México D.F. Domingo 18 de abril de 2004
Denuncian obreros y ONG la insalubridad y explotación
que impera en Tarrant y Garment
Violan maquiladoras de Puebla la LFT en complicidad
con el gobierno
En dichas empresas se elaboran prendas para marcas como
Levy Strauss, Limited Brands y Puma
FABIOLA MARTINEZ
Hace poco más de un año, trabajadores de
las fábricas Matamoros Garment y Tarrant -plantas asentadas en Puebla-
denunciaron las condiciones antihigiénicas y de explotación
con las que cotidianamente elaboraban prendas de vestir para importantes
marcas, como Levy Strauss, Limited Brands y Puma.
Como
alternativa para mejorar sus condiciones de trabajo, decidieron organizarse
en torno a un sindicato independiente, pero la Junta Local de Conciliación
y Arbitraje (JLCA) de Puebla rechazó la solicitud de registro, con
base en un criterio administrativo, el cual detalló cinco omisiones
que presuntamente cometieron los interesados, aun cuando se comprobó
que la mayoría de los empleados había manifestado su voluntad
de adherirse al nuevo gremio, principal objetivo del trámite.
Pocas semanas después, los empresarios de ambas
maquiladoras ordenaron reducir el nivel de producción y, casi de
inmediato, cerraron de manera unilateral las plantas, mismas que hasta
el momento se encuentran en esa condición.
Ante la falta de respuesta en las instancias locales,
los casos de Matamoros Garment y Tarrant (de trayectoria muy parecida)
fueron denunciados por organizaciones civiles de Estados Unidos y México
ante el Acuerdo de Cooperación Laboral de América del Norte
(ACLAN), mecanismo paralelo al Tratado de Libre Comercio de la región
(TLCAN), en el que actualmente son analizados por la Oficina Nacional Administrativa
del ACLAN, con sede en Washington.
Sin embargo, la cronología de los conflictos, las
irregularidades denunciadas por los trabajadores, así como la forma
en que ha actuado la JLCA y el gobierno de Puebla, hacen prever que, al
paso de algunos meses o quizá años, el proceso corra la misma
suerte que vivieron las obreras de Sony, en 1994, o de los sobrecargos
de TAESA, en 1999, por citar dos ejemplos.
Es decir, aun cuando la representación del ACLAN
compruebe la violación a derechos laborales básicos (seguridad
e higiene, pago de salario mínimo y libertad sindical, entre otros),
los gobiernos de México y Estados Unidos responderán, en
el mejor de los casos, con una "reunión ministerial", sesiones en
las que funcionarios suelen analizar qué estuvo mal y redactan una
serie de compromisos bilaterales para que la situación referida
no se repita.
Las comunicaciones públicas (denuncias) ante el
ACLAN fueron presentada al cierre del año pasado por la organización
no gubernamental Estudiantes Unidos/as contra las Maquiladoras (USAS, por
sus siglas en inglés), integrada por alumnos de universidades del
vecino país del norte, cuyo objetivo es combatir las formas de explotación
en las fábricas, en particular aquellas en las que se confecciona
la ropa para las marcas más prestigiadas que se comercializan en
Estados Unidos. En esta tarea colabora también el Centro de Apoyo
al Trabajador (CAT), integrado por trabajadores y ex trabajadores de la
zona industrial poblana. Ambas instancias exigen a los representantes del
ACLAN ir más allá de las reuniones de ministros e integrar
un panel de expertos, única instancia de la que podría surgir
sanciones económicas para los responsables de los agravios o una
estricta vigilancia para las maquiladoras de las trasnacionales que se
instalan en todo el territorio nacional.
En los documentos enviados a la oficina del ACLAN con
sede en Washington, a cargo de Lewis Karesh, los promotores de la denuncia
hacen una amplia relatoría del destino que ha corrido una veintena
de casos presentados en el mecanismo paralelo del TLCAN.
"Confiamos que la OAN (Oficina Nacional Administrativa
para el ACLAN) estará igualmente vigilante en esta comunicación
(queja), ya que el patrón de los hechos, aquí presentado,
es consistente con lo encontrado en comunicaciones previas.
"Aún más, dada la incapacidad de rondas
previas de consultas ministeriales para resolver estos problemas continuos,
urgimos a la OAN a tomar medidas de mayor alcance para asegurar un progreso
significativo en estas cuestiones(...) para poner en práctica un
sistema verdaderamente efectivo que asegure altas normas laborales en América
del Norte, al explorar la posibilidad de un Comité Evaluador de
Expertos", señala.
Y es que más allá de las eventuales omisiones
de la autoridad laboral poblana, en los casos referidos se repite la forma
en que empresarios y sindicatos de protección se encargan de combatir
las quejas de sus obreros.
La historia se repite; los conflictos en ambas fábricas
se originaron con el incumplimiento de prestaciones de ley y de los reglamentos
de seguridad e higiene en el trabajo; horarios extraordinarios impuestos;
acoso sexual y verbal por parte de las gerencias, e inclusive retraso u
omisión en el pago de salarios, aún menores al mínimo.
En el caso de Tarrant, planta ubicada en Ajalpan, Tehuacán,
Puebla, cuya matriz se encuentra en Los Angeles, California, se lleva a
cabo un prolongado litigio en el tribunal laboral, cuyo desarrollo es cuestionado
por los trabajadores, no sólo por el fallo de la JLCA en su contra
sino por la fuerza a la que deben enfrentarse.
El socio mayoritario de esa empresa es Kamel Nacif Borge,
conocido como El rey de los pantalones de mezclilla en México,
debido a su importante capital en la industria textil y del vestido asentada
en Puebla. El empresario ha mantenido relaciones de "amistad" con los gobiernos
municipales, estatal y federal, incluido el Presidente de la República
en turno. Los obreros afirman que, en este sexenio, ha colaborado afanosamente
con la fundación Vamos México, que encabeza Marta Sahagún
de Fox.
Una situación similar ocurre en Matamoros Garment,
maquiladora en la que se denuncia despidos injustificados, pago de salarios
incompleto o por debajo del mínimo, así como un "típico
caso de contratismo de protección", toda vez que mientras un sector
mayoritario de los obreros firmó en favor de la integración
de un sindicato independiente, el contrato está en poder del Sindicato
Francisco Villa, afiliado a la Confederación de Trabajadores de
México, sector obrero del PRI, y aliado del gobierno estatal.
Por lo anterior, los activistas estadunidenses y los mexicanos
insisten en que el caso pueda ser llevado a un panel de expertos, en el
marco del ACLAN, como la única alternativa para que el gobierno
mexicano vigile el cumplimiento de la Ley Federal del Trabajo, en especial
en los municipios poblanos en los que han sido instaladas cientos de maquiladoras
que utilizan mano de obra barata y recurren impunemente a las referidas
formas de explotación.
Los promotores de la denuncia han informado detalladamente
a Lewis Karesh (quien la semana próxima viajará a México
para abordar este y otros asuntos con la embajada de Estados Unidos en
nuestro país); en especial de los obstáculos para la procuración
de justicia. "Las autoridades locales y federales (adscritas en Puebla)
consideran como legales los contratos de protección y los prefieren
antes de autorizar un registro a un sindicato independiente. Hay una marcada
complicidad del gobierno en estos actos", advierte USAS.
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