México D.F. Miércoles 21 de abril de 2004
Cientos de admiradores hacen guardia afuera
del hospital; nadie cree que pueda morir
"Gambetéale a la muerte, vos sos Dios", clamor
de fanáticos de El Pibe
Los argentinos necesitamos más que nunca a alguien
en quién mirarnos y sonreír, dicen
ESTELA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 20 de abril. Y el Diego está
allí, tendido en la cama de una clínica, dormido, bajo un
coma farmacológico inducido, conectado a un respirador artificial.
Se dice que mejora, pero ¿acaso el es mortal?
Entres los cientos y cientos que desfilan, que hacen guardia,
que rezan, nadie cree que Diego Maradona, El Diego, El Pibe Dios
pueda morir.
Lo
dicen todos los carteles, que levantan los más jóvenes: a
veces una hoja de cartón con un trazo que deja adivinar en esas
letras escritas con evidente dificultad, a los más humildes que
llegan caminando desde muy lejos, desde las calles de barros, las mismas
que anduvo el ídolo en su niñez de pobreza.
"Diego, siempre vivirás. Dios no quiere competencia"
se lee por allí. O algo más terrenal: "Diego querido, el
pueblo está contigo". Hay quienes cantan, como si lo estuvieran
viendo en la cancha de futbol, con sus extraordinarias gambetas, evadiendo
a todos, pequeño como un duende que conoce la pícara sabiduría
abierta de los barrios, en el potrero, en el baldío, donde gambeteaba
a fantasmas con la misma habilidad con que lo hacía luego en los
grandes estadios del mundo.
Apoyada en uno de los vallados de acero y alambre que
rodean la clínica, una mujer lleva unas 24 horas rezando, con una
virgen en las manos y la mirada fija en ese cuarto piso, para que lleguen
sus oraciones al "Diego, que no es sino un niño vestido de hombre,
y que tiene que vivir porque los argentinos necesitamos más que
nunca ahora algo en que mirarnos y sonreír todavía".
Si algún argentino se pierde en el mundo, en algún
país, donde nadie entiende su idioma, basta con que diga Maradona
y ya se sabe de dónde viene, dice un anciano que habla como un predicador
en una rueda de mujeres, que asiente en silencio.
Está pagando el precio de la fama -dicen otros
entre los peregrinantes que se suceden durante todo el día y la
noche. "Hacele una de tus gambetas al mal momento y seguí jugando
de taquito el partido de la vida", le piden otros o simplemente: "Gambeteale
a la muerte, vos sos Dios".
Hay quienes han creado la "Iglesia Maradona" con sus mandamientos
futboleros y todo. Saben que esta crisis es muy grave, mucho más
que la sufrida en enero de 2000, y que fue la alerta.
Hace muy poco regresó después de mucho tiempo
a su país, exiliado al fin por razones jurídicas y también
por la necesidad de paz y de contención. Esto lo había encontrado
en el centro médico de La Pradera en Cuba, adonde fue en 2001 y
donde hubo un equipo de trabajo constante.
Se recuperó y allí tiene una casa a la que
siempre quiere volver cuando se siente acosado, incapaz de controlarse,
como en estos tiempos donde afrontó la separación, y algo
más: las deslealtades descubiertas en su antiguo entrenador, Guillermo
Coppola, a quien la familia acusaba de haberlo introducido en la droga.
Se habla de su vida, de sus jugadas históricas,
que lo convirtieron en un ícono mundial, pero poco de su rebeldía:
tratando de crear un sindicato de futbolistas, luchando contra las mafias
del deporte, parándose sobre sus cortas piernas, desafiante.
"No es cómodo para muchos el petiso" dice un viejo
futbolista sacudiendo la cabeza. Y no le interesa ser cómodo para
nadie.
El cantautor, actor y director cinematográfico
Leonardo Favio, que pasó por esos hogares-tumbas, adonde van los
niños que no tienen amparo, le dedicó un poema, quizá
entendiendo como nadie a aquel muchacho rebelde, que justo ahora, por estos
días, comenzaba a darse cuenta de cuánto había perdido
en lo que realmente importaba. Y que no había homenaje, ni aullido
de multitudes, ni nada más que él mismo cuando estaba a solas.
Al finalizar el poema dice Favio: Diego,/en la callada
foto/que conservo en mi cuarto/donde desguarnecido/te apoyaste en mi pecho,/vi
tu desolación/de niño acorralado (....).
Una constelación de multitudes /te ha cercado por
siempre./Ya no tendrás olvido,/ya no tendrás descanso./Mientras
haya un planeta/en que respire un niño,/un niño habrá
que sueñe/que es Diego,/y que repite los goles imposibles/ de músicas
y pájaros./Diego,/no te puedo ayudar,/hoy he llorado..
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