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 México D.F. Domingo 25 de abril de 2004
 			
				
   
   
   
Mariposa eternidad de lo efímero
 Texto: Mariana Frenk-Westheim/ Ilustración:
Carmen Parra
  Una
mariposa, avergonzada
 de su infidelidad,
 porque nadie le había dicho
 que ésta
 es constitucional
 (entre las mariposas),
 trató de justificarse,
 diciendo que de todas las flores
 que había amado
 y que amaría en lo futuro
 únicamente había amado
 y amaría a una sola:
 a la Flor.
      
 En tiempos pasados
la gente creía
 que la mariposa
 sale de una larva;
 que ésta la construye una oruga,
 que a su vez
 sale del huevito
 de otra mariposa.
 ¡Como si las cosas
de este mundo fueran
 tan complicadas!
      
 Motivo para ser optimista:
que de algo tan repugnante
 como lo es la oruga
 pueda salir algo
 tan hermoso
 como la mariposa.
      
 No te juro
eterno amor,
 pero ¿no tiene
 cada instante
 de amor
 su propia eternidad?
 
 ¡Verdad que sí,
chata!
      
 La mariposa
debería ser símbolo
 de la fidelidad
 más difícil.
 En el momento
de chupar
 la dulce miel
 de una flor,
 está fervorosamente
 entregada a ella,
 sólo a ella,
 sin el más leve
 pensamiento
 en las anteriormente
 chupadas,
 ni en las muchísimas
 que en el futuro
 deleitarán
 su paladar.
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