Adolfo Sánchez Rebolledo

México para todos

En medio del escándalo en que se hunde la política nacional, resultan particularmente alentadores algunos intentos de introducir cierta racionalidad al examen de los problemas nacionales. Me refiero, en este caso, al documento "Un México para todos, construyamos un proyecto alternativo", presentado por la Fundación Arturo Rosenblueth y elaborado por Cuauhtémoc Cárdenas y otros 12 intelectuales pertenecientes al entorno perredista, entre los cuales están Enrique Calderón Alzati, Roberto Eibenschutz, Julio Moguel, Salvador Nava, Emilio Pradilla e Iris Santacruz, por citar algunos nombres.

La propuesta contiene las líneas generales, el esbozo de lo que se ha dado en llamar "un proyecto de nación", es decir, un programa de mediano y largo alcances donde se formulan los objetivos estratégicos que, en opinión de los autores, concentran los intereses del conjunto de los mexicanos en esta etapa, luego del fracaso de las políticas neoliberales para resolver los problemas del país. Una primera mirada al texto arroja algunas novedades que cito en desorden: la asunción de la pluralidad constitutiva de la nación como un componente de la modernidad democrática ("Un México donde todas las etnias y las culturas que forman parte de su identidad histórica, sean reconocidas por el Estado y la sociedad; sean respetadas y protegidas por la ley y la justicia y promovidas por las instituciones sociales"); la importancia asignada a la recuperación del Estado "socialmente responsable y promotor del desarrollo" para la construcción de una sociedad "igualitaria, incluyente y sin pobreza"; la preocupación explícita por los temas de la cultura y la comunicación democrática ("Una ciudadanía bien informada y crítica requiere de espacios mediáticos diversos, plurales y abiertos, alineados con el interés público y no con el éxito mercadológico, sea político o comercial". Además, por venir de quien viene, destaca la crítica al desempeño de los partidos, "ahora sumidos en una profunda crisis cuyos rasgos comunes son la burocratización y falta de democracia interna, la ausencia de propuestas de solución a los graves problemas que enfrenta el país, el alejamiento de los ciudadanos, la desconfianza que éstos les tienen y que expresan con la abstención en los procesos electorales", la puesta en escena de la democracia participativa, cuyos rasgos esenciales aún son imprecisos o de plano siguen ausentes, así como la posición municipalista, "clave en este proyecto para la nación", la vuelta al federalismo constitucional y las alusiones al medio ambiente como un asunto significativo para una alternativa. Se puede decir, a grandes trazos, que en la propuesta se busca conciliar las tesis de la izquierda institucional con los planteamientos provenientes de las corrientes afines al zapatismo.

En rigor, se trata de una reflexión acerca de la situación de México en y ante la globalización, tal y como ésta se nos presenta en el mundo de hoy y las tareas que de ellas se desprenden a las fuerzas sociales y políticas. Contrariando la tesis que considera inevitable el "fin de la soberanía" de los estados, la propuesta es una relectura del concepto de nación y del nacionalismo en las circunstancias de la integración mundial bajo la hegemonía del neoliberalismo. En ese sentido, se pronuncia por la "recuperación plena" de la soberanía, así como de la "capacidad de autodeterminación política, económica, social, ambiental y territorial de la nación, basadas en la compleja trama de sus identidades propias, en las tradiciones de su lucha social, en los intereses y aspiraciones de los mexicanos de hoy y de mañana y sus decisiones democráticas", lo cual supone, ciertamente, "reivindicar una integración mundial equitativa, distributiva, democrática, tendiente a la igualdad y respeto de las diferencias; una integración mundial que busque superar las desigualdades nacionales y regionales de grado de desarrollo, donde no quepan el unilateralismo, la imposición ni el recurso de la guerra preventiva, y donde impere la paz entre las naciones". Esta es, afirma la propuesta, "una condición necesaria de la construcción de un proyecto de nación diferente al que las fuerzas de la derecha y el neoliberalismo impulsan actualmente".

Descontando que tal objetivo tiene a su vez una naturaleza "global" y múltiples dificultades que no se resuelven con invocaciones ideológicas, el texto subraya de manera particular la necesidad de avanzar en el terreno de la integración latinoamericana, sólo que en sentido opuesto al vislumbrado por el Area de Libre Comercio de las Américas y otros mecanismos de integración económicos, a fin de fomentar un proceso que permita el surgimiento de "una nacionalidad latinoamericana común" y, en su caso, de la doble o múltiple ciudadanía y nacionalidad". Dicha comunidad tendría como "instrumento regional de integración económica y política al Parlamento Latinoamericano", electo por el "voto nacional universal y directo" de sus miembros.

Con todo, a pesar de que se plantea impulsar un "nuevo constitucionalismo", cuya primera tarea sería eliminar la "racionalidad neoliberal" impuesta por las reformas de los años recientes a la Carta Magna, se echa de menos un punto de vista crítico acerca del futuro del régimen político, cuyos problemas institucionales demandan, justamente, la prosecución de la reforma del Estado. En fin, la propuesta merece leerse y debatirse con seriedad. Si la guerra sucia que flota en el aire nos lo permite, claro.