México D.F. Sábado 6 de marzo de 2004
En cuatro años, 13 crímenes, 4
de ellos impunes; Barragán Cárdenas, la víctima más
reciente
Temor en la comunidad homosexual de Colima ante ola
de asesinatos
La PGJE se niega a informar sobre los casos con el argumento
de que son datos reservados
VERONICA GONZALEZ CARDENAS CORRESPONSAL
Colima, Col., 5 de marzo. La comunidad gay colimense
expresó su temor de que el asesinato de Eduardo Barragán
Cárdenas, el pasado primero de febrero, pueda significar la continuación
de una serie de crímenes brutales cometidos contra homosexuales
de octubre de 2000 a mayo de 2001.
El titular de la Procuraduría General de Justicia
del Estado (PGJE), Gilberto García Nava, se negó a dar información
sobre los crímenes citados, escudándose en el artículo
24 de la nueva Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública
para el estado de Colima, que establece que "las actuaciones de las averiguaciones
previas tienen la calidad de información reservada".
Interrogado
por La Jornada sostuvo: "no existe posibilidad de conocer cuáles
ilícitos se pueden calificar de homicidios sexuales contra la comunidad
gay en Colima, pues en esta institución no se clasifican las averiguaciones
previas con tales criterios de atención".
El fracaso de la policía para capturar a Miguel
Angel Amaro Huerta, El Chacal, identificado por la PGJE como el
presunto homicida de cuatro homosexuales en Colima y dos más en
Veracruz, así como la forma en que Barragán Cárdenas
fue asesinado -golpeado y estrangulado en su propia casa por un desconocido
que robó su auto y luego lo abandonó- "son muy similares
a las que presentaron en su momento las víctimas de este homicida",
explica Jorge Iglesias de la Cruz, presidente de la Asociación de
Amigos Colimenses contra el VIH/sida (Acolsida).
El lunes 2 de febrero, Barragán Cárdenas,
de 45 años, fue hallado muerto en su vivienda. Dos semanas antes
había sido designado secretario particular del rector de la Universidad
de Colima, Carlos Salazar Silva, pero al parecer fue víctima de
homofobia por su preferencia sexual y sus relaciones con extraños.
Con el homicidio de Eduardo Barragán suman 13 los
crímenes contra integrantes de la comunidad gay en esta entidad
en los cuatro años anteriores. De éstos, al menos cuatro
siguen impunes con el pretexto de que el presunto homicida, Amaro Huerta,
"es muy listo y no se ha dejado capturar por la policía".
Amenaza latente
Para el presidente de Acolsida, el asesinato de Barragán
Cárdenas vuelve a colocar a la comunidad gay en estado de indefensión
ante el probable retorno de El Chacal, quien según la versión
del ex titular de la PGJE, Jesús Antonio Sam López, es un
psicópata de 25 años originario de Veracruz, que trabajó
como reportero del semanario La Verdad, de aquella entidad.
Oficialmente, el primero de los crímenes que cometió
Amaro Huerta fue el del estudiante Arnoldo Larios Ramírez, el 28
de diciembre de 2000. Sin embargo, prevalece la versión de que Larios
fue la segunda víctima de El Chacal, pues la primera habría
sido en realidad el promotor de certámenes de belleza, Mario Octavio
Aguilar Zamora.
La versión de los familiares fue que Aguilar Zamora
murió de un paro respiratorio el sábado 23 de diciembre de
2000, pero fue hasta el domingo 24 que lo encontraron sin vida en su vivienda.
Dos meses antes del asesinato de Larios Ramírez,
en octubre de 2000, Amaro Huerta agredió a Alberto Fuentes, de 33
años, y lo despojó de su vehículo y de dinero en efectivo.
El 30 de diciembre de ese mismo año, Carlos Miguel González,
de 22 años, fue asaltado, golpeado y abandonado en un hotel. Según
la versión del entonces procurador de Justicia, Sam López
-actual coordinador de Seguridad Pública-, El Chacal no los
mató "porque se condolió de ellos".
El segundo homicidio ocurrió el 22 de enero de
2001. La víctima fue el arquitecto Jorge Ernesto Uruchurtu Larios.
La tercera víctima fue Luis Eduardo Vázquez Montes -hermano
del gobernador Alberto Vázquez Montes-, quien desapareció
el primero de mayo y fue encontrado varios días después estrangulado
y atado de pies y manos en la cajuela de su automóvil; la cuarta
víctima fue Karim Chávez Alvarez, de 26 años, quien
fue ultimado el 10 de mayo de 2001, pero su cadáver fue hallado
una semana después, también atado de pies y manos.
Los primeros casos de asesinatos contra homosexuales fueron
reportados a las autoridades como robo con violencia, otros como crímenes
pasionales. Tal es el caso del estudiante Larios Ramírez, quien
mantenía una relación sentimental con un joven canadiense
que pasaba una temporada en Colima.
El extranjero recibió una paliza de los policías
estatales para que se declarara culpable de un crimen que no había
cometido. Cuando los judiciales no lograron su objetivo, llamaron a un
amigo del detenido, quien manifestó que la noche del asesinato de
Larios Ramírez, el canadiense había estado platicando con
él en su casa.
Sólo así fue liberado y advertido de que
debía abandonar el país sin decir nada. De inmediato el extranjero
empacó sus maletas y regresó a Canadá. Meses más
tarde se suicidó.
Un mundo aparte
En esta entidad de 575 mil habitantes, la presión
social y religiosa es tal que muchos homosexuales llegan a casarse y tener
hijos para progresar social y económicamente, pero sostienen relaciones
furtivas con extraños y mantienen ocultas sus preferencias sexuales.
Efraín Naranjo Cortés, presidente del Comité
de Derechos Humanos no gubernamental, señala que "ninguna persona
con una opción sexual diferente escapa de ser estigmatizado por
la sociedad y la Iglesia.
Añade: "Inclusive muchos meses después de
que se cometieron los asesinatos supimos que una de las víctimas
(Alberto Fuentes) salvó la vida porque el presunto homicida se desistió
de matarlo cuando supo que era ministro de la Iglesia".
Sheila, cuyo verdadero nombre es Juan Miguel Puga Pulido,
es presidente de la Asociación Colimense de Apoyo a la Diversidad
Sexual y relata que en las ciudades de Colima y Villa de Alvarez es donde
se registra el mayor número de casos de discriminación contra
homosexuales.
"En la capital los homosexuales obvios no pueden andar
solos por la calle, porque la policía se los lleva a la cárcel
con el argumento de que están prostituyéndose en la vía
pública. Yo mismo he estado cinco veces preso, pero nunca me he
prostituido", apunta.
La situación de los homosexuales que trabajan en
la zona de tolerancia es muy difícil, pues en los primeros días
de febrero de este año las autoridades panistas de la capital les
negaron el derecho a hospedarse en los dos burdeles gay que operan en el
lugar.
"Los comisionados (representantes del ayuntamiento) nos
dijeron que ya no podíamos vivir en los cuartos de los bares, dizque
por que ahí se vende droga, pero eso no es cierto. Hace poco detuvieron
a uno que traía droga, pero era para su consumo personal y por él
perdimos todos. Ahora tenemos que pagar hotel y a veces ni siquiera nos
alcanza para alquilar un cuarto. Yo he tenido que dormir en el monte, porque
si me duermo en la ciudad me llevan a la cárcel", explica Cristian.
Kasandra contrajo el VIH y apenas puede caminar. Hace
tres meses lo operaron de un pulmón porque padece tuberculosis y
los comisionados aprovecharon su convalecencia en el hospital civil para
echarlo definitivamente de la zona de tolerancia. No tiene casa, dinero,
ni familiares, y también ha tenido que dormir en el monte porque
su único refugio, el burdel Acapulco, no volverá a funcionar
como hotel.
Kasandra consiguió hospedaje por unos días
con religiosos de Iglesias de la Cruz; al igual que Sheila tiene la esperanza
de que pronto la policía capture al o los responsables de los crímenes
seriales contra homosexuales. Ambos confían en que el nuevo gobernador,
Gustavo Alberto Vázquez Montes, tenga la sensibilidad política
para aclarar la muerte de su hermano Luis Eduardo y otros miembros de la
comunidad gay que, tras cuatro años de ocurridos siguen impunes.
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