguntar qué derecho tienen otros a exigirle que renuncie a las armas nucleares. La respuesta radica en que prometió hacerlo cuando firmó el TNP, y en las consecuencias que impondría a otros.
Por esas razones el presidente Bush declaró inaceptable un arma nuclear iraní. Sin embargo, las opciones unilaterales de Estados Unidos son limitadas. Su ejército no sólo está muy ocupado en Irak, sino, además, la forma en que realizó su intervención en ese país -que resultó con menos capacidades nucleares que Irán- socavó su credibilidad, lo que dificulta el reclutamiento de aliados para contener las ambiciones nucleares iraníes.
Por fortuna, existe una opción multilateral y ya hay un precedente. A mediados de los setenta muchos países signatarios del TNP se propusieron importar y desarrollar instalaciones de enriquecimiento y reprocesamiento. Al comprender la amenaza que ello representaba para el régimen de no proliferación, países tan diversos como Unión Soviética, Francia, Alemania y Japón constituyeron el Grupo de Proveedores Nucleares, que limitó la exportación de instalaciones de enriquecimiento y reprocesamiento. Así se colmó, en parte, la laguna del tratado sin modificarlo.
En la actualidad, dichos países deben agruparse para ofrecer un trato a Irán (y a otros). Los países que deseen desarrollar energía nuclear, pero no fabricar bombas nucleares, deben recibir garantías internacionales de suministro de combustible y eliminación del combustible apagado. Por ejemplo Rusia, que está ayudando a Irán a construir un reactor nuclear en Bushehr, debe ofrecerle una garantía de combustible de uranio poco enriquecido y reprocesamiento del combustible apagado del reactor enviándolo de vuelta a Rusia, si Irán acepta renunciar a su enriquecimiento y reprocesamiento. Después dicho trato podría ser ratificado por el Consejo de Seguridad de Naciones unidas.
El consejo declararía que una mayor proliferación de armas nucleares es una amenaza para la paz y que cualquier país que siga esa orientación será objeto de sanciones. En esa resolución se incluiría también la garantía a Irán del acceso a las partes no peligrosas del ciclo del combustible de la energía nuclear. Se podría hacer más atractiva la propuesta con ofrecimientos de relajación de las sanciones vigentes y de facilitar una garantía de seguridad si Irán no se nucleariza.
Los ministros europeos de asuntos exteriores ya han expresado sus preocupaciones por el programa nuclear iraní. Rusia ha indicado que está dispuesta a prestar esos servicios en materia de combustible. Es hora de que el Consejo de Seguridad intente internacionalizar las partes más peligrosas del ciclo del combustible nuclear. No es demasiado tarde para aprovechar las enseñanzas que se desprenden de las descarriadas aventuras de A. Q. Jan.
* Decano de la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard y ex subsecretario de Defensa, autor del libro de próxima aparición Soft Power: The Means to Success in World Politics (El poder blando: medios para triunfar en la política mundial)
© Copyright: Project Syndicate, febrero de 2004 Traducción: Carlos Manzano
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