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México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004
José Cueli
Humberto Flores quiere...
Humberto Flores no es torero para aristócratas refinados. Encorvado y despatarrado en el ruedo arenisco y sin jugos, está en la línea de los toreros "industriosos". Sencillo y nervioso, hidalgo y seco, guerrero y místico. No tiene la chispa ni el pellizco que enloquece en su quehacer torero. Sólo alma machetera y áspera. Sus actuaciones suelen ser monótanas y uniformes, sin estilo personal, pero con deseos de agradar, que le agradecen los "cabales".
Torero machetero que se rinde al filo del metal. Su machete tesonero y tosco no escupe filigranas. Se conforma con llegar a las plazas de toros a fabricar pases tesoneros y hace asiento, mesa y techo en un torear tosco y tieso, acentuado por la falta de sitio del poco torear. Lo que sí, su machete tiene filo a la hora de estoquear a los toros y logra estocadas que levantan a los pocos "cabales" de sus asientos. Telón de fondo de escenas de grata virilidad a falta de toreros de pellizco.
Este torear tesonero en la línea de El Zotoluco y Rafael Ortega, a la larga acaba por convencer. Humberto lució ante los mejores toros del lote de Los Ebanos que requerían una muleta más puesta con los toros. En su segundo literalmente el torillo se lo comía. Eso sí, la tarde de ayer dejó en el aire el rumor brusco, tosco, industrioso de su valeroso proceder, a pesar de las adversidades que ha vivido en la plazas de toros de los pueblos y los despachos de los empresarios.
Humberto Flores, de alma acongojada, tristeza y sencillez en el rostro, da lecciones de ganas de ser en su machetero toreo. Fortaleza y optimismo que lo lleva a mantenerse firme, pese a los obstáculos. Con base en el tesón logró nuevamente el favor del público, a pesar de los altibajos en sus dos toros. Alfredo Lomelín y Marcial Herce, desdibujados, sólo provocaban en el aficionado una tristeza en sus largas faenas.
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