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México D.F. Martes 6 de abril de 2004
Se realizó en Santiago de Anaya la 24
Muestra Gastronómica del valle del Mezquital
Comemos casitas de avispas porque así nos lo
enseñaron
Los platillos ganadores fueron los de Guillermina Monter,
Helvia Gachuz, Jovita Hernández y Leonor Gómez El interés
por conservar la tradición se extendió a otras comunidades
de Hidalgo
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Santiago de Anaya, Hidalgo. Uno de los platillos
que más llamó la atención de los jueces en la Muestra
Gastronómica del valle del Mezqutal fue el de la señora Epifania
Vázquez Callejas, de la comunidad de San Salvador, quien presentó
tortitas de hueva de avispa: "La casita de las avispas la saqué
de debajo de un nopal. No es fácil de encontrar ni tampoco de conseguir
porque es muy peligroso. Se saca de madrugada porque a esta hora (11 pm)
ya te corretean y pican. Este platillo ahora no es muy común, pero
mis papás me lo enseñaron porque éramos tan pobres
que teníamos que recurrir a este tipo de alimentos".
Esta muestra se realizó a 59 kilómetros
al norte de la ciudad de Pachuca en el pequeño municipio llamado
Santiago de Anaya. Ubicado dentro de la región del valle del Mezquital,
una de las zonas del estado más áridas y con mayor población
indígena. Este municipio cuenta con 13 mil 500 habitantes, gran
parte de ellos ñañús. Desde hace 24 años, el
sábado previo al Domingo de Ramos, se celebra esta feria gastronómica
en la que se prepara gran variedad de platillos tradicionales. En 1980
comenzó con tan sólo 25 participantes, pero el interés
de las mujeres ñañús por exhibir sus recetas ancestrales
llegó hasta las comunidades más alejadas de la cabecera municipal
y para esta edición se inscribieron mil 8 participantes.
La
ardilla sigue siendo una de las carnes más comunes en esta región.
Tomasa Martínez, de la comunidad de Yolotepec, presentó una
ardilla rellena de nopales y escamoles: "este platillo es muy laborioso.
Primero mi marido cazó el animal con una escopeta y yo capturé
los escamoles. Las hormigas me querían picar porque no quería
que les quitara a sus hijitos. Luego limpié la ardilla, la rellené
y la metí al horno bajo tierra. La carne de ardilla es parecida
a la de puerco, pero con más grasa".
El horno de tierra es muy común en el valle del
Mezquital. Se trata de un hoyo en la tierra, con piedras calientes y leña
tapado con pencas de maguey. Según las cocineras, esta forma de
hornear proporciona un sabor más natural al guisado. El juez Pablo
Mendoza, fundador de este concurso, cuenta que este horno, junto con la
cuna, "es el origen de nuestra existencia. Amamos ese lugar, es donde vemos
por primera vez la luz y es donde encontramos nuestra identidad. Actualmente
se ha dejado un poco porque a las mujeres de ahora, con la minifalda, les
incomoda".
Las ganadoras de este certamen fueron: Guillermina Monter,
quien presentó un zorrillo con nopales y escamoles al horno; Helvia
Gachuz, con chicharras al horno; Jovita Hernández con pétalos
de 5 flores de escamoles al vapor y Leonor Gómez con tortas de mezcal
acompañadas de pico de gallo de xoconoxtle.
El Valle del Mezquital es una de las zonas más
pobres y áridas de Hidalgo, lo cual trajo consigo un ascendente
flujo migratorio hacia Estados Unidos. Muchos de esos migrantes regresan
y traen consigo costumbres totalmente ajenas a la región, por lo
que esta feria representa un enorme esfuerzo comunitario por recuperar
y preservar una cultura gastronómica nutritiva y milenaria, producto
de una sociedad rural integrada profundamente a su flora y fauna.
La feria se lleva a cabo en el auditorio municipal, espacio
amplio y semicubierto situado en el corazón de Santiago. Desde las
ocho de la mañana, las mujeres comienzan a llegar con vasijas de
barro, tapetes bordados y utensilios de madera. La gran mayoría
luce vestidos ñahñúes con su distintiva ornamentación
de cenefas, llevan largas trenzas y llamativos aretes. Las edades de las
concursantes van de los 40 a los 70 años, aunque se percibe una
incipiente participación de mujeres jóvenes.
Orgullo culinario
Al llegar se inscriben en el concurso, se les otorga un
número de participante y se sientan en una de las sillas que se
ubican junto a las largas hileras de mesas. Se saludan y sonríen
y más de dos intercambian recetas. Cada quien coloca su platillo
en el lugar que se le adjudicó y exhibe su guisado con inmenso orgullo.
Y es normal, muchos de esos platillos son resultado de largas horas de
elaboración y siglos de tradición. Evocan recuerdos de infancia
y se remontan a épocas difíciles en las que el entorno silvestre
suministraba la alimentación: ardillas, zorrillos, chincoyotes,
serpientes, escamoles, nopales, garambullos, jonguitas, xohoes, chinicuiles,
conejo, tlacuaches, magueyes, chicharras y caracoles son algunos de los
productos extraídos de la diversa flora y fauna -hoy en peligro
de extinción- que habitaba la desértica región.
A las 10 de la mañana se realiza la inauguración
oficial de la feria a cargo del gobernador de Hidalgo, Manuel Angel Núñez
Soto. Una vez acabado el acto, una banda de huapango huasteco sube al escenario
y ameniza el concurso. El jurado, compuesto por 22 parejas, comienza a
probar y a puntuar los platillos bajo los siguientes criterios: originalidad,
en el sentido de apego a la tradición culinaria de la región,
limpieza, presentación, sazón y explicación de la
receta, esto para que nadie presente un platillo que no sea de elaboración
propia. El jurado da el veredicto a los ocho jueces. De ahí surgen
50 finalistas, de las cuales cuatro serán las ganadoras. Todas las
concursantes obtienen una despensa por el hecho de participar, las finalistas
diversos electrodomésticos y las ganadoras premios más grandes,
como una estufa o un refrigerador. Hasta que no se da el veredicto final,
el Auditorio permanece cerrado al público. Una vez nombradas las
ganadoras, los santiagueños pueden entrar al recinto y probar los
diferentes platillos.
Entre los ingredientes básicos de esta comida predomina
el nopal, la flor de garambullo, el chile guajillo, el maíz, los
mezquites, las flores de palma, los gualumbos y, en estas fechas, los escamoles.
Entre las carnes, las de cualquier animal que brinque, vuele o se arrastre
por el valle del Mezquital, por lo que la gastronomía suele estar
precedida de un acto de cacería con escopeta, resortera, trampa
o correteada.
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