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México D.F. Domingo 9 de mayo de 2004

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Abu Gharib y el "choque de civilizaciones"

DESPUES DE PUBLICAR la orgía de torturas del barbárico ejército invasor de Estados Unidos (EU) en la siniestra cárcel de Abu Gharib de Bagdad, THE WASHINGTON POST, el periódico del ESTABLISHMENT, ha prevenido que todavía no salen los peores videos, que no hubiera soñado el Marqués de Sade en sus peores pesadillas. Con lo visto es más que suficiente y más vale que nos ahorren mayores horrores. Otros conquistadores del oro negro, como los británicos, no se salvan tampoco, y cabe señalar que en las torturas escatológicas participaron sádicamente los mercenarios de las empresas que pretenden privatizar hasta el "arte de la guerra".

A NUESTRO JUICIO, el repentino voyeurismo de algunos multimedia de EU refleja no solamente la sorda lucha por el poder, a seis meses de la elección presidencial, sino, sobre todo, expone los alcances (y, por tanto, las limitaciones intrínsecas) de la filosofía sobre la profesionalización del ejército de EU en el contexto del Choque de civilizaciones del racista Samuel Huntington y el modelo de la globalización financiera con su corolario de la privatización de la actividad militar y paramilitar, que incluye la tortura y otras tareas inmundas, por conducto de mercernarios de las trasnacionales conectadas al poder civil.

PAT BUCHANAN, EX jefe de prensa de varios presidentes del Partido Republicano, fallido candidato presidencial y ahora comentarista de varios medios con su bandera de "conservador", se va a la yugular de los neoconservadores straussianos, quienes diseñaron la invasión a Irak y cuyo esquema, a su juicio, ha exhibido cuatro deficiencias notorias: "hombres, dinero, voluntad y fortaleza" (2 de mayo 04, The American Conservative). Buchanan destaca que 70 por ciento de las "unidades de combate" del ejército de EU "se encuentran comprometidas en Afganistán, Irak y Corea del Sur", y saca la conclusión de que un mayor número de tropas en Irak llevará al servicio militar obligatorio. Con o sin el detestable escándalo mayúsculo de las torturas de Abu Gharib, el simple hecho de incrementar el número de soldados constituiría un sonoro fracaso de la aplicación de la RAM (revolución en asuntos militares) por el septuagenario secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld, en el ocaso mancillado de su vida, quien pensaba automatizar la guerra al estilo Nintendo por medio de un mínimo número de soldados, quienes aprovecharían la ventaja cibertecnológica del ejército más poderoso del mundo para someter a las hordas de sus pletóricos enemigos, superiores en número, pero inferiores en tecnología y en su misión "moral" (sic) y "civilizatoria" (sic). La RAM comporta como corolario la privatización de la guerra y la contratación de mercenarios trasnacionales.

EN FORMA PERTINENTE, Buchanan recuerda que "en 1945 Estados Unidos contaba con 12 millones de hombres en armas y 4 millones de soldados en Europa". Es evidente que los 480 mil soldados del ejército de EU, desplegados en 100 países y que incluyen a 135 mil soldados en Irak, se encuentran "sobrextendidos" en forma alarmante. Fuentes de Washington afirman en forma coincidente que el equipo Bush planea entrenar a 75 mil mercenarios reclutados en Africa y los países pobres para realizar misiones militares y de policía en "operaciones pacificadoras" (sic) por medio de "la Iniciativa de Operaciones de Paz (sic) Global" que diseñó el neoconservador straussiano Douglas Feith, subsecretario del Pentágono e íntimo aliado de Paul Dundes Wolfowitz, arquitecto de la invasión a Irak. El entrenamiento estará a cargo de contratistas privados.

EN ESTE CONTEXTO DE severa crisis en el seno del ejército de EU, cabe resaltar el reciente libro de Chalmers Johnson, Lamentos del imperio: militarismo, secretos y fin de la República, que aborda la transformación filosófica que ha sufrido el ejército de EU para adaptarlo a sus imperativos neoimperiales. Johnson había renunciado estrepitosamente al muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores, con sede en Nueva York, cuando éste apadrinó el libro Choque de las civilizaciones, del racista Samuel Huntington, y que Johnson fustigó debió ser publicado por los nazis. En la presentación de su libro en The New American Foundation, el pasado 20 de abril, Johnson expresó en forma asombrosa que en la actualidad "el Foro Social Mundial y el movimiento de Seattle de 1999 representaban las únicas direcciones prometedoras".

EN SU TEXTO, CHALMERS Johnson arremete contra los líderes estadunidenses, a "quienes ahora les gusta compararse con el imperio romano, aunque no sepan mucho de historia romana". Bueno, Baby Bush ha llegado a afirmar que la historia no le incumbe, porque ya se encontrará muerto.

EL ARGUMENTO CENTRAL de Johnson se centra en que "EU debe sacar las lecciones de la peligrosa evolución de la república romana hacia el imperio cuando fue destruido el sistema de elección de sus dos cónsules, quienes representaban al Ejecutivo, lo cual paralizó a su Senado y dio fin a las ocasionales asambleas populares y a los comités legislativos que se encontraban en el corazón de la vida republicana, para dar lugar a una dictadura militar permanente". En forma anómala, la estratégica producción agrícola de Roma llegó a depender de un ejército de esclavos.

PERNEMAN LAS SOMBRAS de la elección bananera de Florida que instaló en el poder a un presidente (Baby Bush), quien perdió el voto popular por más de 500 mil votos, así como las declaraciones del general Tommy Franks, anterior encargado de la invasión militar a Irak, sobre la alta probabilidad de instaurar una dictadura militar en el caso de un atentado nuclear terrorista en suelo estadunidense. Johnson critica que los neoconservadores straussianos (Paul Dundes Wolfowitz, Richard Perle, Doug Feith, David y Meyrav Wurmser etcétera), quienes carecen en su vida de experiencia militar, desean imponer la fuerza militar para construir un imperio global.

EN SU VISION PARA el año 2020, que denota la necesidad de "guerras permanentes", el Comando del Espacio estadunidense (luego absorbido por el Comando Estratégico) se pronuncia por el dominio monopólico del espacio, que niega a otros países el acceso con el fin de proteger los intereses y las inversiones de EU. Johnson compara en forma persuasiva este abordaje unilateral agresivo de EU con el imperio británico en el siglo XIX, cuando colonizó a Egipto y Sudáfrica para "proteger las aproximaciones marítimas a su enclave imperial de la India". Este abordaje "lleva a una progresión inacabable de lugares con compromisos que deben ser protegidos y que desembocan inevitablemente en una sobrextensión imperial, en bancarrotas y en malestar popular, justamente los males que aquejaron a la Gran Bretaña edwardiana".

LLAMA LA ATENCION el soliloquio unilateral imperante en la Casa Blanca y sus centros de pensamiento afines, como si no existiese más que EU en el planeta, que manifiestan una notable conducta suicida. Robert McNamara, anterior secretario del Pentágono en la etapa de los presidentes Kennedy y Johnson, acaba de recordar que Estados Unidos "se encuentra todavía al borde de la catástrofe" (LA Times, 26 de abril 04): "Mientras seguimos lidiando con la vulnerabilidad de EU a un ataque terrorista, fracasamos en reconocer el peligro más serio que ha sido escamoteado de igual modo por los políticos y las agencias de manejo de emergencias. Miles de cabezas nucleares de Rusia se encuentran dirigidas y tienen como objetivo a Estados Unidos".

EL AUTOR TRAZA un panorama del vasto imperio militar en el planeta. De acuerdo con reportes oficiales, antes del 11 de septiembre Washington poseía 725 bases en 38 países, con 254 mil efectivos militares, que en su conjunto se han expandido sustancialmente en Asia Central, principalmente Afganistán, y el golfo Pérsico. A juicio de Johnson, estos datos no revelan el alcance del poderío militar, ya que ocultan bases, como en Israel, y puestos de vigilancia de inteligencia, como el mayor del mundo, RAF Menwith Hill, que se localiza en New Yorkshire (Inglaterra).

EL GENERAL SMEDLEY Butler es citado en un escrito de 1933 en el que revela que pasó la mayor parte de su servicio militar como "un hombre de músculos de alto nivel para los grandes negocios, Wall Street y los bancos". Johnson infiere que en la actualidad los "grandes negocios" incluyen a las empresas petroleras que gozan de la protección militar en Afganistán, como el caso de Unocal, la empresa conectada a Alfred Heinz (alias Henry) Kissinger, y los intereses en Asia Central de Chevron, en cuyo consejo de administración figuró Condoleezza Rice, la asesora en seguridad nacional del equipo Bush.

EN LAS ANTIPODAS DEL libro de Chalmers Johnson se coloca otro del racista Samuel Huntington escrito en 1957: El soldado y el Estado, que se adelanta a la filosofía perniciosa que ha contaminado a las fuerzas armadas estadunidenses: "la habilidad del oficial militar es el manejo de la violencia; su responsabilidad es la seguridad militar de su cliente (sic), la sociedad". Desde hace 47 años, Huntington manifestaba la mentalidad privatizadora que tantos estragos ha causado en el ejército y que sembró las semillas venenosas que fueron cosechadas con las torturas de la cárcel de Abu Gharib: "no es la función de los oficiales militares decidir asuntos de guerra y paz", en alusión a la notable oposición de los generales alemanes a los planes de Adolfo Hitler, como al desacuerdo público del general Douglas McArthur con el presidente Truman en referencia a la guerra de Corea. Los libros El soldado y el Estado y El choque de las civilizaciones (de subtitulo más sugerente: La reconfiguración del nuevo orden mundial) forman parte del arsenal ideológico de los neoconservadores straussianos, burócratas sin experiencia militar, quienes han chocado frontalmente con generales de alcurnia del ejército, quienes cuestionaron la improvisación de todo el operativo militar en Irak que tiene a EU con la espalda contra la pared en aquel país frente a la guerrilla urbana asimétrica. El mensaje del racista Huntington es diáfano: el militar estadunidense, convertido en un autómata al servicio de las peores causas, debe obedecer sin chistar. ¿Podrán los militares clásicos de EU -los "viejos soldados" en la jerigonza de Huntington y Rumsfeld- readaptarse a la privatización que los desplaza y que pone en primer lugar los intereses de los "grandes negocios", en particular la petrocracia y la bancocracia, aun fuere al precio de la tortura barbárica? ¿Estarán dispuestos los militares profesionales a ceder el mando y control a los mercenarios de la privatización? ¿Deben y pueden los militares de EU ser leales a tanta deslealtad de su "comandante supremo", secuestrado por su burocracia civil sedienta de sangre y petróleo?

EL CHOQUE DE las civilizaciones huntingtoniano, la doctrina de "permanente guerra preventiva" de Paul Dundes Wolfowitz, el unilateralismo neoimperial texano y la globalización financiero-militar, en su conjunto, hacen que suenen huecas las hipócritas retractaciones de Baby Bush y Donald Rumsfeld sobre las torturas de la cárcel de Abu Gharib, cuando toda su política interna y externa ha sido una tortura global para la conciencia universal y una flagelante transgresión en escalada a las normas de convivencia civilizatoria. Abu Gharib no es la excepción de la regla; es la regla sin excepciones del letal bushismo. En la manera conductual en que los burócratas civiles, específicamente los neoconservadores straussianos y sus aliados, los racistas huntingtonianos, llevaron la invasión en Irak, cuesta mucho trabajo creer que las atrocidades de Abu Gharib, que ahora se busca escamotear por la vía de los comités burocráticos de investigaciones ya muy vistos, cuyas conclusiones son conocidas de antemano, no hayan contado con la bendición tácita y/o implícita de su "comandante supremo". La dinámica propia de globalización financiero-militar desemboca inexorablemente en la privatización sistemática de la tortura como instrumento de control por medio de la crueldad y la humillación para inducir la capitulación total. De modo tal que las torturas de Abu Gharib simbolizan un eslabón más en la larga cadena del tóxico Choque de las civilizaciones como proyecto y trayecto de su intrínseca perversidad escatológica (en el doble sentido de la palabra).

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