.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
C U L T U R A
..

México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004

Este año se conmemora el centenario natal del novelista, ensayista y editor guanajuatense

Ignorado ahora, Efrén Hernández es figura clave de la literatura mexicana del siglo XX

Desde la revista América impulsó a escritores en ciernes que después destacarían en las letras

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Efrén Hernández, cuyo centenario natal se celebra este año, no es muy conocido fuera de algunos círculos literarios; sin embargo, su trabajo de escritor y editor lo sitúan como figura clave en la historia de la literatura mexicana del siglo XX.

Se dice de su prosa que es una de las más delicadas de la literatura mexicana moderna. Y para más de un crítico, se trata del ''cuentista más extraño y personal del siglo XX mexicano''.

Asimismo se reconoce que con sus reflexiones sobre la creación literaria se anticipó a varios escritores nacionales y extranjeros, al afirmar que es en sí el acto de la escritura lo que define a un autor y no las interpretaciones que se hagan de su obra.

Por la calidad de su escritura, Emmanuel Carballo lo ha puesto a la altura de autores como Julio Torri, José Revueltas, Juan José Arreola, Juan Rulfo y Carlos Fuentes.

Por todas esas cualidades fue una de las personalidades literarias homenajeadas en el marco de la Feria Internacional del Libro de Minería, que ayer concluyó.

La investigadora y especialista en el trabajo de Hernández, Lourdes Franco Bagnouls, lo ha descrito como un "novelista extraordinario y ensayista mordaz a quien aún no se ha valorado con justicia".

Paradójicamente, su trabajo de editor es en parte lo que ha contribuido a que sus méritos literarios no reciban la atención que merecen. A cargo de la subdirección de la revista América, Efrén Hernández fue decisivo al hacer de dicha publicación -en palabras de Franco Bagnouls- "uno de los eslabones más trascendentes en la larga cadena de consolidación de la literatura mexicana".

Como subdirector de América, tuvo el acierto histórico de ser ni más ni menos que el padre editorial de Juan Rulfo.

El cuentista mexicano más extraño

Efrén Hernández, cuyo centenario natal se conmemora este año, nació el 1Ɔ de septiembre de 1904, en San Francisco del Rincón, Guanajuato. Hijo de un abogado, él mismo empezó la carrera de derecho, pero la abandonó en el tercer año para dedicar más tiempo a su verdadera vocación: la literatura.

En 1928 publicó su primer y más celebrado cuento, Tachas. Posteriormente dio a conocer El señor de palo (1932). Es en el cuento donde destacó por ''la novedosa combinación de misterio y humorismo, profundidad y ligereza''.

Carballo ha dicho que el humorismo depurado, la poesía, la sicología profunda y el personalísimo manejo del idioma conceden a este escritor el título del cuentista mexicano más extraño del siglo XX.

Su manejo "sabio y delicado" de la prosa también se manifiesta en sus novelas Cerrazón sobre Nicómaco y La paloma, el sótano y la torre.

Efrén Hernández también cultivó la poesía, de la que se editaron dos volúmenes: Entre apagados muros y Hora de horas. De raíz formalmente clásica, su trabajo poético hace énfasis en la transmisión de emociones y estados de ánimo.

Beneficiaria de la generosidad editorial de Hernández y autora a su vez de una notable producción poética, Dolores Castro publicó sus primeros trabajos en la revista América. Ahora lamenta el olvido en que se encuentra el trabajo poético del propio Hernández.

"Todos deberíamos rendirle homenaje" a la poesía de Hernández, opina Castro; poesía que ''nace de la emoción y la inteligencia ante verdades sobre el amor, la existencia, la aspiración al ser y a la belleza y la perfección para expresarla".

Al respecto, Carballo distingue en el trabajo poético de Hernández ''un esfuerzo apreciable para revitalizar los moldes del Siglo de Oro español''.

Por su parte, Franco Bagnouls pondera: "Hernández parece estar un paso más allá del sueño; el ejercicio de la inteligencia neoplatónica signa su poesía; la realidad es el último eslabón de la cadena".

El nacimiento de América

La revista América se publicó en la ciudad de México entre 1942 y 1960, editada por el Departamento de Divulgación de la Secretaría de Educación Pública y dirigida por Marco Antonio Millán.

De acuerdo con el ensayo de Lourdes Franco, Jano bifronte. La literatura de los años cincuenta en la revista América, Millán invitó a colaborar a un hombre al que lo unían "lazos afectivos profundos" y "coincidencias ideológicas y estéticas que darían a América sus rasgos distintivos.

''Ese hombre se llamó Efrén Hernández, novelista extraordinario y ensayista mordaz a quien aún no se ha valorado con justicia en el marco de la literatura mexicana".

Además de sus cuentos y poemas, Hernández publicó en América ensayos en los que Franco distingue "una clara conciencia de época, un espíritu crítico mordaz y una dialéctica que nos ofrece la perspectiva clara de un México en proceso de revisión profunda".

De revista política que era en principio, América ''se transformó en revista eminentemente literaria, abierta a la gente nueva y valiosa, ajena a los grupos de poder y, por tanto, poco valorada en el ámbito de la crítica", indica la investigadora.

Efrén Hernández ''defiende, ante todo, aquello que llama 'nuestra potencialidad espiritual', entendiendo por esto el caudal de tradición y principios que definen lo mexicano; el arte que propone, es un arte fincado sobre bases de realidad e inteligencia, esta última vista como capacidad perceptiva y receptiva de la esencia mexicana".

A partir de esos criterios, sumados a una actitud sensible y generosa, el subdirector de América propició que las puertas de la revista se abrieran a quienes más tarde serían figuras prominentes de las letras: Rosario Castellanos, Margarita Michelena, Dolores Castro, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Luisa Josefina Hernández, Jorge Ferretis y, claro, Juan Rulfo.

El descubrimiento de Juan Rulfo

El encuentro entre Efrén Hernández y Rulfo, que marcaría la historia de la literatura mexicana, no se dio en un ámbito libresco.

Rulfo lo recordó en un texto elaborado en 1985, con motivo de los 30 años de la publicación de Pedro Páramo. Sucedió en los días en que Rulfo ya había dejado Guadalajara para residir en la ciudad de México.

De por si reservado, el autor de El llano en llamas llevaba aquí una vida solitaria: "Convivía con la soledad, hablaba con ella, pasaba las noches con mi angustia y mi conciencia. Hallé un empleo en la oficina de migración y me puse a escribir una novela para librarme de aquellas sensaciones.

"De El hijo del desaliento sólo quedó un capítulo, aparecido mucho tiempo después como 'Un pedazo de noche'.

"Tuve la fortuna de que en migración trabajara también Efrén Hernández, poeta, cuentista, autor de Tachas y director (en realidad, subdirector) de América. Efrén se enteró, no sé cómo, de que me gustaba escribir en secreto y me animó a enseñarle mis páginas. A él le debo mi primera publicación, La vida no es muy seria en sus cosas.''

Tiempo después Rulfo entró como agente de ventas de la Goodrich Euzkadi: "Conocí toda la República, pero tardé tres años en dar otra colaboración, La cuesta de las comadres, a la revista América".

En su ensayo sobre dicha publicación, Lourdes Franco afirma que Efrén Hernández "rescató, literalmente, del cesto de los papeles" el cuento La cuesta de las comadres. De no habérselos solicitado Hernández, y a causa "del espíritu dubitativo de Rulfo", los originales de ese relato "se hubieran perdido en la basura".

Posteriormente -rememoró Rulfo- "Efrén Hernández logró sacarme también Talpa y El llano en llamas, en 1950, y Diles que no me maten, en 1951".

Una reflexión colectiva

No fue gratuito el interés del escritor guanajuatense por la literatura de Rulfo. La obra rulfiana se apegaba a los ideales estéticos de América, sustentados en los ensayos de Hernández.

América -sostiene Lourdes Franco- se inscribe en la reflexión colectiva sobre el sentido de la mexicanidad que tuvo lugar a mediados del siglo pasado. Tenía más que ver con la búsqueda de identidad que "con la expresión de un matiz folclórico".

Es la época de "las reflexiones frente al espejo; Samuel Ramos, Emilio Uranga, Octavio Paz y Leopoldo Zea vierten sus ideas en sendos libros teórico-especulativos sobre la naturaleza del ser del mexicano".

América estaba comprometida con esa búsqueda. Su contenido ''responde cabalmente a este principio de originalidad esencial, inimitable y única que lo define y caracteriza como mexicano''.

Definida en estos principios por las reflexiones de Efrén Hernández, América -señala Lourdes Franco- "es un órgano literario de capital importancia para configurar el panorama de las orientaciones estéticas de nuestras letras en los años 50".

Por eso mismo, "guarda la historia de uno de los eslabones más trascendentes en la larga cadena de consolidación de la literatura mexicana".

Efrén Hernández no tuvo tiempo de ver la repercusión de su labor en la vida literaria mexicana. Murió el 28 de enero de 1958, en el Distrito Federal, a los 54 años.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email