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E D I T O R I A L
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México D.F. Lunes 29 de marzo de 2004

 


FOBIA AL ESPEJO

En el octavo congreso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se expresaron con virulencia, pero no se resolvieron, las principales lacras que afectan la vida de ese instituto político. Lejos de centrarse en una redefinición partidaria ante las amenazas que se ciernen en la hora presente sobre los sectores mayoritarios de la sociedad, sobre la soberanía nacional y sobre la viabilidad misma del país, la fracturada dirigencia perredista se consagró a un enésimo reacomodo de sus intereses tribales y a la formulación de componendas para atenuar disputas internas proverbiales que no pasan tanto por diferencias programáticas o ideológicas cuanto por el control de estructuras administrativas, las cuotas de poder, el manejo de recursos y las nóminas.

En vez de capitalizar las circunstancias adversas para dar muestra de espíritu autocrítico, de disposición para enmendar errores y de recuperación de sus orígenes como expresión partidaria de un movimiento ciudadano que reclamaba democracia, justicia social y patria para todos, el encuentro del sol azteca ha optado por una salida gatopardista que deja pendiente la solución de sus principales vicios: el alejamiento de los movimientos y causas sociales, la sustitución del partido por su propia estructura y la red de complicidades intergrupales que asegura la cohesión formal del organismo y la preservación de la franquicia electoral que asegura, a su vez, subsidios oficiales.

En ese escenario desolador, el asunto de mayor relevancia en el congreso ha sido la renuncia irrevocable de Cuauhtémoc Cárdenas a los cargos de dirección que ocupaba, hasta ayer, en el partido. Habría cabido esperar que el alejamiento del líder moral y fundador del PRD se hubiese producido en un entorno más saludable, no con las mezquindades y provocaciones que se expresaron en su contra -coreando el nombre de otro destacado miembro del partido con un evidente y malsano propósito de amarrar navajas-, sino con pleno reconocimiento a sus aportaciones al país y al partido. De cualquier modo, Cárdenas no necesita de homenajes para retirarse de los asuntos partidarios, toda vez que su figura tiene una trascendencia histórica más allá de puestos y cargos.

No faltó una reacción inopinada y sorprendente, por decir lo menos, ante la dimisión del ex candidato presidencial. Incapaces de resolver sus disputas internas, entrampados por la defensa de los intereses facciosos que han remplazado a los principios, lastrados por los caudillismos y exhibidos en sus intentos de simulación -como la disolución meramente cosmética de las corrientes internas-, sectores de la burocracia perredista canalizaron su malestar hacia La Jornada por el simple hecho de que este diario ha cubierto con honradez y profesionalismo el espectáculo deplorable del cónclave partidario.

Ese malestar -mucho más amplio que la mesurada precisión enviada a esta casa editorial por el presidente del CEN perredista, Leonel Godoy, de cuya respuesta se ocupan los reporteros que asistieron al encuentro- parte de una supina confusión entre lo que es un instituto político y un proyecto periodístico independiente, sin compromisos partidarios y consagrado a informar con veracidad.

Cabe precisar, por ello, que el que algunos puntos del programa del PRD hayan venido a coincidir con líneas editoriales que este diario mantiene desde cinco años antes de la fundación de ese partido no establece ninguna suerte de vínculo u obligación, y menos aun de complicidad o encubrimiento, como parecerían reclamar algunos burócratas perredistas imposibilitados para entender que no está en ellos el valor del PRD, sino en sus militantes de base, sus votantes y simpatizantes, y que la izquierda mexicana es mucho más amplia y diversa que una sigla anquilosada y socavada por el patrimonialismo, el canibalismo, la corrupción y la adicción a los privilegios de pertenencia que otorga la clase política.

Esos propietarios y usufructuarios de las corrientes internas perredistas se horrorizan, en suma, ante la imagen de sí mismos que han visto reflejada en estas páginas en los días del octavo congreso de su partido. 
 

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