México D.F. Martes 2 de marzo de 2004
Revela un estudio grandes desigualdades sociales
en educación y empleo
"Dramática" crisis de expectativas sufren los
jóvenes en AL: Cepal
Si se quiere avanzar hacia sociedades más incluyentes
en el acceso al bienestar, la participación ciudadana y en un uso
productivo del conocimiento, es "urgente" invertir en los jóvenes,
quienes sufren de forma "dramática la crisis de expectativas", revela
un análisis sobre juventud e inclusión social en Iberoamérica
realizado por la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (Cepal) y la Organización Iberoamericana de Juventud.
A
pesar de ser el factor decisivo para perpetuar o revertir la reproducción
intergeneracional de la exclusión social, la disociación
entre escolaridad y empleo, entre alto consumo de imágenes y bajo
consumo material, entre alto manejo de información y baja oferta
de oportunidades, agrega el estudio, coloca a los jóvenes como un
elemento de ruptura en términos de convivencia social y democrática.
En América Latina no sólo enfrentan una
baja expectativa educativa, ya que sólo una tercera parte de quienes
inician la secundaria concluyen este nivel de estudios, lo que limita sus
posibilidades de cursar niveles superiores, "que son claves para mejorar
tanto las condiciones generales de trabajo como para lograr efectos positivos
sobre la equidad y movilidad social".
Por lo que respecta a la desigualdad social de la educación,
se señala que en la mayoría de los países de la región
"tanto el egreso de educación secundaria completa como la asistencia
a educación terciaria es, principalmente, privilegio de sectores
económicos medios y altos".
De esta forma, indica, 80 por ciento de los jóvenes
urbanos provienen de hogares cuyos padres cuentan con un nivel educativo
insuficiente, es decir, menos de diez años de estudio, situación
que se ve agravada, ya que entre 60 y 80 por ciento de los progenitores
"no alcanza el umbral educativo básico para acceder al bienestar".
Esto significa que aproximadamente entre 48 y 64 por ciento
de los jóvenes latinoamericanos de zonas urbanas verán restringidas
sus oportunidades educativas futuras, que se traducirá a lo largo
de su vida en empleos mal remunerados, situación que además
prefigura las limitaciones en sus propias oportunidades de bienestar, aunadas
a las dificultades para insertarse en el mercado laboral de trabajo.
Las personas que provienen de hogares con escasos recursos,
agrega el documento, suelen cursar ocho o menos años de estudio
"y en general no superan la condición de obrero y operario, con
un ingreso mensual promedio cercano a 2.5 líneas de pobreza, lo
que es insuficiente para asegurar el bienestar familiar".
Por lo que respecta a la inclusión en los espacios
de poder, los jóvenes enfrentan una tensión entre su acceso
a la información y los medios de comunicación, y una limitación
en su participación en los espacios de decisión política.
"Si por una parte los jóvenes manejan e intercambian más
información que otros grupos, por otra parte se sienten menos representados
por el sistema político, que los estigmatiza como factor de ruptura
con las figuras del poder", lo que influye en su baja participación
política, que no los prepara para ejercer sus derechos ciudadanos.
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