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México D.F. Sábado 6 de marzo de 2004
El país "no existe", afirma el sindicalista Charles Fritz
Diálogo con patrones para salvar a Haití, pide líder de central obrera
FRANCOISE ESCARPIT ESPECIAL DE L'HUMANITE
Paris, 5 de marzo. Por miedo a represalias, Charles Fritz, líder de la Confederación de Obreros y Trabajadores Haitianos y miembro de la Coordinación Sindical Haitiana y del Grupo de los 184, vive fuera de su casa des-de noviembre, cuando después de una manifestación de seguidores de Jean Bertrand Aristide fueron detenidos en el local sindical 11 dirigentes. Estos no fueron liberados sino hasta que, con la caída del presidente, se abrieron las cárceles. Hoy sostiene que obreros y patrones tienen que dialogar bajo un nuevo contrato social, antes que nada, para salvar a Haití, porque "šel país no existe!"
-ƑCuál es la situación después de la partida de Aristide?
-Venimos de un periodo verdaderamente crítico que ha agravado la situación económica, social, institucional y moral. Lo que ocurrió en los meses pasados fue que Aristide, en lugar de intentar caminos de solución con la sociedad, optó por poner en marcha una maquinaria de represión y violencia que desembocó en terrorismo de Estado. Hace años que casi todos los sectores de la producción viven de la economía informal. To-do lo que había, apenas una industria secundaria, de maquila, también desapareció.
"Lo que estamos viendo hoy es resultado de la voluntad popular, de una movilización que amalgamó a todos los sectores; nadie se quedó sin hacer ni decir nada frente al caos. Con la dimisión de Aristide los problemas no se han resuelto, pero estamos ante una oportunidad única de poner en el tapete los verdaderos problemas que nos aquejan. No debemos estropearla. La policía nacional fue puesta en una situación de impotencia por el propio Aristide, que prefirió armar a sus chimeres. Nuestra mayor preocupación, la in-mediata, es resolver el problema de la inseguridad, porque podría convertirse en un obstáculo para el proceso de democratización de la sociedad y para poder relanzar el crecimiento económico".
-ƑParece haber urgencia de hacer cosas. La forma como partió Aristide no ha generado divisiones en la Plataforma Democrática?
-Esa no es la cuestión. Con nosotros está la comunidad internacional, que tiene su propia agenda y no podemos ignorar. La marcha de Aristide ha cambiado el tablero interno y nosotros hemos hecho nuevas propuestas para construir un gobierno de unidad nacional. El gobierno Lavalás ya no existe, pero no podemos ignorar al partido Fanmi Lavalás. De hecho, practicamente no existía ni funcionaba porque Aristide hizo todo por controlarlo y manejarlo a su imagen y semejanza, como quizo hacer con el país. El mismo impidió que su partido creciera y se expresara. Ahora que no está, algunas voces se están atreviendo a manifestar su desacuerdo.
-La burguesía local finalmente entendió que un país con 90 por ciento de pobres no puede funcionar. ƑEsta miseria fue el combustible que alimentó el fenómeno Aristide?
-Creo que sí. Aunque es difícil hablar de burguesía y proletarios en Haití, donde menos del 4 por ciento de la población concentra más de 70 por ciento de la riqueza. Desde mi punto de vista, Andre Apaid, del Grupo de los 184, no forma parte de los más ricos. Fanmi Lavalás, con su discurso demagógico, tenía a la gente más rica y reaccionaria. Aristide está entre los más ricos.
"Hoy es necesario trabajar con ese sector para sacar al país de la situación en que se encuentra. Nosotros también tomamos conciencia que no podemos hablar como antes. Lo nuevo que hay en el contrato social nos lo ha impuesto la realidad. También es necesario que la burguesía participe en la construcción de la sociedad. Apaid es coordinador del Grupo de los 184. Es cierto que representa a la patronal en esta estructura de la sociedad civil, lo mismo que sindicatos, estudiantes, organizaciones religiosas, las mujeres, lo que hemos definido como los 13 sectores de la vida nacional. Comprendemos que hay intereses antagónicos. Lo sabemos, pero el problema es cómo defender hoy los intereses de los trabajadores tomando en cuenta los intereses del otro que está del otro lado del muro. Estamos condenados a entendernos. šEl país no existe! No hay electricidad, ni caminos, ni agua potable, ni teléfonos, ninguna infraestructura que pueda servir como punto de partida para el crecimiento. Es necesario detener este proceso de de-gradación y esto no solamente es asunto en-tre proletarios y burgueses. Es más interesante sentarse a discutir nuestros problemas con Apaid que con Aristide y su equipo.
"Este es el desafío; en este país empobrecido, envilecido, hay que pensar antes que nada en salvarlo. Por otra parte, también notamos que en el sector patronal del Grupo de los 184 hay cierto interés en los sindicatos, cierta noción de no defender exclusivamente sus intereses. Hasta hace poco, en las plantas maquiladoras los sindicatos estaban prohibidos. Ahora estamos optimistas, pero cautelosos; tampoco podemos olvidar una constante en la historia de nuestro sindicalismo, la represión y la reconstrucción. Pensamos, en este momento, que debemos apoyar a la comunidad internacional ya que no tenemos medios financieros. Es por eso que ponemos mucha atención a las propuestas que nos hacen. Solos no lo lograríamos. Traducción: Blanche Petrich
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