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México D.F. Viernes 16 de abril de 2004
Familiares, amigos y admiradores recuerdan al
ídolo de Guamúchil a 47 años de su muerte
''Todos los mexicanos tenemos un Pedro Infante dentro
de nosotros''
Su hija Lupita anunció la próxima creación
de un museo en honor del actor y cantante
''Y si vivo cien años, cien años vengo
aquí'', aseguraba una manta colocada cerca de su tumba
JORGE CABALLERO
"Yo fui uno de los motociclistas que lo escoltaron cuando
murió, no sabíamos qué hacer con tanta gente que acudió,
fue algo sorprendente. Lo trajimos a su última morada, de esa época
hasta ahora el fervor a su persona no ha cambiado", recuerda el motociclista
y actor Miguel Salomo Cruz, del escuadrón acrobático de la
Cimopc.
Ayer
el debraye, la devoción y la nostalgia estuvieron presentes
al pie de la tumba de Pedro Infante, donde unas tres gruesas de personas
se dieron cita para conmemorar el aniversario luctuoso 47 de su ídolo.
Los amigos, familiares, los Pedro Chávez, los Pepe el Toro, los
Tizoc y un sinfín de émulos del mexicano bragado que simbolizó
Infante lo recordaron con una misa luctuosa, guardias de honor y, por supuesto,
con música y las canciones que hiciera famosas el ídolo de
Guamúchil.
Desde la entrada del Panteón Jardín las
rolas
de Pedro Infante se dejan escuchar y acompañan al visitante hasta
la tumba y el templete donde se reúnen los devotos. La mercancías
son tan variadas como discos compactos piratas y en formato MP3 con 300
canciones del intérprete de Cien años; silbatos que
el vendedor promueve entonando la canción El Gavilán pollero,
cancioneros (como si los fanáticos no se supieran de cabo a rabo
las estrofas de cada una de esas coplas), retratos, gorras, carteles, revistas
y hasta una colección de fotogramas de absolutamente todas las películas
de Pedro Infante en poder de Leonardo Palma, forman parte de la conmemoración.
Todos los presentes recuerdan algo de él, todos
atesoran una anécdota, la mayoría se la guarda en sus adentros,
pero la comparten cuando llega el momento.
Una de las infaltables fue Doña Amparito, amiga
de Pedro Infante y depositaria de rendirle y hacerle los honores cada año.
Ella explica el fenómeno que sigue ocasionando el protagonista de
Escuela
de vagabundos: "Es lo más grande, es la figura máxima
que tenemos de la época de oro del cine mexicano. Lo recuerdo con
mucho cariño y mucho respeto. Lo recuerdo bonito y estoy llevando
el encargo que él me dejó: que nunca me olvidara yo de él,
como público, no como novia ni amante, ni nada, porque fuimos únicamente
amigos... lo sigo queriendo mucho, con todo mi corazón, y -ahora
se dirige a Infante- hasta ahora te he cumplido lo que me encargaste, espero
que sigas conmigo, unido, para seguir adelante, con todo tu pueblo mexicano
que te quiere mucho y no te olvida''.
La
manta oficial que se realizó para este aniversario y que adorna
todos los rincones del camposanto reza: ''Son ya cuarenta y siete años
de tu partida y sólo tu recuerdo llena nuestros corazones de esperanza''.
Otra manta sobresaliente dice: ''Y si vivo cien años, cien años
vengo aquí''.
En el templete, Lupita Infante, hija de Pedro, anuncia
la "próxima creación del museo Pedro Infante'', que provoca
una hermosa locura entre el público, para que después el
espectáculo continúe con la entrada en el escenario del alter
ego de Pedro Malo quien se rifa en el entablado contra el clon de Jorge
Bueno, pero antes de lanzar sus diatribas uno en contra del otro precisan
los actores: "Este homenaje lo hacemos con todo respeto, no se ofendan''.
El diálogo que escenificaron Pedro Infante y Jorge Negrete en Dos
tipos de cuidado es celebrado con pompones, matracas y pirotecnia,
como si fuera la primera vez que se escuchan esas palabras.
Un
Tizoc, que oculta la personalidad de Raúl Díaz, se mantiene
atrás del escenario; él opina: "Para mí Pedro Infante
ha existido dentro de mi vida desde que era niño; el traje de Tizoc
es el más humilde que pueda tener, porque él fue sencillo,
siempre dijo que gracias al público comía. Desde que se inició
como cantante de bolero y ranchero y después como actor en el cine
mexicano fue humilde, y así fue como se ganó al público
mexicano. Pedro ha dejado una huella imborrable porque todos los mexicanos
tenemos un Pedro Infante dentro de nosotros''.
Todos guardan compostura, todos, algunos parados, otros
sentados, gozan a imitadores de Pedro Infante. Pero el precio de tener
sitio de honor fue llegar al Panteón Jardín "a las 7 de la
mañana para agarrar buen lugar'', informa doña Gumersinda,
quien tiene 40 años de venir a honrar la memoria de Pedro Infante,
"siempre he llegado a las 7, desde chamaca'', dice.
Alrededor de la tumba, que está adornada con fotografías
de Pedro Chavez -o sea, Pedro Infante actuando en A toda máquina-
y flores, dan la vuelta algunos lobos solitarios que, guitarra en mano,
homenajean a su manera al cantante de Qué te ha dado esa mujer.
Gabriel Malo canta a su mujer, Dolores, él vestido
de Pepe el Toro y ella de manera normal: "Esta muestra de amor a Pedro
Infante es porque fue un tipazo, por los recuerdos que nos dejó
en sus películas y en su vida, en botellas y vino. La enseñanza
que aprendí de él fue respetar y querer al público,
él supo ganarse al pueblo con cariño y carisma, además
nos enseñó a ser sencillos, humildes, alegres... aunque tengamos
penas adentro. Creo que él era alegre pero también tenía
su calabozo, porque Marga López lo despreció y Lupita Torrentera
lo dejó por León Michel. Lo seguimos queriendo porque nos
enseñó de todo''.
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