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México D.F. Sábado 6 de marzo de 2004
Subió peldaños con maniobras como
el inflado del padrón perredista, en 1993
Bejarano, del ascenso al derrumbe
Como líder magisterial y de solicitantes de vivienda,
ha sido considerado rudo y entrón
ARTURO CANO
A René Bejarano le sale su antiguo oficio: "Yo
fui maestro, a ver, pasen al frente, filas de dos en dos...", dice a los
reporteros en el tercer día de su tragedia política. Suelta
unos datos para involucrar a Carlos Salinas y Marta Sahagún en el
escándalo que tiene al Partido de la Revolución Democrática
(PRD) en la peor de las batallas de su eterna guerra tribal. No da pruebas,
sólo la referencia a una comida con el empresario Carlos Ahumada
Kurtz, quien le entregó fajos de billetes en cadena nacional de
televisión. Hace calor. Bejarano suda a chorros. Dice que la procuraduría
capitalina desliza que será arraigado, pero que en realidad lo que
buscan es incomunicarlo. "No tengo intención de sustraerme de ninguna
manera", jura.
En la procuraduría, desde el pasado jueves deslizan
el temor de que Bejarano atente contra sí mismo. "Lo descarto totalmente,
es un hombre de familia, un hombre muy firme", dice uno de sus cercanos.
No lo cree ni tantito, pero también admite que el René Bejarano
que conocía "era otro". Ese otro Bejarano que dice haber conocido
también la delegada en Azcapotzalco, Laura Velázquez. "Un
hombre trabajador, disciplinado, culto, amoroso con sus hijas y su esposa
Dolores (Padierna)". En menos de dos días, la delegada ya tiene
frases mil para salir del paso: "El error tan terrible que cometió
nos entristece". La delegada Velázquez fue una de las primeras en
acudir a la convocatoria de Bejarano. Ya entrada la noche del miércoles,
participó en una reunión con los delegados afines al profesor.
No todos asistieron, flaca la disciplina en la hora del
árbol caído. Ahí estuvieron Miguel Bortolini, de Coyoacán;
Octavio Flores, de Gustavo A. Madero; Ignacio Ruiz, de Cuajimalpa, y Velázquez.
Los titulares de Cuauhtémoc y Alvaro Obregón enviaron representantes.
Faltaron los jefes delegacionales de Magdalena Contreras, Tláhuac
y Xochimilco, las demarcaciones que completan la lista de las nueve controladas
por la Corriente de Izquierda Democrática (CID), de las 13 que tiene
el PRD en el Distrito Federal.
En esa reunión, ya menos entero que por la mañana
-inclusive lloró cuando se refirió a su familia-, Bejarano
refrendó la línea destinada a salvar las partes: la desaparición
de la escena política de él mismo y de su esposa, Dolores
Padierna Luna, la disolución de la CID, la formación de otra
corriente con nombre distinto y el nombramiento de una dirección
que sustituya a la actual coordinación nacional, formada por 50
personas.
¿Alguien se opuso? "No, él no dio chance
-admite Velázquez. Nos citó para ofrecernos disculpas y pedirnos
seguir con el proyecto".
El profesor
Otros
tiempos, otro Bejarano. "¡Misael Núñez Acosta!", grita
el orador. "¡Presente... ahora y siempre!", responde la multitud
en el Zócalo. El orador es el profesor Bejarano. Son los días
finales del movimiento magisterial que tumbó a Carlos Jonguitud
en 1989, y Bejarano hace su lucha en la sección 10 del sindicato
magisterial, sin mucha fortuna. En realidad, en todos sus años en
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)
nunca pudo armar una corriente con influencia, ni siquiera local. Aunque
sin duda trabó muchas relaciones. Varios delegados, diputados y
muchos funcionarios delegacionales provienen de aquellas lides magisteriales.
En los primeros años de la CNTE, la influencia
de Bejarano era tan pequeña que en alguna ocasión, a principios
de los años 80, inventó firmas para llevar un acta de asamblea
que lo acreditaba como delegado de la Escuela de Turismo del Instituto
Politécnico Nacional y así poder entrar a una asamblea nacional
de la CNTE.
En 1989, sin embargo, Bejarano logró mantener cierta
presencia gracias a los favores que prestaba al movimiento. Para entonces,
la influencia de la dupla Padierna-Bejarano -se habían unido en
1982- en el Centro Histórico iba creciendo. Los maestros disidentes
de la sección 9 se reunían en un local de Justo Sierra 19
y los profesores de la 10 en Argentina 65. Ambos eran predios gestionados
por la Unión Popular Nueva Tenochtitlán (UPNT), de Padierna
y Bejarano. La camioneta que cargaba el sonido de los mítines también
era de esa unión.
Para entonces, Bejarano ya tenía unos 15 años
de militancia en organizaciones de izquierda. Una militancia marcada por
rupturas sucesivas: con Heberto Castillo, con el Partido Socialista Unificado
de México, con Alejandro Gascón Mercado... Entrón,
rudo cuando había que serlo, Bejarano retaba a golpes a los ultras
que lo abucheaban por "reformista". Ese rasgo de su carácter lo
mantuvo por un buen tiempo. A mediados de los años 90, por ejemplo,
le tocó un trompón en plena cara por insultar a la que llamaba
"familia real", en referencia al hoy coordinador de los diputados federales
perredistas, Pablo Gómez. De esos años son también
las fotografías donde se le ve arrojando piedras a la policía
un primero de mayo.
Ya para entonces, pese al radicalismo escénico,
Bejarano era otro.
Perredista
Un talento de René Bejarano, describen sus detractores,
es que sabe utilizar muy bien un "resorte político": convence a
los grupos pequeños de unirse para evitar que otros más fuertes
ocupen todos los espacios. "Si no nos unificamos nos van a ganar los tres
cerditos", decía, en referencia a dirigentes como René Arce
y Pedro Peñaloza, en la disputa por la presidencia del PRD en el
DF, en 1993. Un año antes, Bejarano había creado la CID y
en su último año como diputado federal se dedicó a
sumar apoyos. Con el fantasma de los "tres cerditos" logró la declinación
de aspirantes como Alfonso Ramírez Cuéllar y Francisco Saucedo,
quienes, como muchos otros dirigentes de la llamada "izquierda social",
preferían el "brillo nacional" a la lucha territorial en el DF.
Bejarano no era de brillos: apostó por la organización casa
por casa para aprovechar sus conocimientos y habilidades de líder
de solicitantes de vivienda.
Bejarano ganó la presidencia del PRD capitalino.
Un perredista que fue su aliado cuenta que en la casa de Bejarano "se inflaba
el padrón en los días anteriores a la votación". Cuando
dejó ese cargo, en 1995, la elección para sucederlo fue impugnada
y tras muchas vicisitudes el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) perredista
formó una comisión para dirigir un par de meses al partido
local. En esa comisión estuvieron Laura Itzel Castillo, Alejandro
Encinas y Jesús Martín del Campo. Acudieron a la regencia
capitalina para hablar sobre las prerrogativas del partido. El regente
Oscar Espinosa los recibió con un "¿y a cuál PRD representan
ustedes? Porque aquí tengo varias nóminas", y les mostró
listas de "becas" del gobierno que se entregaban a activistas de Bejarano
y otros líderes.
La comisión tuvo que presionar fuerte para que
algunos integrantes del comité encabezado por Bejarano devolvieran
bienes y dinero del partido. Adela Salazar, por ejemplo, tenía en
una cuenta bancaria particular 100 mil pesos del partido. "René
me dijo que abriera la cuenta en caso de que algo malo llegara a pasar",
explicó a los comisionados del CEN.
Pura gestión
El terremoto de 1985, dice la biografía oficial
de Bejarano, "lo sorprendió viviendo en el Centro Histórico".
Recién llegado al Movimiento Urbano Popular, Bejarano supo aprovechar
la concertación camachista y la ola ciudadana, para fundar la UPNT.
"Fue una etapa de pura gestión", recordaba Bejarano ya en 1988.
Con resultados, la UPNT administró proyectos de vivienda financiados
por organismos gubernamentales, por organizaciones evangélicas de
Suiza y por la Fundación de Ayuda a la Comunidad. Con esta última,
encabezada por el jesuita Enrique González Torres, Bejarano no sólo
logró el apoyo para vivienda, sino también para diversos
proyectos productivos y de educación. De la "pura gestión",
Bejarano pasó pronto a la política electoral y a una influencia
creciente gracias a sus talentos de "operador".
El "autoritarismo tropical"
Rota tras el escándalo, la relación de René
Bejarano con Andrés Manuel López Obrador no fue siempre tersa.
En 1992, responsable de la Comisión de Comunicación Social
del grupo perredista en la Cámara de Diputados, Bejarano hizo producir
un libro titulado AMLO, éxodo exitoso. Años más
tarde, López Obrador llegaría a la presidencia nacional del
PRD. Durante una discusión interna, López Obrador manoteó
en la mesa. Bejarano, cuentan sus cercanos, le respondió duramente:
"No vamos a aceptar el centralismo tropical".
Las libretas mágicas
En julio del año pasado, René Bejarano se
ufanaba de tener, en muchas de sus inseparables "libretas mágicas",
donde anota todo con obsesión detallista, más de cien dichos
de López Obrador. "Son frases que lo describen", dijo a este reportero.
Y citó una de memoria: "Uno es dueño de su silencio y rehén
de su palabra". O de los videos que otros graban.
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