México D.F. Lunes 29 de marzo de 2004
El banco reparte entre trasnacionales el control
de los recursos naturales, afirma
Nefastos, los proyectos de energía que respalda
el BID, afirma Oilwatch
Lo acusa de promover la desregulación y privatización
del sector energético
AFP
Lima,
28 de marzo. La red internacional ambientalista Oilwatch repudió
los planes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de financiar proyectos
energéticos en la región, en un comunicado difundido en el
contexto de la reunión anual del banco, que se desarrollará
en Lima del 29 al 31 de marzo.
Oilwatch ratificó también su respaldo a
las comunidades nativas peruanas que rechazan al proyecto gasífero
de Camisea, así como a las organizaciones que las apoyan. La red
anunció, sin entrar en detalles, que enfrentará ''los nefastos
proyectos energéticos fomentados y presionados por el BID en todo
el continente, trinchera por trinchera'' y calificó de ''gobernadores
de la colonización'' a los representantes y ministros de Economía
y Finanzas de los 46 países miembros de la entidad financiera multilateral.
Denunció que ''el BID convirtió a América
Latina en fuente de recursos naturales y de mano de obra barata, en el
basurero de desechos y en el sitio de experimentación tecnológica
y militar de Estados Unidos.
''Nuestra región está siendo repartida entre
empresas trasnacionales para lograr el control del agua, biodiversidad
y recursos naturales, como el gas y el petróleo'', detalló.
Precisó que los proyectos ''causan irreparables daños al
medio ambiente'', y advirtió que el BID es responsable de promover
la desregulación y privatización del sector energético'',
entre otras acciones.
Oilwatch agrupa a 120 organizaciones ecologistas, de derechos
humanos y de comunidades locales, que apoyan la resistencia a las actividades
de explotación de gas y petróleo en los trópicos.
Mientras, el BID anunció que no firmará
un préstamo por 75 millones de dólares con Perú, hasta
que se completen detalles de las obras de impacto ambiental del gasoducto
de Camisea, cuando restan cinco meses para que entre en operación.
Robert Montgomery, jefe de la unidad ambiental y social
del organismo, no precisó los detalles faltantes pese a la insistencia
de periodistas durante una rueda de prensa en Lima, en el marco de la asamblea
anual de la entidad financiera.
El funcionario informó que las obras están
listas en más de 90 por ciento y destacó que se hicieron
avances importantes en las medidas dispuestas para mitigar el daño
ambiental y social del proyecto.
''Se ha hecho un avance enorme, sólo faltan detalles
que no consideramos grandes y el gobierno asegura que terminará
las obras (en agosto)'', dijo Montgomery.
Según ONG ambientalistas, el BID planteó
26 objeciones a la empresa Transportadora de Gas del Perú y al gobierno
para demorar la entrega de los 75 millones. El banco acordó financiar
con 135 millones de dólares la etapa de transporte de gas del proyecto
de Camisea, uno de los mayores de Perú y América Latina,
que demandó una inversión de mil 600 millones de dólares.
El gasoducto parte de la región suroriental de
Camisea, en los Andes, y desemboca en la costa sur peruana en el puerto
de Pisco, sobre el océano Pacífico.
Un informe del BID, entregado este domingo, sobre la marcha
del proyecto Camisea subraya que la entidad ''confía en que el proceso
de cumplimiento de las condiciones (para otorgar el préstamo), concluirá
en el futuro cercano, permitiendo así el cierre financiero del préstamo''.
''El BID mantiene su compromiso de asegurar que el proyecto
Camisea sea una infraestructura verdaderamente sostenible para el pueblo
del Perú'', anota.
''Algunas medidas técnicas para mitigar el impacto
ambiental requerirán continuación o implementación
a futuro'', advierte el BID.
Estas medidas para atender los aspectos ambientales del
proyecto forman parte de ese esfuerzo: la creación de un fondo de
desarrollo, utilizando las regalías del proyecto y un programa de
compensación para los afectados.
También se dispuso la creación de protecciones
legales ampliadas y protocolos relacionados con las comunidades indígenas
que viven aisladas; sistemas de monitoreo, programas de revegetación
y una comisión para evaluar la sostenibilidad ambiental de la bahía
de Paracas, punto final del gasoducto.
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