México D.F. Miércoles 10 de marzo de 2004
Revolucionará la docencia en el país
y permitirá llevar a cabo investigaciones
Inaugura la UNAM laboratorio de realidad virtual inmersiva
Es el primero en su tipo en Latinoamérica, señala
la dirección de servicios de cómputo
Empezó a operar con una decena de proyectos universitarios,
explica Alejandro Pisanty
KARINA AVILES
Entrar al Ixtli, el Observatorio de Visualización
de la UNAM, es tener la posibilidad de bucear en una molécula, flotar
en una nube, penetrar en el núcleo del Sol, viajar en el tiempo
para rescatar civilizaciones perdidas y caminar por calles de ciudades
que todavía no existen.
Todo
esto es posible mediante la realidad virtual, que permite al visitante
estar dentro de un virus, una enzima o en un sitio arqueológico.
Se trata del primer laboratorio en su tipo en Latinoamérica, que
fue inaugurado ayer en la máxima casa de estudios.
Ubicado en la Dirección General de Servicios de
Cómputo Académico (DGSCA), el sofisticado instrumento tecnológico
permitirá realizar investigaciones y ejercer una docencia que hasta
ahora no se había practicado en el país.
Investigadores y estudiantes universitarios podrán
acudir a este observatorio para estudiar y modelar objetos a los que en
la realidad sería imposible acceder e inclusive representar con
imágenes, como flotar en una nube para develar los enigmas del clima.
El director de la DGSCA, Alejandro Pisanty, explica que
el Ixtli -palabra náhuatl que significa rostro- es un laboratorio
"de realidad virtual inmersiva", el cual permite a los usuarios sumergirse
en mundos simulados como si fueran la realidad misma. Para lograr este
efecto, el o los espacios que se recrean por computadora son, por definición,
tridimensionales.
El especialista aclara que no es cine. Y en efecto, aunque
hay butacas y una gran pantalla, dista de parecerse a una sala de proyección
de películas. El usuario se sienta en cómodas sillas. Frente
a sí tiene una pantalla curva de nueve metros de largo por tres
de altura.
El viaje está a punto de comenzar. Antes es necesario
colocarse unos lentes estereoscópicos, los cuales aumentan la percepción
de profundidad, propia del mundo real.
En segundos el espectador está dentro de una molécula.
La sensación que se tiene es estar entre muchísimas serpentinas
de colores que juguetean alrededor del cuerpo. Se pueden tocar las onduladas
cintas, alejarlas, voltearlas, acercarlas y alejarlas.
Después de salir de la molécula se inicia
una visita muy diferente. Es a Bonampak. El visitante sube las escalinatas
de las antiguas construcciones, camina por los espacios verdes, se mete
a uno de los templos y contempla a distancia real las pinturas del espectacular
sitio maya.
Alejandro Pisanty cuenta que un investigador que desde
hace 30 años estudia aquel sitio arqueológico vio por primera
vez en este observatorio algunos aspectos que no había observado
antes.
La
capacidad del laboratorio es insospechada. Como ya se dijo, no sólo
se puede utilizar para hacer investigaciones en las áreas de las
ciencias duras, sino también en las de humanidades.
De hecho, el directivo detalla que hay una decena de proyectos
universitarios con los cuales el observatorio ya comenzó a operar.
Algunos son La cara del mexicano, mediante el cual es posible tener
el volumen de un rostro a partir de una simple fotografía; La
visualización del virus del dengue, con el cual se puede entrar
a una nueva fase de investigación de la relación huésped-parásito
a nivel molecular; El sitio lacustre de Santa Cruz Atizapán,
que muestra la reconstrucción digital del entorno y las condiciones
de vida que tenían hace mil 500 años los pobladores de lo
que fue la ciénaga del río Lerma, en el valle de Toluca,
además del ya mencionado La pintura mural prehispánica
en México, Bonampak.
Inclusive, Pisanty añade que hay proyectos destinados
a la salud, como el de hacer una tomografía con endoscopía
para conocer a fondo herramientas de diagnóstico.
Respecto de las características técnicas,
especifica que el cerebro del observatorio es una computadora gráfica
SGI Onyx, capaz de calcular un mínimo de 90 imágenes por
segundo, cada una con más de 3 millones de pixeles, lo cual permite
que los objetos se muevan a la velocidad requerida por el investigador.
Las imágenes, enfatiza, están calculadas en tiempo real.
Esto es, el tiempo que la persona se encuentra dentro de determinado espacio
es igual al que se vive en la realidad.
En la pantalla se muestran las imágenes generadas
por el sistema de cómputo con resolución de 3840 por 1024
pixeles. El sistema despliega 16.4 millones de colores diferentes en la
imagen.
Por último, señala que el cupo de la sala
es para 42 personas, lo cual lo convierte en uno de los laboratorios en
su tipo más grandes del mundo. La coordinadora del observatorio,
Geneviéve Lucet Lagriffoul, destaca que se trata de una herramienta
muy poderosa para la investigación y la docencia, tanto en humanidades
como en las ciencias y las artes.
El observatorio está abierto a todos los sectores
de la sociedad, oportunidad que no se puede desperdiciar.
El Observatorio de Visualización FOTO CORTESIA DE LA DGSCA
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