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México D.F. Viernes 16 de abril de 2004
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Ponciano Díaz, 105 años de leyenda
''šORA PONCIANO!, ES el grito con que el público mexicano del último cuarto del siglo XIX animaba a su ídolo de los ruedos, Ponciano Díaz, y es a la vez expresión de orgullo nacional, afirmación de conciencia colectiva y especie de ora pro novis laico, de ruega por nosotros taurino", afirma el doctor en historia José Francisco Coello Ugalde.
NACIDO EN LA hacienda mexiquense de Atenco, decana de las ganaderías de lidia en el mundo, el 19 de noviembre de 1856, y muerto de cirrosis en la capital del país el 15 de abril de 1899, a los 42 años y cinco meses de edad, Ponciano Díaz, "precursor de la independencia taurina de México", en aguda frase de Juan Pellicer, constituye junto con Rodolfo Gaona y Silverio Pérez el trío de ídolos populares de los ruedos, de auténticos exabruptos del pueblo, capaces de expresarlo y de reflejar sus resonancias más sutiles.
"AL RESTAURAR JUAREZ la República -abunda Coello- se consuma por segunda vez la independencia política de México con un proyecto de nación sólido y comprometido que incluye un nacionalismo progresista. Esa atmósfera respirará y nutrirá el espíritu de Ponciano, que luego de formar parte de la cuadrilla del torero gaditano Bernardo Gaviño supera a éste, triunfa en la capital y en varios estados, desplaza a los toreros regionales y se convierte en el primer ídolo taurino nacional.
"EN ESA EPOCA la fiesta de los toros en México -continúa el autor, entre muchos otros títulos, de El bosque de Chapultepec, un taurino de abolengo- entremezcla la tauromaquia rural con la tauromaquia urbana o a la española. Ponciano, factor de transición, asimila ambas y a principios de los años 80, ante el incremento de toreros españoles en el país, organiza cuadrillas hispano-mexicanas, a la vez que continúa con su atractivo espectáculo hípico-taurino.
"TAN ERA ATRACTIVO su espectáculo que en 22 años de actividad profesional Ponciano actuó además en escenarios de Cuba, Portugal, España y Estados Unidos. Es también el primer diestro mexicano que toma la alternativa en Madrid, sin que hubiese poder humano que lo hiciera quitarse sus bigotes.
"LO MAS INTERESANTE es que al regresar Ponciano de España es recibido tibiamente pues la masa se siente traicionada al ver que su ídolo ha hecho suyos tanto el traje de luces español como varias suertes a la española, incluido el volapié en lugar de su proverbial metisaca. A ello contribuye también la prensa, dividida entre hispanistas y nacionalistas, por lo que Díaz se refugia en plazas de provincia. Regresa a la capital como empresario, asociado con José C. Cevallos, gobernador de la ciudad de México, e inaugura su Plaza Bucareli el 15 de enero de 1888, en lo que constituyó un acontecimiento nacional con descenso del globo de Cantoya, bandas de música, desfiles y demás. Los abusos empresariales no se harían esperar y ocasiones hubo en que hasta fue perseguido por la turba enardecida ante lo manso del ganado.
"SOLTERON, ENAMORADO Y bebedor, sobre todo cuando empieza a ser desplazado por el diestro Luis Mazzantini y al morir su madre, el gran amor de su vida, en 1898, Ponciano fue sin embargo el otro Díaz de su época, con el que logró competir en fama y superarlo en aprecio popular, principalmente en la década de 1879 a 1889. Idolo, héroe, inspiración de músicos, escritores, fotógrafos, grabadores, pintores y cineastas, El charro de Atenco tuvo además el acierto de traer en su cuadrilla al banderillero español Saturnino Frutos Ojitos, futuro maestro de Rodolfo Gaona", concluye el doctor Coello, que también ha concluido una biografía de Ponciano a la espera de un editor tan imaginativo como éste.
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