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México D.F. Martes 2 de marzo de 2004
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Los candados de Houdini Ebrard
PARA QUE ellas, las mujeres en matrimonio, no se
ofendan, el listísimo Marcelo Ebrard decidió que las esposas,
ese instrumento de sujeción tan recomendado por el país donde
menos se respetan los derechos humanos, es decir, Estados Unidos, se llamaran
desde ahora "candados de mano".
NO CABE duda que para llegar a esta conclusión,
para encontrar la profundidad del concepto, en la Secretaría de
Seguridad Pública hubo seguramente una masacre de neuronas, una
quema total de inteligencias. Se agotó el talento.
LA ORIGINALIDAD de Ebrard no tiene paralelo. Esta
vez sorprendió a todos, incluso a las esposas, es decir, a las mujeres
casadas, que agradecerán con alguna megamanifestación la
preocupación y la sensibilidad del señor Ebrard respecto
de su condición civil.
ES MAS, después de este desplante de inmensa
audacia, ¿qué organización de Derechos Humanos podría
acusar al jefe de la policía? Está claro, a Ebrard le importa
mucho eso, lo que flota, lo superficial. Lo demás es un asunto que
para el policía de la ciudad es lo de menos.
NOS REFERIMOS, desde luego, al uso abusivo de la
fuerza. Ya hemos dicho en otras ocasiones que en un régimen democrático
el uso de la violencia institucionalizada conduce necesariamente a reacciones
también de violencia y así se cae, con facilidad, en el caos.
LA FRIVOLIDAD del jefe de la policía tal
vez no alcance para ver la profundidad del problema que está creando,
pero todo parece indicar que ya entró a esa espiral violenta que
no para y que lleva, como hemos dicho, al caos.
MUCHOS GOBIERNOS, aquí y en otras partes
del mundo, han sido descalificados en su quehacer, por bueno que sea, por
violaciones a los derechos humanos, y éste no debería ser
la excepción.
EL ASUNTO no es dejar en libertad o impunes a los
criminales, pero las medidas impuestas alcanzan a toda la población.
El censor de borrachos, se diga lo que se diga, no ha funcionado como medida
coercitiva: cada vez importa menos a quienes deciden beber más de
la cuenta y los accidentes por ese motivo siguen ocurriendo.
POR OTRO lado, los operativos y las detenciones,
muchas de ellas arbitrarias, aunque han logrado meter terror entre la gente
por los despliegues espectaculares de la policía, no han tenido
mayores resultados porque los supuestos o reales delincuentes no tardan
mucho en conseguir su libertad, por las razones que sean, entre ellas que
el Ministerio Público no realiza el trabajo necesario.
APENAS LA semana pasada, en la unidad habitacional
Bahía, allá por los rumbos del aeropuerto, se montó
un operativo. Llegaron en conjunto, según testigos presenciales,
policía judiciales y de la SSP, de alguna de las muchas corporaciones
que inventó Ebrard.
DE ALLI sacaron a dos muchachos, uno de ellos,
también según el relato de los habitantes del lugar, se hallaba
drogado, "muy drogado", afirman. La gente se aterrorizó, hubo gritos
y llantos ante la irrupción de la policía y niños,
jóvenes y viejos miraron cómo golpeaban a uno de sus vecinos.
Desde luego hubo quienes justificaron la acción policial.
UNAS HORAS después, uno primero y el otro
algún tiempo más tarde, los jóvenes reaparecieron
en el lugar. Sí, cuando menos uno de ellos estaba drogado, cuando
menos uno de ellos fue golpeado, dicen los relatos testimoniales que crearon
terror y luego, no pasó nada.
PERO HOY, no hay que olvidarlo, la preocupación
del señor Ebrard está en que a las esposas no se les llame
por su nombre y que sus "candados de mano" se conviertan en un nombre común
que se pueda usar sin temor en las revistas de moda. ¡Viva la policía!
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