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México D.F. Lunes 26 de abril de 2004
Iván Restrepo
Matanza de focas y seres humanos
Canadá sobresale entre la comunidad de naciones por su calidad de vida y su bajo nivel en inseguridad y violencia. También en cuidado del ambiente, aunque no está exento de agudos problemas de contaminación y destrucción de recursos naturales. Entre su población cada vez hay mayor conciencia de que el progreso económico no debe obtenerse a costa de la naturaleza. Frecuentes son sus desacuerdos con su socio, vecino y guardián del universo, por garantizar la calidad y uso adecuado del agua, por ejemplo. En fin, a Canadá siempre lo hemos visto como el país donde el respeto y el cuidado a las distintas expresiones de la vida ocupan sitio preferente.
Pero las escenas que los medios ofrecieron recientemente sobre la "caza" de casi 300 mil focas echó por tierra esa creencia. Iban a ser muchas más, pero la repulsa mundial obligó al gobierno de esa nación a detener la cruel matanza de este año. En 2002 la cifra fue muy similar y el plan oficial es sacrificar un millón en tres años, la mayor cifra documentada de esos animales. Las autoridades canadienses responsables de la vida silvestre y la pesca dicen que hay motivos válidos para permitir tal cosa, pues ese hermoso animal no está en peligro de extinción, ya que hay 5 millones de ejemplares; además debe evitarse que crezca el número de focas porque afectan a otras especies, como el salmón, fuente de ingresos de miles de familias y empresas.
Pero otros científicos y organizaciones defensoras de la vida animal y los recursos naturales aclaran que con esa matanza se quieren resolver de la peor manera los problemas de la actividad pesquera en algunas áreas de Canadá. La naturaleza, agregan, sabe llegar a los equilibrios adecuados entre sus componentes. Pero cuando el hombre altera los ecosistemas, abusa de los recursos, las cosas cambian, todo se altera. Entonces el problema no es que abunden las focas, sino la sobrexplotación y mala administración de los recursos pesqueros. Ello obliga al gobierno a dar subsidios a quienes se dedican a explotarlos. Y para gastar menos en subsidios y paliar los problemas de dicho sector, nada más práctico que matar un millón de focas. Y volver a hacerlo en el futuro. Las autoridades dicen contar con el respaldo ciudadano, científico y de los medios de comunicación para llevar a cabo la matanza, siempre y cuando sea en forma sustentable y lo más humana posible.
En paralelo, habrá ingresos extras para 12 mil pescadores a razón de mil 100 dólares para cada uno, lo que en algo aminora la crisis que padecen. A diferencia de los años 70, cuando la protesta internacional redujo la matanza de focas y otras especies, cuya piel se utiliza para elaborar carísimos abrigos, bolsas, sombreros, cinturones y hasta juguetes, los últimos años aumentó la demanda de piel. Japón y China son los dos mayores compradores (sus importaciones crecieron en 300 y 250 por ciento, respectivamente). Presencié en París, en 1979, cómo el abrigo de mink que portaba sofisticada señora fue bautizado con tinta por varios activistas encabezados por Brigitte Bardot.
Uno esperaría que las potencias que suelen decretar embargos contra los países que no cuidan su fauna y su flora (como el de Estados Unidos contra México so pretexto de que mata delfines en los lances de pesca del atún) presionaran a Canadá a fin de que revise sus políticas de "caza" de focas. No es así; a lo sumo prohíben la importación de objetos elaborados con la piel de esos pacíficos animales. Y hablando de crueldad, la matanza de perros y gatos en México, patrocinada por las propias autoridades, es igual que la de las focas.
Y mientras sigue impune el genocidio cometido por los turcos contra el pueblo armenio hace un siglo (murieron 3 millones y a la condena internacional del crimen se opone Estados Unidos para no herir a Turquía, su aliada en Medio Oriente), en Ruanda hace apenas 10 años fueron asesinadas a palos y machetazos un millón de personas, en el peor genocidio de la era "moderna". Los medios, las Iglesias y las agrupaciones defensoras de la vida en el planeta virtualmente ignoraron esa masacre que hoy llama al arrepentimiento, en especial de los que la alentaron o, pudiendo evitarla, se guardaron de hacerlo. Así que no solamente es cruel y masiva la matanza de focas, sino también la de seres humanos.
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