México D.F. Miércoles 28 de abril de 2004
El Nobel portugués presentó su novela Ensayo sobre la lucidez, en Madrid
''Vivimos en una democracia secuestrada, amputada o bloqueada'', alerta Saramago
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 27 de abril. ''La novela ha dejado de ser un género literario para convertirse en un espacio literario desde el que se expresa el autor", señaló el Nobel portugués José Saramago para defender el cariz de su reciente Ensayo sobre la lucidez (Alfaguara), quizá su obra más ''política" en la que vierte duras críticas a los valores y mecanismos de la democracia vigente.
Saramago presentó este martes, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, su nueva obra que se comunica de forma natural con Ensayo sobre la ceguera, pero desde una visión en ocasiones opuesta.
''En una hay una ceguera blanca como algo negativo, mientras que en la otra hay un voto en blanco como algo positivo."
El Nobel comienza precisamente su relato con un escenario utópico: la revolución silenciosa de los ciudadanos de un país cualquiera, consistente en acudir en masa a las urnas para votar en blanco, una opción ''legal" que, según Saramago, podría poner en jaque a las estructuras del poder.
''Al escribir la novela me pregunté muchas veces por qué la democracia se encuentra en esta situación, pues creo que vivimos en una democracia secuestrada, amputada o bloqueada.
''Vivimos dentro de una burbuja democrática, pero el poder está fuera y si no lo cambiamos, no cambia nada, aunque caiga el gobierno", señaló José Saramago, que entre las respuestas que encontró a su pregunta inicial explicó al menos una.
''Hemos pasado del Estado del bienestar a una democracia dirigida por el liberalismo salvaje, en la que el ser humano no tiene ninguna utilidad y está condenado al empleo precario y a la inutilidad social."
El novelista portugués considera que uno de los fallos estructurales del sistema democrático es el hecho de que los poderes fácticos que condicionan la vida de ''una manera total", como el Fondo Monetario Internacional o las entidades bancarias, no se caracterizan precisamente por guiarse bajo criterios democráticos.
Por eso, sostiene Saramago, ''si una democracia no es capaz de resistir ante el poder económico, entonces es una democracia sin fuerza, pues los políticos se han convertido en simples comisarios del poder del dinero''.
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